KILLING ME. ─KOOKGI !

Noches.

—¿Entonces crees qué soy una linda persona? —Preguntó con una sonrisa a sabiendas que el otro no podía verle.

—La más perfecta del mundo— Aseguró el mayor—. Eres talentoso, dulce, caballeroso, amable, lindo, entre otros. ¿Quién no se enamoraría de ti, Kookie?

Una risita se escuchó de la otra línea.

—¿Kookie? Suena a galleta.

—No es mi culpa que tu nombre sea tan feo y no pueda darte un lindo apodo.

—Hieres mis sentimientos, Yoongi hyung.

—Lo sé.

Ambos rieron. Aunque estas llamadas en la madrugada eran solo para hablarse estupideces, ellos las sentían perfectas. Como algo completamente suyo y de nadie más.

—Entonces yo te diré Yoonie.

—Suena raro —Soltó una risa—. Demasiado gay.

—Es verdad.

—Aunque Jungkookie suena mejor, ¿te gusta ese?

—Me encanta— Suspiró —. ¿Y a ti te gustaría un apodo en especial, gatito?

—Y aquí vamos de nuevo. No soy un gato.

—¡Te pareces a uno, hyung! ¡Tus expresiones y forma de comportarte! Eres como una galletita malhumorada.

Yoongi rió por la tonta comparación.

—Eso suena extraño. Deja de ser tan friki.

—No soy friki.

—Lo eres.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí.

—Sí.

—No.

Ambos rieron.

—Tramposo.

—Es psicología inversa.

Jungkook despegó el celular de su oído para alzar la mirada hacia el reloj que estaba en su mesa de noche. Sonrió sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas.

—Hey, Yoongi...

—¿Sí? Dime.

—Son las 11:11 —Suspiró dejando las lágrimas caer por sus mejillas y la sonrisa ampliándose —. Quédate siempre en mi vida.

—Jungkookie... —Otro suspiro —. Quédate tu siempre en la mía.

A veces... las personas hacen promesas que no se pueden cumplir.