14. Solo era...

25 6 9
                                    








Otra carta...

Haber...
Una cosa de la que estoy segura es que llegue a Londres de nuevo. Compre un apartamento. Compre lo necesario ¿Y lo más extraño? Es que mi vecino es aquel chico que me tope cuando hacía de guía y cuando termine con Evans (para no mencionarlo de otra forma) y luego estaba en mi casa. Y me trajo pastel. Luego de eso me ayudó a pintar mi cuarto ¿Y saben que paso? ¡Que me quedé dormida cuando estábamos en el sofá hablando! Ojalá y sepan que si, que fue un sueño. ¡Soñé que lo había besado! Y lo más extraño es que dije que era Hans Pine.
Aline, ¿En serio eres tú? ¿En serio porque soñaste eso?
Disculpen. Pero es que ya no se que pensar. Hasta los sueños me quieren confundir.

Solo se que cuando desperté él dejó una notita diciendo:

Lo siento, te quedaste dormida y comi un pedazo del pastel. Luego te compro otro.

PD: ¿Que estabas soñando? Sonreíste en medio del sueño. Por cierto. Te ves linda incluso así.

Dios... ¿Este chico no puede ser más directo?
Juro que estoy que ardo del calor. Seguro tengo mi cara como un tomate. Y eso que él no está acá diciéndome eso de frente.
Nunca había conocido un chico más directo que él.
Pero soy yo una depravada. Y eso que no soñe algo sexoso. Solo... Fue un beso. Un besito.

Si, un beso que me dejó con pensamientos que... Ni mencionar.

Y bueno. Solo se que no sé cómo verle la cara a él... A Hans. Es que ni mencionar el nombre puedo.

— H-Ha... No puedo. Es raro. —— Lo digo como si fuera un maleficio que sé que podría salir mal si lo pronunció más de una vez. Cómo cuando te da cosa cuando quieres decir un nombre pero te hace recordar una persona en específico aunque no es esa persona pero al fin y al cabo es incómodo porque es esa persona que solo te viene a la mente y no la otra que tiene ese nombre.

Si, mero trabalenguas le meto yo hasta a mis pensamientos.
No digan nada. Ustedes lo han hecho más de una vez. Todo épico.

— No me dio ni su número...

¡Ja! El rey canto y los súbditos le aplauden.
Llegó a la cocina y en la nevera me encuentro con otra nota. El número de él.

Ahí tienes mi número. Siento no dártelo antes...

Si, yo soy el rey y él mi súbdito.
¿Entienden?
¿No? Bueno.

Saco de la nevera la torta y corto un pedazo.
Después de habermela comido lo segundo que hago es irme a bañar.
Siendo franca, no sé que hacer...

— ¡Estoy aburrida!

(...)

No sé si llamarlo... O no se...
¿Ustedes qué dicen? Lo voy a llamar.

Al segundo pitido me contesta.

¿Hola?

— Hola...

Disculpa, no sé quién eres...

— Ay Dios, disculpa. No recordaba. Soy Aline. Este es mi número. Me dejaste tu número... Lo siento.

Hola Aline. Me alegra que me hayas llamado. Ahora me aseguro de guardar tu número.

— Gracias. Este, mmm ¿Hasta luego? Ahora hablamos Hans...

Hasta ahora.

Y cuelgo. Dios, no sabía que era tan difícil hablar por teléfono. Y eso que ya lo había hecho. O sea, me refiero que... No era difícil antes. Este sí, vaya... Me volveré loca con tan poco. Y eso que no ha pasado mucho.

LA PROMESA Where stories live. Discover now