La carta

37 6 1
                                    

Los dos duendes se encontraban en el despachó de Goblius, una pequeña habitación donde dos estanterías llenas de libros se levantaban por las paredes laterales. Un escritorio de madera con ligeras montañas de papeles encima de esta se encontraba en el centro de la sala, con dos sillas situadas delante y detrás, Goblius se apresuró en dejar la carta encima del escritorio ante los confusos y atónitos ojos de Horiól quien no dejaba de observar la gran cantidad de cajas que había en el pasillo, el joven duende tenia muchas preguntas y quería que fueran respondidas: las cajas, los soldados, la carta...pero no sabia por cual empezar, cuando volvió a ver a su maestro este se había sentado en una de sus sillas e invitó a Horiól a sentarse en la otra, el joven accedió.

Goblius agarró el sobre y se la mostró a Horiól quien lo observó detenidamente fijándose en el sello. Un escudo heráldico donde habían dos dragones a los laterales con pequeñas coronas en sus cabezas, una gran corona en la parte superior del escudo y en el centro había una espada y arco encrucijadas detrás de un Gran Arbol , era el escudo de armas de la familia real del Emperador que permanecía intacta desde que se formó el Imperio de Eldaran, el Imperio de los Elfos.

-¿Sabes lo que significa esto Horiól?- pregunto Goblius moviendo el sobre desganado ante la mirada fija del joven.

-Un mensaje de la Familia Real, ¿no maestro?- Respondió Horiol dudando  y preparándose para algún movimiento alocado de su maestro. Y no se equivocaba.

-¡¡SIGNIFICA PELIGRO!!- Gritó de repente el viejo duende golpeando con sus puños el escritorio haciendo que caigan al suelo las pilas de hojas que habían encima de esta.

Horiol se echó para atrás, si bien su maestro casi siempre reaccionaba de forma agresiva, despreocupada y sarcástica cuando le daban o dejaban algo, esta vez su rostro y sus movimientos eran mas alterados, bruscos y preocupantes.

-¿Que quiere decir maestro?- Dijo  acomodándose delante de su maestro.

-Estos sobres solo se dan cuando el Emperador envía cartas a los nobles u ordenes innegables, y yo no soy ningún noble- Y con el ceño fruncido abría el sobre frustradamente

-¿Y que ordenes querrá el Emperador de usted maestro?- Respondió el joven duende observando como su maestro abría el sobre sin usar el abrecartas que guardaba en uno de los cajones de su escritorio.

-Ahora lo veremos, de todo menos algo decente- decía sacando la carta del sobre, abriéndola y leyendo en voz alta.

Ordenes Directas del Emperador Farendall II

Saludos Goblius ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por ultima vez, ¿que es de tu vida?.

Como bien sabrás el Imperio esta pasando por una etapa mas inestable en comparación con épocas pasadas, por ello recurro a ti.
Tras una reunión con los nobles del Imperio hemos llegado a la conclusión de fabricar una poción capaz de reanimar los cuerpos caídos de nuestros soldados deduzco que te parecerá desconcertante e incluso alocado pero nuestro alquimista no cuenta con las habilidades necesarias.

Por ello Goblius, como antiguo alquimista de mi difunto padre te encomiendo dicha misión. Samarus, uno de mis Guardias reales te traerá todo los necesario para obtener dicha poción, cuentas con un tiempo de 7 luces para obtener el resultado, el destino del Imperio depende de tu resultado...

-Bla bla bla, Soy Farendall II y ¡Pido que se revivan a los muertos!, ¡¿te lo puedes creer?!- Dijo Goblius arrugando la carta y tirándola al suelo.

Goblius estaba furioso, el Emperador Farendall II le pedía lo imposible: ¿Acaso se podían revivir a los muertos?, ¿Las pociones de salud no son suficientes?, eran las preguntas que se hacia el viejo duende. El Emperador había recurrido a una orden innegable porque sabia que de ser una petición Goblius lo habría rechazado, este ultimo sabia de la imposibilidad de hacer dicha poción pero debía intentarlo, negar una misión de esta carta o estar con las manos vacías cuando llegaran a por el podría terminar casi con certeza en su ahorcamiento, y eso era lo que mas temía Goblius, su mayor temor, la muerte.

Se rasco los ojos con sus finos verdes dedos pronunció:
-Horiól, vamos, debemos hacer una poción- decía mientras salia de la sala, su voz era mas calmada y lo acompañó un profundo suspiro.

-Maestro Goblius, no ha terminado de leer la carta- Respondió Horiól mientras se levantaba de la silla.

-Leela si quieres, luego tirala...¡Y ven a ayudarme!- Terminó Goblius quien estaba ya en el salón principal tirando del libro rojo y abriendo la puerta oculta mientras cogía la vela la cual todavía continuaba encendida.

Horiól por su parte cogió la arrugada carta y guardándola en el bolsillo de su verde túnica salió del despacho, cogiendo una de las muchas cajas que había en el pasillo y bajó por la oscura escalera de la puerta detrás de su maestro quien iba encendiendo las antorchas con el fuego de la vela. Horiól le preguntó a Goblius que había dentro de las cajas al cual este respondió con flores, plantas y bayas, todo lo necesario para que no se despisten en la fabricación de la poción acompañándolo con otra critica al Emperador y su corte.

Aproximadamente tardaron dos horas en llevar todas las cajas del pasillo al laboratorio de Goblius el cual estaba mas iluminado por las antorchas de las paredes, en la derecha de la irregular sala un complejo laboratorio de alquimia ocupaba casi toda la pared, en el centro un pequeño horno con una cacerola componian el corazón del laboratorio, a la derecha habia un mortero para triturar las plantas y diversas bolsas llenar de estas ya trituradas, a la izquierda diversos conductos finos de cristal se esparcian por esa zona, algunos con pequeñas balbulas para retener  el liquido, otras para combinar ambas en una sola y otras para destilar y formas mas variedad de pociones, a la pared izquierda habian dos estanterias llenas de libros de diversos tamaños y colores pero separados en secciones, una fila sobre pocions de salud, otra sobre plantas silvestres y tambien libros de magia. En el centro de la habitación estaba la mesa de madera con el libro de cuero de color rojo aun abierto y la planta de vivos colores encima de este.

Mientras Goblius iba encendiendo el horno, Horiól saco de su tunica la arrugada carta y continuó leyendo desde donde lo dejó su mestro.

...por ello tienes compleja libertad para improvisar, probar y practicar, si alguien te dice algo muestrale esta carta.

Una carroza te llevará a la capital para observar los resultados de tu misión, esperamos buenos resultados, se que no fallaras

Emperador Farendall II de Eldaran

Una vez Horiól terminó de leer, este queria decirle a su maestro la libertad de acción que tenian pero al parecer el ya lo sabia, no era la primera vez que le encomendaban misiones innegables, pero si la primera donde el resultado estaba casi destinado al fracaso. Con el horno encendido y las cajas de plantas abiertas, Goblius el mejor alquimista del Imperio Eldaran y su aprendiz comenzaron a fabricar una poción capaz de cambiar todo el mundo de Elvirion.

Historias De Elvirion "Corrupción"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora