Capítulo 3

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El rubio se encontraba caminando por los pasillos. Estaba a punto de llegar a la sala común de Gryffindor, cuando en eso la castaña se apareció en su campo de visión. Se detuvo abruptamente y se sostuvo el pecho. Sentía que su corazón estaba a punto de salírsele.

— Tranquilo, Draco. No vayas a actuar como un idiota enfrente de ella — se regañó a sí mismo, aprovechando que la castaña se encontraba teniendo una breve conversación con Hannah Abbott. Una vez que la chica de Hufflepuff se fue, apretó los puños para armarse de valor — bien. Aquí voy — caminó a paso decidido hacia la chica — hola — Hermione se giró y le dedicó una tímida sonrisa.

— ¡Hola, Draco! No pensé encontrarte por aquí.

— El plan inicial era esperarte afuera de tu sala común. Pero no salió conforme al plan, debí llegar antes — se llevó una mano al cuello como gesto de nerviosismo.

— No te preocupes.

— De acuerdo — observó de reojo que varios alumnos los estaban observando con expresiones de asombro y terror, cosa que le causaba mucha gracia — ¿Vamos al gran comedor?

— Sí. De hecho estoy muy hambrienta.

El rubio asintió y le extendió el brazo — las damas primero — la castaña le susurró las gracias y comenzó a caminar. El ojigris la siguió silenciosamente.

Al llegar al gran comedor, se percataron que habían pocos estudiantes de Ravenclaw y Hufflepuff almorzando. Draco y Hermione eran los únicos de sus respectivas casas. Se sentaron en la mesa de los leones, y comenzaron a almorzar silenciosamente. Draco pensaba en temas para sacarle conversación a la chica, mientras que ella de manera inconsciente, dirigía la mirada hacia el rubio, lo cual por consecuencia hacía que la castaña dejase de comer. Y cuando él le devolvía la mirada, Hermione se volteaba apenada.

— Esto se está volviendo fastidioso.

— ¿Ah? — ella negó la cabeza — ¿De qué hablas?

— Todos se nos quedan viendo. Al principio me parecía gracioso... — ambos miraron hacia sus alrededores y se percataron que la mayoría de las miradas estaban fijas en ellos, mientras otros alumnos aprovechaban para cuchichear entre sí sobre ellos — pero ahora no sé si podré lidiar con ello.

— Ayer dijiste que no te apenaba que te vieran conmigo.

— Y aun lo sostengo. Pero al menos ayer no se nos quedaban viendo como idiotas y nos dejaron cenar a gusto.

— Draco...

— Perdóname — él agachó la mirada — sé que te dije que estoy esforzándome para ser una mejor persona. Pero con esto... — suspiró — me es imposible el no ser grosero.

— No te preocupes. Es comprensible. Yo también hubiera reaccionado de esa manera.

— ¿Lo dices en serio? — ella asintió. Draco le dio un enorme trago a su jugo de naranja, se levantó y se paró encima de la mesa.

— ¿Qué es lo que...? — no pudo completar la frase ya que él comenzó a hablar. Todas las miradas estaban fijas en él.

— ¿Me permiten su atención? Sí. No es producto de su imaginación. Hermione Granger y yo, Draco Malfoy, somos amigos. Y no solamente soy amigo de ella, sino también de Harry Potter, Ron y Ginny Weasley, Neville Longbottom y Luna Lovegood. Ahora que ya se saben el "chisme" completo — hizo comillas con sus manos al pronunciar la palabra chisme — ¿Podrían dejar de observarnos para que podamos almorzar en paz? — no esperó respuesta de nadie — gracias — tomó asiento en su lugar y la castaña le dio un pequeño empujón en el hombro — ¿Qué?

— ¡Eres increíble, Draco Malfoy! — negaba la cabeza mientras sonreía ampliamente.

Él se encogió de hombros — Te dije que te demostraría que no me da pena que me vean contigo.

— ¡Ahora todo Hogwarts lo va a saber!

— ¿Qué más da? Por mí que lo sepan todos.

~ ~ ~

Draco y Hermione convivieron juntos todo el día. Fueron a la biblioteca, a petición de la castaña. Mientras ella leía, él aprovechó para tomar una pequeña siesta. Después en la tarde fueron a visitar a Hagrid, a petición del rubio ya que él quería disculparse con él por sus actitudes (en especial quería disculparse por lo sucedido en tercer año). Al terminar de cenar en el gran comedor, se dirigieron hacia los jardines de Hogwarts (en su lugar especial, para ser específicos) para platicar un rato antes de irse a dormir.

— Quedé muy lleno con la cena de noche buena. ¿Sabes? Por un momento pensé que Hagrid no me perdonaría. No se veía del todo convencido.

— Al principio es complicado de asimilar. Así me pasó a mi... — esbozó una mueca al ver que él adoptó un semblante triste — pero en el transcurso del día, me he dado cuenta que en verdad estás dando tu mayor esfuerzo por ser mejor persona — colocó su mano encima de la del chico — y es algo que admiro de ti.

Draco le dio un suave apretón de mano y sonrió — gracias.

— ¿De qué?

— Por creer en mí.

— N-no tienes de que agradecer. Lo digo en verdad — alejó con lentitud su mano de la de él — ahora que lo pienso: ¿Por qué no dices mi nombre, tal y como lo hiciste en el gran comedor? ¡Me frustra!

Él rió — ¿Por qué te frustra?

— Porque no lo haces con la misma frecuencia con la cual yo digo tu nombre — le sacó la lengua.

— Está bien, Hermione — la castaña al escuchar su nombre, proveniente de los labios del rubio, sintió un pequeño estremecimiento — diré tu nombre cada que tenga la oportunidad de hacerlo... Hermione — tomó con delicadeza su mano de nueva cuenta — Hermione — le dio un beso en el dorso de la mano, a lo cual ella abrió los ojos como platos — Hermione... — susurró. Cerró los ojos y le dio un beso cerca de la comisura de sus labios.

Se quedaron cerca el uno del otro unos cuantos segundos, hasta que Hermione terminó con dicho contacto.

— Creo que lo mejor es que nos vayamos a dormir — se incorporó y él hizo lo mismo.

— ¿Te puedo acompañar hasta tu sala común?

— Claro. No hay problema — y juntos caminaron por los pasillos.

— ¿Qué te parece si mañana vamos de paseo a Hogsmeade?

— Me agrada la idea.

~ ~ ~

Al día siguiente, Hermione se levantó muy temprano. No había conciliado del todo el sueño ya que no paraba de pensar en las acciones de Draco al estar en los jardines. Se dirigió hacia el gran árbol de navidad que se encontraba situado en el centro de la sala común. Debajo de este se encontraban varios regalos. De sus padres, de sus amigos, y había uno que no tenía remitente. Sus padres le habían regalado libros, mientras que sus amigos le regalaron dulces y unos suéteres. Había dejado para el último el regalo que no tenía remitente. Lo primero que hizo fue oler las flores que estaban al lado de este.

— Huelen delicioso — agarró el regalo y sacó de este una tarjeta — "Para Hermione Granger: La chica más inteligente y más linda que han visto mis ojos" — leyó en voz alta — ¡Conozco esta letra! ¿Será posible...? — de la bolsa de regalo, sacó la pequeña caja y al destaparla se emocionó al ver el collar — ¡Es hermoso! — sus ojos comenzaron a cristalizarse — eres increíble... Draco Malfoy — sonrió y se puso el collar. 

Un amor imposible puede ser posible [Dramione] ©Where stories live. Discover now