20 [Final]

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Los soldados negros llegaron en menos de 10 minutos. Leila y Madeline tomaron rápidamente las cenizas y esta última las metió en la bolsa que había llevado consigo.

— ¿Quiénes son ellos? —gritó Madeline cerrando la bolsa y posteriormente levantando las manos mostrándoselas vacías a los intrusos.

— Soldados negros. No te resistas, pueden tener ordenes de matarte si lo haces — Leila hizo lo mismo que su compañera.

Todos los hombres y mujeres apuntaron a ambas; dos de ellos caminaron detrás de ellas y colocaron esposas en sus muñecas dejando los brazos tras sus espaldas.
El brazalete en el brazo izquierdo de Leila molestaba al soldado, así que le soltó el seguro con una serie de códigos que todos ellos sabían; el aparato color negro se deslizó de la muñeca de la castaña y cayó al suelo haciendo un sonido que cortó el silencio aterrador en la habitación.

Leila se sentía sucia. Nunca la habían arrestado y aunque esto fuese sólo una explosión cercana a ello, no quería sentirse así nunca más. Madeline por su lado estaba orgullosa. Habían pasado años tratando de entrar en las instalaciones, no era la forma en la que había imaginado millones de veces en su cabeza.

Tomadas de las muñecas y el hombro por cualquier intento de escape, fueron llevadas al interior del edificio principal y posteriormente ingresadas al búnker. Hart quería verlas en la oficina de reuniones, justo en la sala de reuniones donde los cinco jefes principales se reunían con él.

La castaña de cabello a los hombros no podía mirar al frente. Sabía que estaba decepcionando a mucha gente con el simple hecho de presenciar aquella horrible escena.

Madeline era todo lo contrario. Llevaba la cabeza en alto, no despegaba la mirada del final del pasillo; grababa en su cabeza la forma de salir y los carteles que indicaban a que pertenecía cada sala.

"Sala de llamado - 007"

"Laboratorio 32 - 73"

Todas y cada una.

Las puertas de la oficina aparecieron frente los soldados y las civiles. Esta fue abierta de par en par Hart esperaba paciente.

— A veces me sorprende de quien puede venir las ideas más estúpidas. ¿Qué clase de Dios te crees para hacer esto? — su voz era firme. No tenía miedo de demostrar que estaba a cargo, y menos frente a ellas.

Una de las mujeres vestida de negro metió la mano a la bolsa de Madeline y sacó las cenizas de Chloe. Las colocó en la mesa frente a Hart y él puso su mano sobre la caja de metal.

— ¿Qué es lo que piensas hacer con 012? — Madeline no respondió, pero no dejaba de sostenerle la mirada a aquel hombre.

Estaba aterrada, sabía lo que eran capaces esos hombres, pero no dejaría que una simple presencia la volviera débil. Continuó sin responder.

— Sí que eres estúpida —dijo Hart entre dientes molesto porque ellas no seguían sus órdenes— Llévense a la moderadora, déjenme sólo con la intrusa.

Dos soldados tomaron a Leila con firmeza y esta trató de zafarse de su agarre tirando de sí misma en dirección a Hart. No quería dejar a Madeline sola con ese psicópata.

— ¡Haz lo que quieras conmigo! —suplicó la castaña— ¡Ella no tiene nada que ver en esto! ¡Fue toda mi idea!

Hart comenzó a reír, estaba escéptico a la creencia de que Leila tratara de llevarse toda la culpa. Pero él sabía todo, había escuchado todas y cada una de sus llamadas desde el escape de los Alphas. Se había prometido no fallar nunca más en algo, no volvería a cometer ese error. Reafirmó su orden con un ademán y los empleados no pudieron hacer nada. Se llevaron a Leila, dejando solos a Madeline e Ethan Hart.

TormentoWhere stories live. Discover now