Capítulo 3 (CORREGIDO)

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Princesa

Narra Natale

¿Conoces el dolor de tener que planchar tu cabello todas las mañanas? Pues yo si lo conozco a la perfección y por más que pagarás miles de dólares para que dejaran lacio mi cabello parecía que ésto nunca en la vida iba a ocurrir.

—Lau quita la plancha vas a quemar mi cabello. — Ella tenía el cabello lacio y se quejaba por tenerlo así.

— Mierda Nati, diario nos paramos a hacer esto temprano y nunca desayunamos. Te cobraré por ésto. — No era tan temprano son las 7 y entramos a las 8 AM.

— Deja de quejarte, ya no haré más tus tareas. — Ella tiro de mi pelo.

— ¡Au! Me dolió. —

— Ese era el chiste boba. —

— ¿Señoritas necesitan ayuda? — Apareció Marié en la puerta.

— Si porfi Mary. Ayuda a la princesa con su cabello para que no parezca bruja. Yo iré a desayunar. — Marie sonrió. No confío aún en está señora, es muy confianzuda.

Marie comenzó a pasar la plancha por mi cabello y tardo media hora por el largo de mi cabello.

— Quedaste como una princesa. —

— Retirate Marie, necesito hablar con Natale. — La sirvienta bajo la cabeza ante mi madre y quién no lo haría Tiana Lombardi es aterradora. — Natale no te quiero de novia de algún niño cualquiera, recuerda que los Caruso siempre vamos por los peces gordos. — Desde que tengo memoria siempre me he juntado con personas que tengan el mismo estatus social y económico que él mío. Los negocios importantes salían de las buenas amistades que pudieras tener.

— Lo sé, los negocios son importantes y las alianzas aún más. — Se acercó a mí y acarició mi mejilla derecha.

— Muy bien mi niña, eres perfecta. Ya mandé a planchar lo que te vas a poner hoy.—¿cómo le explico a mi madre que no soy perfecta y ni cerca estaba de serlo? No era fácil intentar ser como ella.

...............

— Nat hoy te ves más hermosa que nunca. ¡Dios tu cabello se ve perfecto! — Falsas alabanzas de Carlo Caruso.

— ¿Qué quieres, rubio oxigenado? — Laura se río y él la fulmino con la mirada.

— Soy rubio natural Honey ¿Puedo ir contigo? — Lo esperaba.

— No. Pero puedo pedirle a mi padre que te de uno.— Corrió a abrazarme.

— Cierto voy a arruinar tu bellísimo cabello. Mira Alfonsina ¡This is Natale Supremacy! — Los dejé en su pelea para hablar con mi padre.

— ¿Cómo está el papá más hermoso del mundo? — Mi padre estaba en la mesa leyendo el periódico mientras tomaba su té.

— Bien mi princesa. ¿Qué me pedirás ahora? — De quitó los lentes para verme fijamente.

— Carlitos no tiene auto y él pobre está muy triste. Me dijo que no volvería a tomar mientras conduce. ¿Podrías prestarle el auto de mamá que no usa? — Mi padre sonrió.

— Ay Natale. Siempre queriendo ayudar a Carlo. Está bien, dile que lo cuide. — Yo lo abracé.

— Gracias papá, ya nos vamos. Te veo en la cena. — Y salí de la casa.

— ¿Nos vamos? — Laura y Carlo asintieron.

—¡Natale seré tu puto esclavo! — Gritó Carlo y entró al auto. Conducimos hasta la escuela. Nos estacionamos en las primeras filas, los tres primeros puestos.

Juegos de amor y odio (REESCRIBIENDO) Where stories live. Discover now