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Joel no responde, solo se lame los labios y se queda en la línea.

— Es lo que pensaba —Erick suena más apacible ahora—. No sé por qué esto es más fácil para mí sin mirarte, ¿de acuerdo? Pero lo es, ¿ok? Lo es, y no sé por qué no puedo decirte estas cosas cara a cara. Pero no actúes como si yo fuera el único involucrado en esto porque podrías haberlo terminado en cualquier momento. Podrías haberte detenido cuando se volvió demasiado.

— Me gusta que sea demasiado. No quiero parar —responde Joel con otro escalofrío—. Solo-, solo cállate y habla—no tiene sentido, pero Erick sabe exactamente lo que quiere decir, y el volumen de su voz disminuye.

— ¿Estás duro? —le pregunta en voz baja—. Sí, sé que lo estás. ¿Ya estás desnudo?

— Sí —responde Joel, empujando sus boxers a través de sus piernas. Envuelve una mano alrededor de sí mismo en un movimiento automático—. ¿Y tú?

— ¡Estoy en el sofá! —Erick suena escandalizado—. ¡Otras personas se van a sentar aquí! —hay un momento de silencio donde los labios de Joel se contraen en una sonrisa—. Está bien, ahora sí lo estoy.

— Putita —se ríe Joel, sonriendo ante la forma en la que Erick se queda sin respiración—. ¿Te estás tocando? —Cae fácilmente en este ritmo, como si esto fuera normal ahora, porque lo es.

— Mhmm —Erick afirma, respirando pesadamente en el teléfono—. Pensando en cómo te debes ver en este momento.

Joel deja escapar un silbido de aire muy tembloroso. — ¿Sí? —su voz es débil—. Eso es... Podrías venir a ver si quisieras.

Hay una pausa en el otro extremo.

— No me presiones, ¿de acuerdo? —Erick suena más dócil de lo normal, y Joel traga, asintiendo antes de darse cuenta que es un tonto.

— Está bien —dice—. ¿En qué estás pensando ahora? Piensa en cómo te chuparía —ordena antes de que Erick pueda responder.

Erick gime en el teléfono y Joel se aferra al sonido.

— Me vas a matar —suspira Erick sin aliento—. Tienes los labios para eso y todo....

Joel lame sus labios, sintiendo que sus mejillas se sonrojan.

— Quiero hacerlo —gime, golpeando la cabeza contra la almohada.

— Tus labios son todos rosados y suaves... Se ven suaves —murmura Erick—, como si se sentirían bien. Te quiero ver haciéndolo.

Joel gime en una mezcla de frustración y excitación.

— Eres tan... jodidamente confuso —se las arregla para decir antes de desarmarse, las imágenes en su cabeza demasiado fuertes como para resistir más.

Te quiero, Joel cree oír, pero con la sangre golpeando en sus oídos podría haber sido cualquier cosa.

Telefonía |  Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora