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Dos mensajes





Llegué a casa más o menos a las 11:00 de la noche... Mi abuela estuvo esperándome y me regaño por no haberle avisado que su nieta llegaría tarde.
Igual no hubo peros, aunque ella no es de las ancianas que se duermen tipo 8 de la noche. No. Ella es como si tuviera 20. Que eso hasta lo había explicado por allá lejos...

Nos quedamos viendo televisión y comiendo ese día como hasta las 2 de la madrugada. No obstante, fui yo quien se quedó dormida de primero en el sofá. Es que a ella nunca se le acaban las energías. Si... A veces pienso que mi vida es un desastre, pero tengo razón en que me encuentro cansada. No sé porque. Pero es un poco absurdo, ¿No lo creen?
Ya no se que pensar acerca de todo. Que no soy una protagonista, no tendré lujos, ni tendré felicidad toda mi vida. Pero tengo presente que no me debo rendir y debo luchar por mis ideales como persona que soy y merezco tener.

Así de simple y un poco más allá pensé acerca de casi todo cuando me desperté y me quedé casi modo zombie en el sofá. Pensando en todo y casi nada. Pensando como una mundana. O como si fuera un nadie a que el mundo quiere tener de adorno y nada más y que hagan lo que quieran. Así... Que pensamiento. Juzguen ustedes. Juzguense ustedes mismos también. Y de pronto, de algún modo tendrá eso sentido.

Me levanté y cogí la sábana y me fui para la habitación de mi mamá, que ahora es mía. Me despojé de la ropa que tenía y me fui a a bañar. Dure media hora metida analizando todo otra vez. Y retomando todo de nuevo: mis decisiones.

— Abuela...

— Dime. —Contesta informal.

— ¿Sabes cuándo volverán?

No tengo porque preguntar más cuando ella ya sabe a quién me refiero.

— No lo sé muy bien... Pero me dijeron que en tres o cuatro meses.

Asentí con la cabeza.
Estarán afuera por mucho tiempo...
No sé si quedarme por ese tiempo o volver y tratar de buscarlo.
Pero también estoy lo suficiente cuerda para no cometer una locura y solo me quedaré el otro mes que me falta y volveré, me reorganizare y luego trataré de encontrarlo allá antes de que vuelva.


(...)


Han pasado tres semanas y solo faltan dos para volver a Londres. La verdad no te conté más porque no hubo nada histórico en mi vida. Solo salí, visitaba a mamá de vez en cuando. Me escape para ir a un concierto a las 3 de la madrugada. Pero no. No fue espontáneo. Al llegar habían policías requisando a todos y menos mal no me pillaron. Me escondí luego y me fui. No hubo nada entretenido la verdad...

Estaba caminando por el sendero de la calle por dónde vive mi abuela. Al alzar la mirada veo que un chico esta corriendo al otro lado de la calle, por dónde está la casa de Hans, me detengo en el momento en que llega a la casa de él y deja un sobre en el buzón. Frunceo las cejas al ver y pensar que es extraño. ¿Quién deja cartas cuando no hay ningún familiar? Y más, ese tipo no tenía cara de cartero.

Espero hasta que el chico se va, pero no sin antes mirar a los lados y en ese momento se queda viéndome y sale corriendo.

Me parece demasiado extraño...

Sigo caminando hasta llegar a la casa de mi abuela y cuando estoy subiendo las escaleras de la entrada me detengo y volteó la cabeza cual exorcismo me estuvieran haciendo hacia la casa de la Familia de Hans. Pienso en ir a ver qué hay en ese sobre. ¡Porque vamos! ¿Quién va abrir eso? Ellos es tan lejos. A veces mi instinto de chismosa me llama.
Me a seguro que no hay nadie a mi alrededor por un momento y cuando veo que no hay mosca que pique (no sé. Me lo inventé) avanzó directamente a la casa. Bueno, al buzón.

LA PROMESA Where stories live. Discover now