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Joel y Erick se separan para desempacar y después reunirse en la habitación del mayor. Erick sugiere pedir una pizza y, mientras esperan que llegue, miran repeticiones de Friends. Es perfecto, realmente lo es.

— Sé que probablemente se supone que debo tener la mentalidad masculina en este caso, pero sin dudas estaban tomándose un tiempo —murmura Erick, mordisqueando el borde de una costra. Sus ojos están fijos en la pantalla, por lo que Joel no se siente tan raro por observarlo un momento.

— Bueno, Rachel siempre ha sido un poco tensa, ¿no lo crees? —añade distraídamente, sonriendo cuando Joel resopla. Luce muy bien. No es que Joel nunca se haya dado cuenta antes, pero es un poco diferente cuando han pasado los últimos cinco días describiendo varios actos sexuales que les gustaría realizar el uno al otro.

— Estás mirando, Pimentel —susurra Erick sin voltear a verlo, con una sonrisa acechando sus labios. Se mete lo último de la corteza en la boca—. No puedo ser más fascinante que Ross y Rachel.

— Pero lo eres —dice Joel. No tiene la intención de decirlo; simplemente le sale.

Cuando Erick lo mira, sus ojos están más abiertos que lo normal. Joel no está acostumbrado a sorprender a Erick, así que esto le parece una pequeña victoria.

Hay un momento en el que solamente se miran el uno al otro, y ambos sonríen, y Joel no recuerda haber querido a nadie tanto así.

Se inclina hacia delante y Erick gira la cara.

Joel se queda mirando estupefacto al costado de la cara de Erick. Erick traga una vez, dos veces, su garganta se mueve mientras lo observa.

— Me voy a dormir, creo, ha sido un largo día —su voz suena temblorosa, y parece decidido en no hacer contacto visual con Joel.

Maldito idiota, es lo que piensa Joel, pero en realidad, todo lo que dice es un suave:

— Bien, está bien, Eri. Buenas noches.

Erick finalmente lo mira, trata de sonreír y falla. Se para, despeina el cabello de Joel como si no acabara de hacer que su corazón se hundiera, y sale del cuarto.

Joel no se mueve por un buen tiempo, preocupado de que si lo hace estallará en lágrimas o algo igual de ridículo. Cuando logra sacar al menos sus piernas del sofá, entierra su cara en sus manos, aún sin lágrimas.

— Maldita sea —murmura en voz baja—. Maldición, maldita sea, maldita sea.

Silenciosamente pone el resto de la pizza que no terminaron en el frigobar, luego apaga la televisión. Se para en el centro de la habitación por un momento antes de patear la mesa con tanta fuerza que una de las tazas se cae al suelo, partiéndola.

Piensa que probablemente debería limpiarlo, se pregunta si Erick lo escuchó desde la habitación de al lado, se pregunta si a Erick le importa.

Joel apaga la luz y sube a su cama.

Telefonía |  Joerick Where stories live. Discover now