Epílogo.

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》Siete años después《

--- ¿Estás segura de esto? --- preguntaron los gemelos al unísono.

La rubia dejó de mirar la ventana para verlos y sonrió. --- ¡Claro! Papá nos prometió que cuando nevara saldría a jugar con nosotros.

--- Pero ayer llegó cansado.

--- Pero una promesa es una promesa. --- cruzó los brazos y abrió la puerta. --- Yo soy la mayor, obedezcan.

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Sarada estaba tumbada junto a Boruto sobre la colcha arrugada.
Era una ensación extraña y maravillosa despertar por la mañana junto a esa persona, quedándose muy quieta, disfrutó de aquella sensación. Boruto tenía la cara enterrada contra su nuca y el brazo alrededor de su cintura, lo cual era una bueno, pues, si no, probablemente ella se hubiera caído de la cama.

Apoyó cómodamente la cabeza en la almohada y observó la tenue luz invernal que pasaba por las ventanas. Tocó la mano de Boruto un momento y se dispuso a levantarse. Pero el brazo de él
la retuvo.

--- ¿A dónde vas? --- balbuceó frotándola más a su cuerpo.

--- Ya son las ocho.

--- ¿Y? El pronóstico decía que habría más de veinticinco centímetros de nieve a fuera y, probablemente, cuarenta. Dime que está nevando.

Sarada miró de nuevo hacia la ventana, divisando uno que otro copo tambalearse en la helada brisa.

--- Lo está.

--- ¡Yupi! Entonces quédate a invernar conmigo.

Apretó más su agarre y Sarada suspiró.

--- Boruto... los niños deben estar despiertos...

--- ¿Qué niños?

Sarada rodó los ojos y antes de que pudiese responderle, la puerta se azotó contra la pared y la heladez irrumpió la habitación.

Boruto dio un respingo y antes de que pudiese gritar se quedó sin aliento al sentir peso sobre él.

--- ¡¡Paaaaapá!! --- gritó la rubia tirándose sobre él mientras jalaba la sábana --- ¡Está nevando, está nevando!

--- Ayer dijiste... --- comenzó Minato jalando con más fuerza la sábana.

--- ¡Que saldríamos!--- terminó Itachi y la sábana voló por la habitación.

--- Si, si, si, ahorita, déjenme descansar un rato más --- dijo y se cubrió el rostro con una almohada mientras sus hijos seguían removiéndose sobre él.

Sarada negó divertida y caminó hacia su armario para ponerse su bata de franela y tomar una muda de ropa. Salió de la habitación mirando por última vez a Boruto levantándose de mala gana.

La ventana del baño tenía una que otra gotita por el sereno de la noche, debía darse prisa antes de que salgan sin abrigarse. Se pasó el jersey porbla cabeza y lo bajó hasta sus caderas, se acomodó el cabello y dobló la bata. Escuchó ruido en el pasillo y se asomó.

Boruto salía de la habitación con el suéter a medio poner y las botas en sus manos.

--- ¡Hey! ¡No salgan sin antes poner los guantes y los gorros dattebasaaa!

Sarada caminó por el pasillo cuando él había desaparecido, segundos después, escuchó la puerta principal cerrarse. Suspiró y bajó a la cocina, les vendría bien un chocolate caliente después de pasar ratos revolcándose en la nieve.

Eres mía en cuerpo y alma ✓Where stories live. Discover now