Nueve

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Aquella noche había sido tan dulce que temí sentir el amargo en mis labios al despertar y la verdad es que tuve miedo, mucho miedo.

Incluso al sentir que era hora de abrir mis ojos hice lo posible para mantenerlos cerrados un poco más.

-Buenos días- susurró esa voz tan cálida y gruesa al mismo tiempo -Él desayuno está en la mesa- repitió mientras una sonrisa aparecía en mis labios y lentamente quitaba de mi cuerpo las cobijas.

-Solo quedémonos un segundo más así, por favor- acuse acomodándome más en sus brazos y volviendo a cerrar mis ojos.

-Casi es medio día- replicó -Pero quedémonos solo una rato más- apoyó su mentón sobre mi cabeza, mientras yo descansaba mi cabeza en su pecho desnudo, apreciando ese aroma lavanda que parecía muy natural en él.

-Tae- susurre mientras dejaba un beso en su cuello

-No hagas eso- rogó mientras su cuerpo se tensaba       -harás que luego no te deje salir de esta casa- recalco jugado con mi cabello y sin darme cuenta tomó mi pequeño cuerpo en sus brazos y lo arrastró fuera de la cama.

-Oh por favor- exprese mientras él corría con mi cuerpo hasta la cocina.

Al ver como en la mesa habían varios tipos de comida me quedé sorprendida y también me cuestioné de cuánto más él debió haber despertado para poder preparar esos platos.

-Dios mío eso se ve delicioso- expuse cuando Taehyung me sentó en una de las sillas de la mesa.

-Espero que te guste- dijo emocionado sonriendo y orgulloso de lo que estaba en la mesa.

Aquel desayuno había sido unido con el almuerzo pues en ese momento comí tanto, como nunca lo había hecho y a parte me di cuenta lo mucho que a Taehyung le gustaba cocinar cosas que no eran nada saludables por así decirlo.

Ese día me di cuenta lo interesante que era la vida del Señor Kim y cuánto había logrado realizar en su vida pues a diferencia de miles de personas él era alguien que había cumplido casi todo lo que se había propuesto.

Y la verdad es que llegue a entender lo increíble que podía ser la vida de un adulto que amara vivir.

Aquellas palabras que salían de sus boca y como sus ojos brillaban mientras me contaba experiencias  sobre lo que sentía tras realizar una operación, te hacía considerar lo hermoso que puede ser la vida de alguien que a diario salva la vida de muchas personas. Incluso me hablo sobre como sus padres en un principio no habían estado de acuerdo de que siguiera aquella carrera pues lo más coherente era que siguiera el legado del negocio familiar pero este se había negado pues había descubierto que su pasión era otra y que tras años de no hablarse finalmente se habían reconciliado.

Tras acabar de comer ambos nos sentamos en esa misma sala donde una noche antes había empezado todo, mientras mirábamos un par de episodios de la serie "House" y este decía que eso no pasaba en la vida real ya que nadie podría dar análisis así de arriesgados ya que la vida de los pacientes corrían peligro y si los doctores hacían eso podían ser demandados.

El tiempo transcurrió tan rápido que ni cuenta me di cuando anocheció hasta que mi barriga rugió dándome a entender que había vuelto a tener hambre.

-¿Tienes hambre?- cuestionó mirando mi barriga y permitiendo que una risa se asomara a sus labios-Debiste haberme dicho ¿quiere que pidamos comida?- preguntó acariciado mi cabeza como si yo fuera su mascota pequeña.

Yo solo me limite asentir con la cabeza.

Con tan solo una llamada pidió una pizza, lasaña y cola, y mientras como dos perros hambrientos parados junto a la puerta permanecíamos, algo más que conversaciones surgió en nosotros, así como si toda aquella tarde mientras yo permanecía arrimada a su cuerpo él se hubiera estado conteniendo pues ahora este parecía estar más que desesperado por volver hacer que nuestro labios empezaran a danzar, luchado por tomar el control.

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