VII

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¿Por qué estoy aquí otra vez si se supone que mi trabajo para la condesa había terminado?

Yo tampoco lo tengo demasiado claro, pero el hecho de demostrar la inocencia de Devorak se ha convertido en una especie de obsesión. En el mejor de los sentidos, quiero decir. Salvar la vida de un hombre es algo bueno, no es como si me hubiera convertido en una especie de psicópata.

En fin.

El palacio es un lugar tranquilo, y estar rodeada de libros me ayuda a pensar. Si pudiera sumergirme en otros recuerdos como me ha pasado anteriormente sería lo ideal, pero de momento no he vuelto a ver nada. 

Una mano tímida llama a la puerta.

- ¿May? ¿Sigues ahí?

- Depende de quien lo pregunte. 

Por la puerta asoma una cabellera de color bronce.

- Deberías tomarte un descanso, ven a tomar el té conmigo.

Sé que Portia quiere algo más de mí que el hecho de que tome algo con ella y le haga compañía. Desde aquel episodio en la puerta de mi tienda no hemos vuelto a vernos a solas, casualmente siempre hay alguien rondando a nuestro alrededor, guardias, chambelanes y camareros por todas partes.

Supongo que el hecho de que sea ella la que se haya decidido a dar el primer paso es algo bueno.

- ¿Por qué no? Además, nunca he estado en tu casa.

- Oh, no es nada del otro mundo, pero quiero presentarte a alguien, estoy segura de que le vas a gustar. 

Si me paro a pensarlo, lo cierto es que no sé nada acerca de Portia. Si vive con alguien, si tiene pareja, hijos... es una chica joven, pero Nadia también, y mírala, dirigiendo un reino.

Tampoco llevo tanto tiempo aquí como para conocer las reglas de este mundo. 

Recorremos pasillo tras pasillo en silencio hasta desembocar en una zona del jardín que desconocía. Entre flores y arbustos se yergue una casita que parece sacada de un cuento de hadas. En cualquier momento saldrá un ejército de siete enanitos a darme la bienvenida o algo por el estilo. 

Sin embargo, lo que noto es algo que juguetea con los cordones de mis botas. 

- Vaya Pepi, te me has adelantado. 

Bajo la vista para encontrarme a un gato de ojos como el cielo y pelaje pardo. Parece extrañamente afable, arquea el lomo cuando me agacho para acariciarlo.

- May, te presento a mi compañero de piso, Pepi.

Se vuelve hacia ella y trepa por su ropa hasta subir a su hombro, como si fuera un loro.

Maúlla feliz, como si fuera el rey del mundo.

Portia me conduce hasta su hogar, una primera sala de aspecto acogedor que hace las veces de cocina y salón. Hay flores por todas partes, así como una impresionante colección de conchas y caracolas. 

Decido que sea ella la primera en hablar. 

- Quería hablar contigo desde hace unos días...

¿Veis? Cuando alguien quiere soltar una cosa lo mejor es permanecer en silencio hasta que no pueda aguantarlo más.

- Es por lo que pasó el otro día, en la puerta de tu tienda.

Está de espaldas a mí, llenando dos vasos de un líquido ambarino que acompaña de hojas de menta y limón.

- Te escucho.

Sirve las bebidas y doy un sorbo. Es té, pero está fresquito y delicioso.

- El doctor Devorak es... es mi hermano.

Enough [Julian Devorak, The Arcana]Where stories live. Discover now