El cabaret de los hombres perdidos

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Llegué a Berlín un 3 de enero de 1933. Buscaba a mi padre. Hacía años que había emigrado y mi madre y yo no habíamos vuelto a saber de él desde ese día.

Mi madre calló enferma de tuberculosis.

Una noche de verano, cuando yo a penas tenía 17 años, entró en mi habitación a mitad noche, mientras yo dormía y se sentó suavemente a mi lado. Trató de no despertarme, y no me habría despertado si no fuera porque sentí su mano que acariciaba mi rostro.

Emi: (entre abre los ojos extrañada) Mamá?
María: Shhh, dormi mi amor, está todo bien
Emi: (se sienta) Que haces acá? Anda a la cama
María: (sonríe amargamente) Mi vida me muero
Emi: Qué estas diciendo, mamá? No te vas a morir
María: (le acaricia la cara con los ojos llenos de lágrimas) Lo siento acá (pone la mano en su pecho) Cada dia me encuentro peor, la enfermedad avanza y sabes que no podemos hacer nada para evitarlo
Emi: (pone su mano sobre la de ella)
María: (se quiebra) Siento decirtelo así, no se me ocurría una forma mejor. Hace dias pienso en las palabras justas, pero no existen. No sé cuánto tiempo más voy a aguantar
Emi: (traga saliva) Mucho, sos fuerte
María: (se ríe un poquito para sacar tensión. La abraza. Le acaricia el pelo)
Emi: (aprieta más el abrazo)
María: Es lo mejor que me puede pasar
Emi: (suspira profundamente)
María: No llores por favor
Emi: (se separa y la mira)
María: (le saca la lágrima) Vas a estar bien, y yo también
Emi: Me voy a quedar sola
María: Lo tenés a tu papá
Emi: No lo sabemos, está desaparecido, no sabemos de él desde hace años. Y si murió?
María: No, yo sé que está vivo, lo presiento (la agarra de la mano) Prometeme algo. Prometeme que lo vas a buscar y lo vas a encontrar, aunque sea hacelo por mi
Emi: ...
María: Emilia
Emi: Está bien! Está bien, lo voy a hacer
María: (sonríe) Esa es mi hija (la abraza) Te amo
Emi: Yo a vos. No te das una idea de cuánto te amo mamá

* * *

Emi: (se saca las lagrimas y sigue tecleando en la máquina de escribir)

Cómo dije, llegué a Berlín un 3 de enero de 1933 buscando a mi padre. No sabía si lo iba a encontrar vivo o muerto, pero no me importaba: una promesa, es una promesa.
Y lo encontré. Vivo.
Nos citamos en el bar más famoso del lugar y allí nos abrazamos por horas con los ojos inyectados en lágrimas.
Nos contamos todo. Lo último que recordaba de mi vida eran mis primeras palabras, que llegaron mucho después de mis primeros pasos.
Yo de él no recordaba nada. Lo conocía por fotos, y por lo que mamá me había contado.
Se amaban mucho, pero tuvo que viajar a Alemania con urgencia cuando le llegó una carta amenazando contra nuestras vidas. No la de él, sino la de mi mamá y la mía.

Diego, mi papá, pertenecía a un grupo de artistas que luchaban contra las injusticias del país. Mucha gente importante los tenía en el punto de mira. No les quedó otra opción que huir.

Estarán comprobando que les estoy contando la historia muy por encima. Bueno, es que no es la historia de mi familia la que quiero contar, sino la mía con uno de los hombres que trabajaban en el cabaret. El padre de mi hija.
¿Les adelanté mucho?
Estarán pensando: ¿el cabaret?
Sí, "El cabaret de los hombres perdidos", uno de los cabarets más famosos del Berlín de aquel momento.

Todo lo más extravagante que puedan imaginar estaba ahí, entre aquellas paredes nada parecía imposible: shows eróticos para todos los gustos, drogas de las que nunca escuchaste hablar, homosexuales. Sobre todo eso, homosexuales, creo que de ahí venía el "los hombres perdidos".
Por eso era tan famoso.
A penas habian mujeres trabajando en el local, y las que lo hacíanse encargaban sobre todo de servir copas. Los propios hombres se vestían de mujeres para complacer a otros hombres, o simplemente porque les gustaba travestirse.
Las mujeres que habían, a parte de mi, iban a buscar servicios.
Sí, ahora estarán pensando que fui a buscar servicios...más o menos.
Escuché hablar tanto sobre aquel lugar que tenía que conocerlo antes de volver a Buenos Aires.

Hacía ya casi un mes que estaba en la ciudad. Podría haberme animado a ir cualquier noche, pero no me atrevía.
En una semana justo salía mi barco de regreso a casa, ya no tenía nada que perder así que decidí pasarme a tomar una copa.

Emi: (entra y mira a su alrededor)

No tenía nada que ver con lo que había imaginado. Era un lugar animado, colorido que lejos de generar incomodidad, provocaba todo lo contrario. Te hechizaba por completo.

X: Gute nacht fräulein
Emi: (se gira y sonríe un poco) Gute nacht

Para mí sorpresa me respondió en castellano, con un notable acento francés

X: Mmm ese acento no me suena alemán (le ofrece la mano) Jean Paul
Emi: (le da la mano) Emilia
Jean: (le da un beso en la mano) Un placer. Puedo ayudarla en algo?
Emi: En realidad solo vine a tomar una copa. Me hablaron mucho de este lugar, no podía irme sin visitarlo
Jean: (sonríe) Todos los que entran acá vienen a por "una copa" no más. Conmigo puede ser sincera, no la voy a juzgar. Sigame por favor
Emi: (lo sigue)
Jean: Puede sentarse acá o allá, lo que prefiera, el show está por empezar
Emi: Gracias (se sienta)
Jean: Espero que disfrute (se va)
Emi: (se saca su abrigo de pelo negro y sintético)

Llevaba un vestido de noche elegante, largo y ceñido. Color negro. En mi cuello brillaba un hermoso y discreto collar. La pulsera y los aritos iban a conjunto con el collar.
A decir verdad me había producido como para ir a la ópera, nunca había estado en un cabaret...
Mis labios rojos resaltaban en mi rostro pálido, al igual que mis ojos verdes.
Estaba concentrada en el escenario cuando él me habló.

👤: Gute nacht

El cabaret de los hombres perdidos (TERMINADA)Where stories live. Discover now