III

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Nunca había visto una luna tan brillante.

No necesito invocar ningún hechizo cuando aseguro la puerta de la tienda y echo a andar por las calles de Vesuvia, rumbo a las puertas doradas que sirven como entrada al impresionante palacio de la condesa.

Si tuviera que hablar de arquitectura creo que necesitaría páginas y páginas para nombrar y definir todos sus elementos: las cúpulas bulbosas que me recuerdan a edificios sagrados propios de la India, las torres apuntando al firmamento como flechas que buscan clavarse entre las estrellas, característica que me acerca al arte gótico de mi mundo, por no hablar de la vidriera que corona el núcleo central del inmueble. Los materiales son ricos, veo oro, mármol, quizá alabastro, conformando un reflejo más que evidente de la ostentación y el poder que hace tiempo ostentaba el conde.

A pesar del estado marchito de la ciudad, la imagen del palacio no deja de ser imponente.

Como los guardias totalmente pertrechados que se encuentran a cada lado de la puerta.

- Contraseña.

- En teoría estoy aquí por expreso deseo de la condesa, tengo una reunión con ella.

Me mira de arriba abajo con la desaprobación por bandera.

Y eso que me he esmerado con mi indumentaria. Le he quitado uno de sus chales a Asra, cuyo color combinaba a la perfección con mis pantalones altos y la camisa que me pongo para atender a los clientes.

- Para acceder necesita la contraseña.

- Le he dicho que la condesa Satrinava quiere verme.

- Y yo le he dicho que necesito la contraseña. Mientras no me la diga, estas puertas van a permanecer cerradas para usted.

- ¿Por qué no entra y le pregunta usted mismo? Así ambos dejaríamos de perder el tiempo.

- Mire, señorita, creo que no es necesario que lo repita más...

- ¡Maaaaaaaaaay!

El grito nos silencia a los dos.

Una figura familiar viene corriendo hacia las puertas.

- ¿Eres tú, verdad? Milady te está esperando.

Los guardias no dicen nada, yo los miro con la barbilla alzada.

- ¿No me habéis oído, inútiles? ¡Abridle la puerta o tendré que reportar vuestro comportamiento a la condesa!

La chica tiene carácter.

Obedecen sin demora y consigo atravesar las puertas con mi pose de hechicera digna.

Que pierde toda altivez en el momento en el que la chica del mercado se me cuelga al brazo.

- Se lo voy a decir igual, de todas formas. – me hace un guiño y sonríe traviesa. – Me llamo Portia, por cierto, gracias por tu ayuda en el mercado. Aunque para empezar fue culpa tuya, por podrías haber huido como un criminal.

- Un placer, Portia.

Atravesamos las puertas cogidas del brazo como si fuéramos amigas de toda la vida. Mientras, Portia me habla de la condesa, de que nos está esperando, de la cara que va a poner cuando se entere de lo que ha pasado en la puerta... Habla rápido y sin darme tiempo a participar en la conversación.

No obstante, cuando cruzamos las puertas del salón, su actitud cambia, tornándose mucho más tranquila, incluso solemne.

- Milady, ha habido un problema con los guardias de las puertas, lo que no ha hecho sino retrasar a su invitada. Mis disculpas.

Enough [Julian Devorak, The Arcana]Where stories live. Discover now