Parte 13

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Cuando era pequeña, tenía un sueño recurrente, un pequeño de ojos azules con el que jugaba, le cantaba canciones y se dormían juntos, esos ojos son como él, yo solo los veo, los busqué y no los encontré, recordó que aceptó a Giovanni por el color de sus ojos y su carácter opuesto a ella, sin embargo, no era él a quien buscaba, cada vez que soñaba con ese pequeño, se despertaba con lágrimas y una sensación de tristeza.

Luego se fue a ver que es lo que había traído ese joven a la habitación, fue cuando se cayó de rodillas al suelo, estaba absorta y asombrada por lo que había en esa fuente -no puede ser- se dijo, pero al ver el té, los scones, las mermeladas y una hermosa rosa roja en hermosas vajillas, eran cosas que a ella le encantaban, gustos que ella solo sabía, porque, usualmente no podía comer scones o algo parecido, así que se conformaba con galletas.

Su vida había sido algo caótica, una tía le había criado, puesto que, sus padres se encontraban

trabajando, vivía en Australia, pero había nacido en Inglaterra, sin embargo no fue registrada ahí sino en Australia; su tía fue como su madre, le enseño las tareas domésticas, a tejer y remendar, jardinería y cocinar; la pequeña Alice fue feliz así hasta los 15 años, cuándo sucedió que su tía falleciera, la joven se desquebrajo, sin embargo, un recuerdo de un joven de ojos azules la reconfortaba, le daba ganas de buscarlo, pero lo había buscado en el país en el que estaba - puede ser que ya lo había visto -se decía, tengo que saber quien es él.

Ya a los 18, quería conocer otros lugares y estudiar para poder solventarse ella sus gastos, Alice estaba estudiando literatura, amaba los libros, tenía una hermosa biblioteca con mira al patio de rosas que orgullosamente cuidaba.

Fue en está época donde conoció a Giovanni, joven francés que residía en Australia por estudios, fue amor a primera vista para él, ella era una joven cotizada, pero que no hacia caso a los demás, orgullosa y seria en los estudios, era un resumen de su perfil estudiantil, eran pocas sus amistades, así que el joven insistió y su persistencia lo premió con estar junto a ella.

Alice estaba inquieta, por esta bandeja, los scones era una receta que su tía le hacía para tomar el té, cuando falleció la joven lo hacía sólo para ella misma, ya que, a la mayoría no le parecía agradable ni a Giovanni, por eso tomaba el té con galletas.

Alice: ¿Quién eres tú? Respóndeme (mirando a la puerta de la habitación).

Alfred, quien se encontraba en la puerta, la abrió y dijo: Debes de recordar quién soy...tu me conoces...

Alice (levantándose): No se quien eres, dime como sabes de esto (señalando la bandeja).

Alfred: Son tus dulces favoritos, tu té que siempre te ha gustado y la rosa que siempre te ha cautivado.

Alice: ¿Desde hace cuánto tiempo me haz observado?

Alfred: Recién te acabo de encontrar el día de ayer.

Alice: ¿encontrar? ¿Me buscabas?¿con que intención?

Alfred: Debes recordar o no quieres recordar.

Alice: Escuchame, no se que pasa por tu cabeza, pero lo que si sé, es que éstas ante la persona

incorrecta.

Alfred la miró, sonrió y dijo: Tú no haz cambiado en nada.

Alice se quedo contemplando esa sonrisa cálida, se acordaba del pequeño de sus sueños, es él se decía.

Alice no dijo nada, agachó la cabeza absorta en sus pensamientos, lo cual fue aprovechado por Alfred, quien atinó a retirarse cerrando la puerta.

La joven recordaba una y otra vez a un dulce niño de ojos azules, tenía una sonrisa cálida - se decía - esta persona no puede ser ese pequeño, son distintos. Mientras ella deliberaba sobre ese recuerdo Alfred recibió una llamada.

Alfred (contestando su celular): ¿Qué pasa Mathew?

Mathew: Alfred, necesitamos tu firma para el convenio ¿Dónde éstas?

Alfred: Mathew, he dejado una carta poder con Tina para que tú firmes en mi reemplazo, sabes deseo tomar unas vacaciones de la compañía, se que puedes arreglártelas, así que da tu mejor esfuerzo.

Mathew: Es mucha la responsabilidad y sabes que la dirección no se me da mucho, regresa luego puedes tomar vacaciones planificandolo...

Alfred: Está Tina contigo, ella sabe el manejo de la dirección y por favor hermano no dudes de tus propias habilidades, eres bueno para saber el futuro de los contratos, dejaselo lo demás a Tina y al equipo.

Mathew: Pero...¿es esto porque no lo encuentras?

Alfred: Necesito un descanso, eso es todo.

Mathew: Esta bien, ¿dime dónde éstas?

Alfred: Estoy en casa hermano.

Mathew: Ya veo, cualquier novedad te comunicare...esperó que ahora te tranquilices...

Alfred: Eso haré, adiós Mathew.

Mathew: Adiós, Alfred.

El americano colgó la llamada, esbozó una sonrisa y se dirigió hacia el primer piso de la casa, la cual era gigante, parecía una mansión con hermosos acabados y detalles al mínimo.

Mi deseo, Tu deseoWhere stories live. Discover now