Capitulo 3: Lazos Familiares

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Samarus ibn Yorish: Noble de una de las familias mas prestigiosas del Imperio Elderiano cuyo apellido se remonta incluso antes de la formación de esta. Ya desde corta edad demostró grandes capacidades como guerrero siendo un pilar esencial en la moral de las tropas elderianas en sus diversas guerras pese a su juventud, sin embargo su debilidad estrategica no le permitió ascender mas alla del rango caballero[...]. Su repudio a las razas elveronoides(vocablo del imperio Elderiano para referirse a las razas no elficas) es igual a su lealtad al Imperio al cual no dejaba pasar ninguna queja sobre este,gracias a su devoción fue nombrado guardia real del emperador Farendall II y llevó el titulo de "guardia mas joven" durante varias décadas[...].

Su desempeño en las guerras y su lealtad le llevaron a ser llamado por muchos elfos como "La Espada del Imperio" en contraposición a su apodo por los elveronoides conocido como "El Mierdas" cuando se lleno de barro en la "Rebelión de los Pobres"[...]. Gracias a el...

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-¿Emperador?- Dijo una voz entre el sonido del choque de las armaduras -¿Emperador, ocurre algo?-

Farendall observó a quien le había hablado, Samarus, con su dorada armadura cabalgaba al lado del emperador, mientras sus espaldas eran cubiertas por el resto de la guardia real y un gran numero de soldados con armaduras verdes pero solo ellos iban montados en caballos también con armadura dorada y completamente protegidos.

-Samarus- Dijo Farendall observando seriamente al horizonte observando una colina con un improvisado campamento sobre ella -¿Tenemos noticias sobre los espías que enviamos a Lordon?-

-Se me ha comunicado que uno de ellos ha vuelto al campamento, pero desconozco las noticias que pueda traer, quizás la mariscal Marlaska lo sepa.-

El emperador simplemente asintió. Los guardias del campamento observaron la llegada del emperador y sus refuerzos, siendo este recibido con respeto, a medida que pasaba por el campamento los soldados se arrodillaban ante el.

El campamento, pese a acoger muchos soldados no gran cosa, no había puerta, los muros eran estacas clavadas en el suelo mirando hacia afuera, solo había un camino de una entrada a la otra donde el centro era ondeado por la bandera de los Eldaran, bandera del Imperio, todo el lado derecho del campamento eran las tiendas de campaña de los soldados del cual sobresalían dos al ser mas grandes y visiblemente mas decoradas, mientras, todo el lado izquierdo se componía del comedor, el hospital, una gran arena de entrenamiento y un pequeño conjunto de improvisadas duchas separadas entre ellas por paredes de madera con sus respectivos cubos afuera de estas, el baño por su parte se encontraba casi en la base de la colina y mirando hacia el bosque dando la espalda al campamento, el almacén, junto al baño y las duchas eran lo único que estaba hecho de madera y su puerta estaba cerrada por un grueso candado de hierro.

Enfrente del improvisado campamento se podía observar la ciudad de Lordon a la lejanía, grande, majestuosa y respetable, pero no lo suficiente para comprarse con Lighthold según Farendall quien saludó agitando lentamente la mano a todos los soldados arrodillados. Observó la bandera del Imperio, su bandera para luego dirigirse directamente a la tienda mas grande, bajó de su caballo  y al entrar le recibieron tres elfos de armaduras doradas decoradas por una gruesas linea roja en la cintura y otra en diagonal en el pecho, los tres se arrodillaron ante el quien les ordenó levantarse mientras se acercaba al centro de la tienda donde una mesa de madera tenia extendido un mapa cartografiado que abarcaban los terrenos de Lordon.

-Gracias por estar presentes generales- Dijo Farendall observando las diversas piezas talladas en madera que habían esparcidas por todo el mapa. -No me agradaría conversar sobre temas poco importantes, por el cual les seré directo, ¿que información tenemos sobre la ciudad de Lordon.-

Una elfa de cabellera corta oscura y rostro pálido dio un paso al frente manteniendo una postura erguida, -Con su permiso Emperador. Según la información de nuestros espías la ciudad tiene dos entradas ubicadas al norte y oeste de la ciudad con portón doble en cada una de ellas, las murallas están bien reforzadas y el castillo, ubicado al sur tiene muralla interna y la retaguardia está protegida por la montaña del llanto.- La elfa tomó un respiro y prosiguió -Hemos enviado esta mañana un mensajero al gobernador Talmer explicando las razones de nuestra llegada y la aceptación de las tropas en su ciudad para abastecernos.-

-¿Y cual fue su respuesta Mariscal?- El emperador observó fijamente a Marlaska quien se le notaba nerviosa pero mantenía su postura firme.

