Prefacio.

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Noah trataba de conciliar el sueño, pero la melodía resonaba en los auriculares haciendo eco en su cabeza, y las ideas seguían retorciéndose en su mente

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Noah trataba de conciliar el sueño, pero la melodía resonaba en los auriculares haciendo eco en su cabeza, y las ideas seguían retorciéndose en su mente. Solo le quedaba un año para elegir una universidad, solo poco tiempo para elegir el camino que seguiría hasta el día de su muerte.

Un relámpago tardío inundó su habitación con una cegadora luz azul. Noah abrió los ojos con dificultad después del fenómeno luminoso, sin percatarse de su color anormal. Lo hizo solo para programar su alarma, proponiéndose a dormir y descansar definitivamente. Al otro día comenzarían las clases.

Al otro lado de la casa, cruzando la carretera que cortaba en dos el bosque del pueblo. Justo a la otra orilla de la gran presa de Mörkt, se presentaba una pelea poco común entre un padre y su hija.

Zoe no sabía cómo había pasado. Ella solo deseaba con todas sus fuerzas que Marcos — como llamaba a su padre— desapareciera de la faz de la Tierra, y en un dos por tres un rayo color azul había caído justo donde estaba parado. De no haber tropezado mientras trataba de llegar hasta ella, habría muerto electrocutado. Tampoco se explicaba todo lo que había pasado esa misma tarde, unos minutos antes; Zoe había llegado de ir a visitar al Señor Víctor. Casi no le gustaba estar en casa los Domingos, porque su padre no trabajaba y se la pasaba todo el día sentado viendo la televisión, bebiendo cerveza y trayendo a su madre del tingo al tango: «Meche, la televisión no tiene señal, mueve la antena» «Meche, tráeme otra cerveza» «Meche, apúrate con la comida ¡YA TENGO HAMBRE!»

Cuando Zoe abrió la puerta, su padre tenía sus asquerosas manos en el cuello de su madre, cuya cara comenzaba a tornarse morada. Zoe se abalanzó sobre él tratando de empujarlo.

– ¡DÉJALA EN PAZ, MONSTRUO! – gritó.

Marcos lanzó a su madre al piso y tomó a Zoe de los brazos, apretándola fuertemente.

– ¡TAMBIÉN TENGO PARA TI, NIÑA IDIOTA! – gritaba, rociando la cara de Zoe con su aliento alcohólico.

Algo comenzó a correr en el cuerpo de Zoe, y no era miedo. Ella lo odiaba con todas sus fuerzas, por todas las agresiones que había recibido junto con su madre. La hacía sentir como un ser despreciable. La hacía odiar cada segundo de su maldita existencia. Ya no lo soportaba. Cada vez que lo veía, algo dentro de ella moría. Algo quemaba su alma y al mismo tiempo la congelaba.

– ¡TE ODIOOOO! – gritó Zoe con todas su fuerzas. Marcos salió volando hacia el televisor, como si alguien muy fuerte lo hubiese empujado. Ella no se explicaba cómo, pero se alegraba de que él recibiera una probada de su propio chocolate. Corrió hacia su madre, quien yacía inconsciente en el piso, sin si quiera percatarse de que Marcos se había puesto de pie y caminaba hacia ella.

Él la tomó de los pelos y la sacó a rastras al patio, muy enojado.

– ¡ME LAS VAS A PAGAR, CHIQUILLA ESTÚPIDA! –gritaba.

Su rostro estaba encolerizado, en ese momento parecía como si los ojos se le fueran a salir del cráneo. Tiró a Zoe en el suelo y comenzó a patearla. La golpeó en los brazos y las piernas. Zoe quería que él sufriera, que sintiera lo que ella y su madre sentían. Concentró su mente en hacerlo sufrir. Sacó todo su odio y le ordenó que lo matara Como si el odio fuera un asesino.

«Mátalo» pensaba.

Marcos puso su mano sobre su pecho, como si no pudiera respirar o como si algo dentro le doliera. Su mente recordaba a gran velocidad todos los momentos malos que había vivido y le hacían daño. «La niña» pensó. Ella es como yo...

Dio unos pasos hacia atrás para alejarse de ella. La chica estaba haciéndolo sufrir con solo pensarlo. Mientras tanto, Zoe se arrastraba al lado contrario, desconectando su mirada de la de Marcos. Cuando volteó, su padre tenía los ojos desorbitados y una expresión perpleja. Ella solo deseaba un padre que le amara, pero lo único que tenía eran golpes. Preferiría no tener padre y en su cabeza comenzó a arremolinarse una idea...«Muere. Muere. Muere. Muere.»

Marcos veía cómo Zoe movía los labios murmurando algo y desde ese momento supo que algo trataba de hacer. Nervioso se movió hacia su dirección, pero su miedo y su ebriedad provocaron que tropezara con una rama. Un segundo después un rayo color azul cayó detrás de él. Zoe abrió los ojos como platos, exaltada por lo que había logrado hacer. Ella tenía poderes y los había utilizado para intentar matar a su padre ¿Qué clase de monstruo era?

 Ella tenía poderes y los había utilizado para intentar matar a su padre ¿Qué clase de monstruo era?

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Mirada de Dragón ©Where stories live. Discover now