10 | La cantante del cementerio

74 7 4
                                    



Noah

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Noah

Había más de siete miles de millones de personas en el mundo, y yo sólo podía pensar en una...mi abuelo. Aún después de ver su rostro pálido en aquel féretro, seguía sin poder creer lo que estaba pasando, o más bien, me negaba a aceptarlo.

Él era mi persona favorita en el mundo, porque sabía ponerse en mis zapatos, siempre fue así, como la vez en que mi conejo "Rabito" murió. Sentí un hueco en el estómago cuando mi padre dijo que lo tiraría a la orilla del bosque para que los perros y los zopilotes se lo tragaran. Me opuse rotundamente a que lo hiciera, por supuesto, pero no pude evitar llorar, por lo que él me llamó cobarde —En ese entonces tenía siete años de edad, aproximadamente— Afortunadamente, mi abuelo llegó en ese mismo instante, y al darse cuenta de la disputa entre mi padre y yo, dijo que él se encargaría. Tomó mi mano y me llevó a buscar una caja que sirvió como ataúd para Rabito, posteriormente, ambos cavamos un agujero en el jardín para enterrarlo y plantar sobre él una rama de ciruelo. Mi abuelo dijo que el árbol guardaría en cada hoja y cada fruto al espíritu de Rabito, y que por eso debía cuidar de él. Sólo así logré quedarme tranquilo, porque para mí significaba que Rabito no había muerto del todo.
La situación era demasiado irónica porque cada vez que algo me dolía o tenía algún problema, la primera persona a quien acudía era con mi abuelo, y ahora que no estaba — que yo sufría por su partida— no tenía a nadie, no estaría allí para hacerme sentir mejor o para aconsejarme sobre como sobrellevar esta situación.
Miré al auto rojo con forma de escarabajo que estaba frente a mí. Recuerdo perfectamente que llevaba meses deseando tenerlo, creía que estaría más contento, sin embargo, nada sucedió como lo planeé. Mi madre había estado deprimida los últimos días, así que se negó a ir a trabajar y a llevarme a la escuela. Tampoco quería ir a la escuela, si de por sí me costaba concentrarme algunas veces, con mi abuelo en la cabeza no podía procesar ni una sola palabra de los profesores, pero mi padre no lo entendió, y dijo que por ningún motivo permitiría que perdiera el año.
«No porque faltes a la escuela tu abuelo va a regresar, Noah» sentenció. Y su comportamiento hostil hacia mí me hacían sentir todavía peor.
Había aguantado tanto las ganas de llorar, que el dolor en mi garganta se volvió insoportable y no pude contener más el llanto. No obstante, en ese momento mi hermano pequeño, Gus, apareció frente a mí.
—¿Qué te pasa, hermanito? — balbuceó.
—Nada. Vete y déjame solo.
—Pero estás llorando, ¿te sientes mal...
—¡QUE TE LARGUES, DIJEEE...! —le grité mientras lo empujaba.
Gus se quedó paradito, observándome con los ojos llorosos. Hizo un puchero, y se fue.
¡Dios mío! Era un completo imbécil estaba enojado con la vida, estaba lleno de rabia porque fue injusto no poder despedirme de mi abuelo, pero sobre todo fue injusto que él muriera. No obstante, mi pequeño hermano, Gus, no tenía la culpa de nada, pero como siempre, lo echo todo a perder. Herí los sentimientos de mi pequeño hermano cuando él solo estaba tratando de ayudarme.
Cerré mi puño con fuerza y lo estrellé contra el auto rojo frente a mí. ¡Dios! Qué genial, ahora mi padre me regañaría por hacerle una abolladura al auto nuevo. No sé cómo es que mi abuelo seguía pensando que yo era una buena persona, pues me había vuelto superficial y materialista. En un punto de mi vida pensé que tener un auto me haría muy feliz no obstante ahora que lo tenía, pero no tenía mi abuelo, me sentía la persona más desdichada del mundo. No supe apreciar una de las cosas más valiosas que tenía, y ahora que lo veo, ya es demasiado tarde.
Sin embargo, como mi abuela dice «Nunca es tarde para aprender de los errores y tratar de tomar el camino correcto.», por eso tenía que ir con mi hermano para disculparme.
Cuando entré a la casa, mi tía Ópal estaba sentada en el sillón con Gus entre sus brazos, lo abrazaba mientras lloriqueaba como si aún fuera un bebé. En cuanto me vio, negó con la cabeza en modo de desaprobación.
—Noah ya no me quiere. —balbuceó el pequeño, con un hilo de voz casi inaudible.
—Claro que te quiero. — refuté —fui un tonto, ¿me perdonas?
Gus me miró con los ojos rojos detenidamente, supervisando que estuviera hablando con total sinceridad.
—¿Lo dices en serio? — quiso saber Gus.
—Claro que lo digo en serio. Me volvería aún más loco si no te tuviera.
Gus dudó un poco, pero al final aceptó mis disculpas y corrió a abrazarme.
—Sólo porque te quiero mucho. — me dijo al oído, cuando me agaché para que pudiera alcanzarme y abrazar mi cuello. —No me gusta que ni tú ni mamá estén tristes.
—Tampoco a mí, por eso te prometo que pronto estaremos bien.
Me sentí muy afortunado de tener a un pequeño humanito dispuesto a darme su amor puro y limpio.
—Qué bonito amor de hermanos—expresó la tía ópal. —Noah, ¿Qué te parece si tú y yo vamos a la cocina a hacer emparedados de cajeta mientras Gus junta sus juguetes para que veamos una película?
—¡SIIII! — gritó Gus —Busquemos a Dory.
Me reí.
—De acuerdo, Gus, Gus.

