H. Suave

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Si mal recuerdo el aparentar mi enfermedad solo me dio el gusto por dos semanas. Seguía sin respuesta alguna de él pero lo comprendía a la perfección, huir como un ladrón sin arrepentimiento le había decepcionado al igual que mi orgullo se había pisoteado.

De nuevo entraba a ese gran edificio sin mirar atrás, con ganas de correr un maratón lejos de la vergüenza ocasionado por mi cobardía y aunque de algo estoy segura es de que la chica que ocupaba mi antes oficina la conocía muy bien.

Viena-susurre para mi

Ahora mis cosas se miraban en una caja.

-Buen día *Ladysick*-Rita corrió abrazarme, aún no entendía a qué se refería, ¿acaso era una burla? pero mi coraje de no avisarme que estaba despedida pudo más que ese estúpido e infantil abrazo de lamento.

Regresó mi orgullo, ahora si era yo, sin duda me puse el traje de valentía y sin más entre sin aviso a la oficina del "Boss" mejor dicho "Ex" Boss.

-si es porque no acepte tus sentimientos, me hubieras avisado que ya no trabajaría más para ti y no parecer una completa imbécil...

Antes de poder hacer mención de alguna otra palabra sentí calidez en sus labios, su aliento abrazaba cada parte de mi ser.

Me beso. No podía reaccionar.

-pensé que no volverías-menciono mientras apoyaba su barbilla en mi cabeza y me estrujada entre sus brazos

Lo abrace, de nuevo sentí esa fragancia tan única e indescriptible. No había forma de explicar  todo lo que provocaba en mi.

-Si contestaras el móvil o te dignaras a responder mis correos sabrías lo que ha ocurrido-me miro mientras retiraba un mechón de pelo hacia mi oreja.

¡Mierda! Ahora lo recordaba no había pagado la línea. Por Favor, el había respondido entonces aquella carta así que estúpidamente falte por dos semanas al trabajo. Es un buen momento para reírse de mis tonterías.

-No he pagado la línea así que sabrás que ha pasado-me aleje un poco para poder sentarme y asimilar lo sucedido hace un momento.

-Y respondiendo a tu pregunta o mejor dicho "Reclamo" - con sus manos formó unas comillas en forma de burla-¿recuerdas a los sujetos de Tailandia?-Asentí-ellos me han convencido de que trabajes como modelo de la próxima marca de maquillaje, por eso he retirado tus cosas de la oficina-se recargo en su escritorio esperando por una respuesta.

-¿Pero, no habían elegido ya a las modelos?-Le mire a los ojos donde podía verse reflejado la curiosidad que mantenía hacia mí persona.

-Desde un principio te elegimos a ti, ¿qué dices, eso es un si?-se agacho para robarme un beso.

Como niña de 15 años recién enamorada, viviendo su primer amor tontamente respondí-si acepto-pase mis manos por su cuello para profundizar más aquel beso.

-Me encanta besarte Gonze, me vuelves un desquiciado-se levanto para tomar mi mano y caminar a la puerta.

Los empleados nos miraban, escaneaban para asegurarse si enserio el me tomaba de la mano. Moría de vergüenza, mi rostro estaba caliente y rojo asimilando aun lo que pasaba.
Subimos a su auto deportivo con olor a cerezas, un poco afeminado pero eso me enloqueció más de él.

Llegamos-mencionó mientras se bajaba del auto. Pensaba seriamente que el no era legal, que manera de caminar. Abrió mi puerta como todo un caballero.

<CoffeDream>

Caminamos en la parte superior de un local donde encontrabas enormes osos de felpa, adornos rojos. Todo lo que conlleva el 14 de febrero.
Un enorme ventanal casi idéntico a su oficina sin embargo el negro fue sustituido por el tono café. Frente a nosotros una barra enorme llena de gente con copas colgadas del techo y olor a crepas de Nutella.
El dueño del lugar nos ofreció lugar en el balcón cosa que me pareció perfecto, al aire libre.

Una cita, esto era una cita. Nos sentamos y el ordenó un americano mientras que para mí un cappuccino caliente acompañado de tartas.

Comenzó hablar.

-Sabías que antes el café sólo podían beberlo los hombres, las mujeres no podían hacerlo porque se consideraba una bebida energética muy fuerte. Pero después un monje la suavizó agregando crema en representación a la suavidad y delicadeza de la mujer. Desde entonces todos pueden beberlo.asi surgió el café Cappuccino.

-¿Si, era consciente pero no se a que quieres llegar?-sabia lo anterior antes mencionado pero pensé que tal vez hablaríamos de nosotros si es que lo había.

-Quiero decir;

Eres muy dura contigo, sabes me siento como ese primer café que todo hombre bebía, era digno de beber por su fuerza y representación masculina. Pero en este caso yo te pongo como la mujer que no podía beber café, se limitaban y no quiero que seas eso. Se la crema que suavise esto para que podamos funcionar y yo el monje que pueda crear de esta relación una maravilla para poder avanzar. Deja aún lado tus jerarquías, solo libérate de esa amargura y déjame quererte como quiero.

No sabía que decir, tenía razón, no podía negarme a esto así que solo me arme de valor para sentarme sobre su regazo y mencionar las palabras que el quería escuchar desde hace dos semanas;

-Me gusta Sr. Anthony, tengo los mismos sentimientos hacia usted. Quiero ser la crema que suavise esta relación.

Apretó mi cintura para besarme de una manera inexplicable.

-Estoy hecho un loco por ti Beca-me miro a los ojos y después dejo un beso fugaz sobre mi nariz.

Cappuccino Anthony Santos-Romeo SantosWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu