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Búnker 1002.

A las afueras de la trinidad.

08/2038.

18 años atrás.


Los meses habían pasado y con ellos los embarazos de las seis mujeres habían avanzado. Elaine se había vuelto más retraída con todos; no quería hablar con nadie y el tiempo se le iba de las manos, debía encontrar una moderadora para su hija, hija la cual aún no tenía nombre.

Tres de las seis madres ya tenían los nombres escogidos para sus pequeños retoños, Chelsea había escogido el nombre de Ryder en honor a un viejo amor de la secundaria, además de que siempre le había gustado aquel nombre y estaba decidida a ponérselo a su primer hijo, aún con el hecho de las circunstancias; Grace también era una de las decididas, no le pidió la opinión a su esposo y sola escogió el nombre que a él no le había convencido cuando nacieron las gemelas, Chloe; Maryse no lo graba decidirse entre dos nombres, Noah y Piper.

Todas tenían los moderadores de sus hijos asignados, todas menos Elaine. Todo el personal se comenzaba a preocupar por comportamiento anormal de la mujer, mucha gente pensó en acercarse a hablar con ella, pero era tan retraída que nadie podía hablar con ella más de dos minutos sin sentirse incomodo; pero había una persona que lograba mantener la charla sin querer huir, así que todos los preocupados acudieron a él.

La puerta de su habitación se abrió, aún cuando podía salir cuando le diera la gana, él no lo hacía ya que en su mente si seguía encerrado como siempre sus amigos estarían afuera cuando saliese, pero no era así, eso no funcionaba así. El hombre de cabello rojo, ojos verdes, de unos 40 años y de mirada seria se adentró a la habitación del chico.

—Buenos días, Byron —El chico, sentado en la cama que lanzaba una pelota a la pared tratando de pasar el rato respondió con un sonido que hizo con la boca, además de asentir un poco con la cabeza— Estuvimos hablando arriba sobre el intento dos, —la atención del chico se centró de inmediato en el hombre— más que nada en la señorita Azahar.

—¿Qué pasa con ella? —inquirió el chico atrapando la pelota al fin y no volviéndola a soltar.

—Ya está entrando en el tercer trimestre de embarazo, y no ha elegido ni siquiera el nombre para la niña —Ron se levantó de la cama, estiró sus brazos y prestó más atención al hombre.

Aquella mujer era como su madre, y la hija que llevaba el vientre era como su hermana, se preocupaba por ambas y que Elaine actuara de aquella manera no era muy normal.

—Llegamos a la conclusión de que tú serías la persona ideal para convencerla de siquiera ponerle el nombre a la niña, ya le dimos la lista de los recién graduados en las mejores universidades, pero no quiere verlas, no quiere escoger moderador —El hombre agachó la cabeza, suspiró y regresó la vista al chico— ¿Puedes hacerlo? Que haga cualquiera de las dos cosas; debemos tener todo listo un mes antes de que den a luz y no quiere cooperar.

—Veré que puedo hacer con ella —Ron le lanzó la pelota al hombre y salió de la habitación en busca de la mujer.

Utilizando el rastreador que llevaba en el brazalete de la mano derecha encontró su ubicación justo en el piso asignado para las nuevas habitaciones que serían del intento dos. Despues de que el chico caminara por todo el búnker llegó al subnivel 6, para minutos después adentrarse en la primera habitación asignada.

Ahí estaba la mujer, sentada en el suelo con una bolsa de frituras en la mano, había boronas por todo alrededor de ella y claramente se veía que había estado llorando. Ron entró al lugar sin hacer mucho ruido, caminó hasta ella y se sentó a su lado. Elaine giró la cabeza para observar a Ron con extrañeza.

TormentoWhere stories live. Discover now