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Joel se recuesta en su cama después de desnudarse hasta sus bóxers, suspirando y mirando al techo. Está avergonzado ahora, a raíz de lo exagerado que reaccionó. No es que Erick esté tratando de molestarlo. Erick simplemente no entiende. Y por supuesto que no, él no es quien quiere más de lo que debería.

Ni siquiera es como si fuera gran cosa. Nunca quiso que fuera tan importante, y no lo era, en realidad, hasta que comenzaron a hacer esa estupidez por teléfono.

Ahora eso es todo en lo que Joel puede pensar. Es todo lo que puede imaginar cuando se toca, incluso cuando Erick no le está hablando a través del teléfono.

La primera vez había sido... bueno, mucho menos incómoda de lo que había pensado que sería. Joel solo había murmurado distraídamente que estaba súper caliente y Erick se había ofrecido a ayudar.

— No es para tanto —había dicho entonces—. No es como si estuviéramos haciendo algo. Sólo te hablaré hasta que termines.

Accedió sin pensarlo mucho, porque eso le parecía jodidamente increíble, pero ahora es todo este lío. Sabía que Erick no se sentía de la misma manera, desde el principio lo había tratado como un plus para su amistad, en lugar de una distorsión de su amistad en algo diferente.

Sin embargo, es diferente. En la mente de Joel, al menos, y sabe que necesita aceptar el hecho de que su mente es el único lugar en el que siempre lo será.

Se sobresaltó de sus pensamientos por el áspero zumbido de su teléfono contra la mesita de noche, y lo miró por un momento. Todavía está zumbando, así que no es un mensaje de texto, pero no hay forma de que sea lo que piensa que es. No hay manera de que Erick sea tan estúpido.

...Sí, hay, aparentemente, cuando Joel se inclina y ve la pantalla proclamando que Erick Brian Colón Arista lo está llamando.

Suspira y contesta el celular, acercándolo a su oreja.

— Te das cuenta que estamos literalmente a unos seis metros de distancia en este momento... —señala cautelosamente.

— Yo diría que son más como cuatro —responde Erick, y su voz está un poco ronca.

— Mala mía —murmura Joel—. ¿En serio estás tratando de hacer esto ahora?

— ¿Qué llevas puesto? —Erick responde en lugar contestar la pregunta.

— Erick —se queja Joel, dejándose caer sobre su cama—. No estoy de humor.

Hay un momento de silencio borroso en el que Joel cree que Erick podría haberle colgado.

— ¿Realmente piensas en chupármela? —pregunta finalmente, y Joel se queja de nuevo.

— Pienso en muchas cosas —dice, frotándose el pelo con su mano—. ¿Puedes dejarme en paz ahora?.

— Todo lo que tienes que hacer es terminar la llamada, Joel — responde Erick. Hay un tono más oscuro en su voz de repente.

Joel se mueve por el escalofrío que envía a través de su cuerpo, e intenta ignorar el hecho de que se está endureciendo en sus boxers.

— Solo cuelga el teléfono.

— Erick-.

— Joder, termina la llamada si no la quieres —interrumpe Erick con un gruñido. No puedes.

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