-El Gobernador nos ha negado el acceso a la ciudad a menos que sea usted mismo quien se presente ante el para confirmar que no se trata de rebeldes, y, si puede hacerlo lo antes posible mejor. Esas fueron sus palabras.- Marlaska aprovechó el momento para decir su opinión con la idea de poder aportar algo para el emperador -Si me permite decir emperador, el gobernador no transmite ninguna sensación de simpatía, no recibió siquiera al mensajero en persona, siempre que usted quiera podemos asediar y atacar la ciudad-.

-No será necesario, va siendo hora de visitar al Gobernador después de tanto tiempo, gracias por su información mariscal puede retirarse. Y espere en la salida del...fuerte, en dirección a Lordon.- Los tres comandantes se despidieron del emperador con una reverencia y, mientras se marchaban Marlaska repetía en su mente la ultima frase con una pequeña sonrisa camuflada en su serio rostro. Cuando abandonaron la tienda solo quedaron Farendall, Samarus y dos guardias reales siendo uno de estos últimos el primero en hablar.

-Emperador, con todo el respeto, que su primo quiera verlo es como ha dicho la mariscal, no transmite ni simpatía ni confianza, quizás sea una estrategia suya para asesinarlo, como lo ocurrido hace una semana en aquel pueblo...- El Guardia calló al ver la mano del emperador levantada quien le observaba con total tranquilidad.

-Entiendo su preocupación Guardia Klein, lo ocurrido la semana pasada fue una sorpresa para todos pero esta vez no estaré solo, vosotros vendréis conmigo. No podemos ir con la guardia baja, por eso he pensado que mientras hable con mi primo, vosotros caminareis por todo el castillo discretamente, si Talmer tiene algo que ocultar (por favor, espero que no) debéis descubrirlo e informarme para poder...detenerlo, ¿entendido?- 

Los tres guardias se arrodillaron sin titubear demostrando su fuerte lealtad al emperador, quien, con el brazo extendido señalando al exterior les envió a prepararse para la salida y avisar al resto de guardias de que iban a hacer prohibiendo mencionar el plan a todo ajeno a ellos, una vez mas los guardias demostraron su disciplina al abandonar de forma rápida pero ordenada la tienda quedando solo Farendall quien, observó el mapa de la ciudad de su primo y con un profundo suspiro mostró una mirada de preocupación

-No se que planeas Talmer pero confiaré ciegamente en tu inocencia hasta que ocurra lo contrario, que Elvirion te acompañe-

Al abandonar la tienda, fue escoltado hasta su caballo por sus guardias quienes ya no se separarían de el en ningún momento y ordenó que un grupo de tres-cientos soldados marcharan en dirección a Lordon, esta decisión sorprendiendo a los soldados, generales y al mariscal, quien ya esperaba en la salida del campamento.

-Emperador- decía Marlaska mientras se arrodillaba  -¿Cuales son sus ordenes?-

-Entraré en Lordon para ver al gobernador, llevare este grupo como apoyo y no se moverán de aquí hasta que reciban una orden directa de uno de mis guardias. Si a la puesta de sol no han recibido ninguna señal puede proceder al asedio de la ciudad. ¿Entendido?- La ruda mirada de Farendall observaba fijamente a Marlaska quien aun de rodillas respondió con confianza mirándole a los ojos.

Farendall sonrió ligeramente y seguido de sus guardias mostrando una figura autoritaria y digna de un emperador a ojos de los soldados del campamento, lo abandonó, dando alcance en poco tiempo al grupo de soldados que lideraba Klein.

-Samarus- dijo el emperador una vez alcanzó al grupo y separándose con el un poco de los soldados -¿Hago bien confiando en la Mariscal?, quiero saber tu opinión-

-Por supuesto emperador, toda decisión suya es siempre la correcta-

Farendall no se creía las palabras de Samarus y ni se molestaría en preguntar a sus guaridas creyendo que podrían responderle lo mismo, y no se equivocaba. Mientras, en el campamento un general se acercó a Marlaska quien aun seguía arrodillada con la intención de animarla, pero ella estaba feliz, sonreía con una rápida respiración y daba gracias de haberse esforzado tanto hasta el punto donde el emperador podía confiar en ella, al menos en su mente el emperador ocupaba la mayor importancia.

Historias De Elvirion "Corrupción"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora