Parte 16

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Alfred bajó las escaleras rumbo a una habitación, la cuál sería la cocina; a lo que Alice se dirigió por la puerta principal para comprobar si estaba cerrada, lo cual era cierto, lo mismo con las ventanas que estaban forradas de negro al igual que su habitación, no hay salida - pensó - a lo que escuchó un ruido que provenía del lugar a donde se había dirigido el joven de ojos azules, ella se acercó y pudo ver que se había lastimado un dedo, probablemente al querer freír algo, puesto que, la sartén estaba puesta.
Alfred: Maldición, Mathew es el que sabe de estas cosas.
Alice (río): Eres muy cómico.
Alfred: ¿Qué haces aquí?
Alice: Las puertas y ventanas están cerradas, como estoy siendo retenida al menos no quiero morir de inanición o envenemiento a causa de tu comida.
Alfred (sonrojado): Lo que hice ayer ¿estaba bien o no?
Alice: Solo tome el té, le faltaba mejor ejecución en su preparación.
Alfred: Eres muy exigente.
Alice: ¿Que te parece si yo cocinó?, señor secuestrador.
Alfred: Llámame Alfred y por mí puedes hacerlo no haré nada.
Alice: ¿Qué ibas a cocinar?
Alfred: Huevos revueltos...es que me gustan en el desayuno desde pequeño.
Alice: Oh, está bien, los haré, así que retirate de la cocina.
Alfred: Siempre la cocina ha sido tu territorio.
A lo que se alejó del lugar, Alice preparaba todo, a lo que pensaba que esto le resultaba familiar, no la acción de cocinar en si, sino la de cocinar para él, sin pensar mucho en ello, término de preparar todo, Alfred vino enseguida al no escuchar ruidos de la estufa.
Alfred: ¿Ya está?
Alice: Si, pon la mesa, mientras acomodó todo en los platos.
Alfred: Esta bien.
Él se disponía a poner todo en orden, llevó los platos y los cubiertos. Ella había preparado huevos revueltos con tocino, pan, café y té negro que encontró.
Alfred: Haz mejorado en la cocina. (Mientras comía)
Alice (sonrojada): Tú nunca haz probado mi comida, ¿de qué hablas?.
Alfred: Siempre probaba tu comida (sonrió). Te acordaste que me gusta el café (mirando la taza que era para él).
Alice: Yo...yo creí eso por lo mal que preparaste el té.
Alfred: ¿En serio era tan malo?
Alice: Era de un principiante.
Alfred: Él experto en té eras tú, yo solo tomaba café.
Alice no dijo nada y solo atinó a desayunar, al igual que el joven. Él se levantó y cogió la vajilla diciendo, yo lavaré los trastes, al menos haré eso para que no te quejes; lo cual asintió la joven con una sonrisa.
Después de ello, Alfred le dijo que lo acompañe a una habitación, ella accedió, siguieron hasta entrar a un cuarto que era una biblioteca enorme, habían diversos libros, divididos por tomos y materias.
Alice: Wow, todo esto...
Alfred: Son los libros que haz coleccionado, en serio, cada vida vas alimentando está biblioteca y lo más extraño es que cuando estaban los niños no los descuidabas a ellos ni a este cuarto.
Alice: ¿Son todos mis libros? ...¿niños?
Alfred: Si, son tus libros...si, hemos tenido hijos como cualquier pareja (sonrió) - se acercó a un lado del estante central que había que eran libros de niños - ves, les dedicabas a ambos tu tiempo.
Alice (sonrojada) : ¿mamá ganzo esta ahí?
Alfred: Si, es uno de tus cuentos favoritos.
Alice: ¿Puedo leer algo?
Alfred: Es tu biblioteca, no me pidas permiso.
Alice no dijo nada y sacó un libro de poemas, lo cual se puso a leer en el escritorio que estaba en el centro de la habitación, por su parte, Alfred se retiró.
En España, Giovanni había ido al punto de encuentro para obtener información sobre Alice y su paradero; en el lugar se encontró con un joven de larga cabellera rubia y ojos azules, me presento - dijo - soy Francis Bonneflay, puedes llamarme Francia.
Giovanni: ¿Francia? Un país, lo siento creo que esto es una equivocación.
Francia: ¿No quieres saber donde está tu damisela?
Giovanni:Dime ¿dónde está?
Francia: Muy bien joven, la chica no está en este país, ella de seguro está en Estados Unidos o en Inglaterra.
Giovanni: ¿cómo puede ser posible eso?
Francia: El chico que la secuestro tiene influencias, si quieres saber su ubicación exacta tendrás que esperar a que acceda a más información.
Giovanni: ¿Ella está bien? Dime
Francia: Ella no va a salir lastimada, ese chico no la lastimará, pero si puedes llegar a perderla.
Giovanni: ¿Porqué dices eso?
Francia: El cruel destino...da igual, me da curiosidad el resultado... Te mantendré informado si se donde está.
Giovanni: ¿Porqué me ayudas?
Francia: Quizás puedas hacer lo que no pude hacer.
Sin mediar más palabras se alejó.

Mi deseo, Tu deseoWhere stories live. Discover now