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Continuación del 28/12/18

Jimin se detuvo unos segundos al frente de la puerta, pensando si era realmente lo correcto. De todas formas, no tenía otra alternativa.

Estaba solo. Jungkook literalmente le había corrido de su apartamento hace dos horas y aún seguía sin poder creérselo del todo. Había sido tan irreal y todo había pasado tan rápido, que cuando salió del edificio, no supo qué hacer, ni a dónde ir.

Se sentía devastado y destrozado en la peores formas posibles. El dolor en su pecho no se iba, simplemente no lo hacía. Y esque Jungkook y él nunca habían discutido a tal grado de no querer ver al otro. Se sentía demasiado mal por sabía que todo era su culpa, su maldita culpa. Sabía como iba a acabar y aún así lo hizo.

Aunque lo que más le desconcertaba ahora, era que literalmente a su novio le valió un carajo el que fueran casi las doce de la noche y estuviese ahora mismo solo en oscura calle. Pero bueno, tenía sus razones y duramente Jimin las aceptaba. Lo que hizo no tenía perdón. En fin, hubo un momento en que se asustó al no saber qué hacer. Sintió frío y quiso regresar, quiso resguardarse en los cálidos brazos de Jungkook y que todo lo que ocurrió se esfumara de sus mentes.

Pero ahora era imposible, no podían volver. Jungkook no quería verle, estaba enfadado y esa era la realidad.

Después de unos minutos, se le ocurrió una idea. O mejor dicho, alguien llegó a su cabeza. Así que sacó su celular y buscó su número, los cuáles habían intercambiando la última vez que se vieron. Además, era la única persona, a excepción de Jungkook, que conocía en Seúl. Estaba desesperado, y era su única salida. Nada perdía con intentarlo. Así que se obligó a recuperarse, pues no había dejado de llorar y después llevar el celular a su oreja.

Minutos después, aquí estaba. Al frente de la casa de Dowoon, con su maleta en su mano.

Sin dejarse más de rodeos, suspiró hondo y tocó el timbre.

Espero un segundo, dos segundos, tres segundos y finalmente el rostro del chico pelinegro, envuelto en una pijama y con el cabello desordenado, le recibió.

—Oh, Jimin. Adelante —pidió amablemente el chico, tomando la maleta del pelirosa y dejando que entrase a su hogar.

Jimin, algo tímido lo hizo. Había llamado a Dowoon a altas horas de la noche, pidiéndole el favor de pasar la noche en su casa, pues había tenido algunos problemas con Jungkook y debía tomar el primer vuelo mañana a Busan. El chico, algo confundido, aceptó.

—Preparé el sofá para que te sientas cómodo y puedas dormir en él —explicó Dowoon, algo incómodo— Mhm... ¿Quieres algo de tomar? Puedo traerte un té, una chocolatada o algo.

Jimin se sentó en el sofá y levantó la mirada hacia el pelinegro, dedicándole una pequeña sonrisa.

—Muchas gracias Dowoon, pero estoy bien. Ahora sólo me gustaría dormir.

El chico levantó las cejas y asintió con la cabeza.

—Oh, claro —caminó hasta las escaleras que dirigían al segundo piso—Puedes despertarme si necesitas algo, yo estaré en mi habitación.

—Gracias, buenas noches —se despidió con la mano.

—Descansa.

Finalmente Dowoon comenzó a subir las escaleras hasta perderse en ellas. Fue entonces cuando la sonrisa de Jimin se borró de a pocos, pasando a una larga mueca de dolor. Se recostó débilmente sobre el sofá, tapándose con las cobijas mientras las imágenes de los acontecimientos de hace un par de horas regresaban a su mente. Sin darse cuenta, ya estaba sollozando en silencio con un terrible y molesto nudo en su garganta.

Mondays ❀ kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora