Capítulo 12.-Embriagados de amor.

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Capítulo 12.- Embriagados de amor.

¿Cuáles eran los ingredientes para un buen desastre?

Katsuki empezaba a sospechar que los tenía por completo. No debía malinterpretársele, no le deseaba para nada el mal a Kyoka Jiro y al bastardo nerd, pero si lo ponías en una balanza, hasta le parecía irónico estar en esa clase de situación.

A días de celebrar la boda de ese par que parecía sacado de una serie de comics para adolescentes y no una pareja de prometidos enamorados, sentía que se daría un tiro. Aunque por las razones equivocadas.

Se sabía perfectamente encandilado con el nerd, estaba consciente de que todo de él le encantaba como nunca creyó, superaba los límites y toda barrera. Izuku le traía loco y a veces le abrumaba el no saber cómo lidiar con aquello. Claro, tenía esos pequeños inconvenientes de planearle bodas como desesperado y buscarle novia como si él fuese un experto en relaciones. No lo era, ahí estaba la cuestión y si de verdad tuviese los huevos como tanto presumía en otras situaciones, ya se habría raptado al cabeza de papel maché verdoso hasta hacer que lo amara como él lo hacía.

De acuerdo, eso fue patético.

Hizo una mueca volviendo su atención a los mensajes que Hanta Sero le había enviado. Eran fotografías de notas que llevaban días recibiendo y sabía muy bien por qué razón las tenían. Sakura's Bottom empezaba a decaer y aunque celebraba la desgracia de ese bastardo mitad-mitad, odiaba con todo su ser las trampas y el juego sucio. Él se consideraba perfectamente capaz de destruir a sus enemigos con sus propios dotes, no a base de chantajes o sabotajes de mierda.

Que alguien siquiera insinuara que él necesitaba esa clase de trucos, simplemente le ofendía y demasiado. Lo suficiente para tomar cartas en el asunto, empezando por visitar la cocina de Sero Hanta e interrogar a base de amenazas de muerte y palabras altisonantes a cada uno de los empleados del sitio.

Claro, para poder meterse de lleno a una investigación, necesitaba primero deshacerse del par de sanguijuelas que le seguían a todas partes e insistían en llevarle de un lado a otro. Y sí, se refería a los futuros esposos, el cabezón verde sucio y la bocina andante.

Inicialmente, al verlos llegar a su despacho en aquel día, alegando tener todo un itinerario que cumplir antes de ir a su clase de fotografía con la madre del bicolor parlante, hizo lo habitual en su forma de ser: mandarlos a la mierda.

Cuando aquello no funcionó, recurrió a sus montañas de trabajo y lo ocupado que estaba como para aguantarles. Deku, atento y servicial como era, se ofreció a ayudarle en todo pendiente que estuviese en sus manos, con Jiro secundándolo al estilo de un loro. En menos de un par de horas, toda su documentación había disminuido gracias al arduo empeño que Deku ponía en cada uno de los encargos y la buena comunicación que Kyoka lograba con los demás.

Por lo que sin más excusas, tuvo que ser sincero y contarle a esos imbéciles lo que estaba ocurriendo con el restaurante de Todoroki y los anónimos que habían empezado a llegar a la cocina del chef Hanta. Luciendo por primera vez preocupado y serio ante el asunto, el nerd propuso visitar el restaurante e ir más allá de las dudas que generaba el asunto. Tenía todo su apoyo para dar con el responsable de semejante treta de mal gusto contra su amigo. Jiro, sin darle importancia realmente, pero apoyando a su futuro esposo, aceptó la travesía y los tres fueron directo al restaurante.

Obviamente, ninguno se esperó encontrar ahí a Kirishima con su flamante novia.

Katsuki no era estúpido, a pesar de comportarse como uno al regalar al hombre del que estaba enamorado a otra, él era una persona muy intuitiva y astuta. Se veía regularmente con su amigo, casi todas las noches salían a beber por ahí para eliminar el estrés de una jornada laboral pesada. Pero encontrárselo cada vez que visitaba a Hanta Sero, rondando por ahí como si nada con su noviecita, le hizo dudar demasiado. Una vez era casualidad, dos veces era coincidencia, tres... algo premeditado.

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