—Aún no has dejado ir a tu abuelo, ¿cierto? — pronunció la tía Opal, una vez que estuvimos en la cocina. Negué con la cabeza.
—Te entiendo Noah. Me sentí igual cuando mis padres murieron. No fue que no quisiera despedirme, es sólo que no pude hacerlo. Me sentí como una cobarde cuando vi sus rostros carentes de vida. Ese instante se sintió como si la vida fuera un gigante que disfrutaba machacarme como a un insignificante insecto, no pude soportarlo. No podía hablar ni respirar, y más bien, no quería estar despierta, quería que todo ello fuera solo un maldito sueño. Me dolía todo, como si en lugar de huesos, estuviese lleno de espinas, pero en eso tu padre tiene razón, aunque llorara o pataleara no podía traerlos de vuelta. Sin embargo, él no entiende del todo que la paz del alma es una necesidad, por eso compré dos girasoles y fui a despedirme de ellos.
»Hay algunas dalias en el jardín que podrías cortar. — expuso finalmente.


El cementerio estaba cubierto por una densa niebla como en las películas de misterio y terror, pero a contrario de estar asustado, tenía un poco de emoción, como si de verdad fuese a ver a mi abuelo para abrazarlo. Cuando estaba cerca de la tumba que buscaba, un hilillo cantarín llegó hasta mis oídos y, afortunadamente, conforme avanzaba se volvía más clara ya que, al parecer, provenía del lugar al que me dirigía.
She broked her wings
Can no more fly
Cantó, con la voz más angelical que había escuchado en toda mi vida. Hasta que llegó a la línea que decía:

Oh, but why did you have to go a place where I couldn't follow?

Estaba cargada de tanto dolor, que no pude contener las lágrimas, y menos aún cuando descubrí que, aquella chica de pelo densamente negro —cuyo mechón de pelo blanco la hacía tan peculiar— cantaba para mi abuelo.
Limpié mis mejillas con la manga de mi suéter y me acerqué hasta donde ella.
—¿Zoé? ¿Qué haces aquí?
Me observó con los ojos llenos de lágrimas, haciéndome las mismas cuestiones con la mirada. Tenía un curita en la mejilla.
—Espera, ¿Tú sabes qué fue lo que pasó? — la cuestioné con premura.
Sorbió con la nariz antes de hablar.
—Yo lo vi todo.

¡Holaaa! Al fin, nuevo capítulo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¡Holaaa! Al fin, nuevo capítulo. Espero que les guste, y muchísimas gracias por sus lindos comentarios, me ayudan mucho a sentirme feliz con lo que escribo (aunque sea súper dramático, jaja).

Pueden seguirme en Instagram como @jazminsuarez.c o en Twitter como @jazminsuarezc
Nos vemos en la próxima actualización, besos :*

Mirada de Dragón ©Where stories live. Discover now