II

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¿Debería conocer a este hombre?

Se supone que sí, pero cuando eres una viajera interdimensional tus conocimientos del mundo al que has ido a parar son un poco... limitados.

Sí, sabía lo de Nadia y el conde Lucio básicamente porque trabajo de cara al público y a la gente le gusta cotillear sin mesura. También soy consciente del hecho de que había un médico involucrado en el asesinato de dicho conde, pero quién me iba a decir que este supuesto asesino estaba ante mis narices.

- ¿Quién eres?

- ¿Dónde está la bruja?

- Te he preguntado que quién eres.

- Y yo te he preguntado que dónde está la bruja ¿Quién eres tú, por cierto?

- I got voodoo, I got hoodoo...

- Ey, espera.

- I got things I ain't even tried!

Juro que mi magia no ha intervenido, bueno, quizá un poquito.

¿Qué le voy a hacer? Me encanta.

Y aún me gusta más cuando veo a las luces bajar y a las sombras crecer.

Ya lo decía antes, eso de cantar ayuda a canalizar mi poder.

Se pega a la puerta, como si una fuerza invisible lo obligara a ello.

Se llama miedo, querido. Aunque realmente no esté haciendo nada más que cantar y jugar con las luces, mis palabras le suenan extrañas y... aterradoras.

- ¡Tranquila! No vengo a hacerte daño, sólo quería ver a tu... ¿maestro?

- Asra no está ¿Quién eres?

- Julian.

Lo miró con la ceja alzada.

Quiero más información.

Seguiremos jugando a la hechicera peligrosa.

- And I got friends on the other side!

- Julian Devorak.

Devorak...

Espera, espera, espera.

- ¿Doctor Jules Devorak?

- Hacía tiempo que nadie me llamaba así.

- ¿Qué hace aquí el hombre más buscado de toda Vesuvia?

- Sólo... pasaba a saludar.

- ¿A Asra?

- Aha.

Mi maestro nunca me había hablado de él. Claro que, teniendo en cuenta sus habilidades comunicativas, no es algo demasiado grave.

- ¿Tú también echas las cartas?

- Sí, ¿por qué?

- Podríamos hacer una lectura rápida. Prometo que después me iré por donde he venido y no te molestaré más.

- ¿Y quién va a arreglar este estropicio?

- Tú eres la hechicera.

También es verdad.

- Sígueme.

Obedece, aunque si he de ser sincera, parece que ya se sabe el camino de antemano.

Lo miro con disimulo.

Es bastante alto.

Se está limpiando la sangre de la boca con uno de sus guantes y parece sumido en sus pensamientos, al menos por lo que puedo ver a la luz de mi fuego.

Enough [Julian Devorak, The Arcana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora