K-Pintura

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-Arte; eso haré contigo entre los pliegues de las sábanas, voy a usarlas como lienzo y plasmarte en ellas Gonze- me cargo entre sus grandes brazos llevándome a la cama, me recostó con suavidad, al parecer yo era una muñeca en su mente con cuidado a desarmar cada parte mi.

-¿siempre has sido un romántico?-y a pesar de aquel destello de nervios desprendido de mi cuerpo solo se me ocurría deslizar el momento con aquella respuesta cuestionable.
El sonrió y comenzó aflojar su corbata.

-Aún hay muchas cosas que no sabes de mi que me encantaría que supieras- sonreí, a pesar de estar tan nerviosa el trataba de manejar un poco la situación.

-Te ayudo con la camisa- me levante despacio casi sensual sin embargo era primeriza en eso de la habilidad sexual, no me consideraba sexi pero la mirada que el ponía hacia mi decía todo lo contrario. Me sostuve con las rodillas en mi cama.

Deslice mis manos por aquellos hombros grandes mientras bajaba la camisa, cuando llegue al cinturón de aquel traje me quede inmóvil casi estática.

-Lo hago yo, no tienes porque... No lo deje mencionar nada, con un beso guardo silencio mientras trabajaba con el pantalón, lo hice pude sacarle de encima lo que estorbaba

Ahora se recostó en mi probando cada rincón, dejaba caricias en mi cuello succionaba cada área a su disposición y mis gruñidos eran prueba de su excelente trabajo.

Se despojo de los pantalones y no hice nada más que mirar su tonificado cuerpo. Algunas chicas me platicaba sobre lo tiesa que una mujer podría llegar hacer en la cama;
No puedo ser así aunque inexperta pero intentando no parecer tan virginal lo tome del cuello para profundizar nuestro beso, pase mis manos por su torso observando cada gesto en su rostro, bese su cuello y el no se quedaba atrás acariciando mi cuerpo.

-Debes ser un delito Beca, estoy hecho un loco, tanto que necesito estar dentro de ti. Mi cuerpo me lo pide a gritos- Accedí, yo también lo necesitaba desde aquel comentario bochornoso en su oficina acerca de pensar en voz alta <porque no es modelo>, tanta fue mi excitación que mis bragas terminaron mojadas al igual que mi vergüenza y dignidad por el suelo pisoteada.

-Demonios- exclamó- No tengo Condón- yo tampoco tenía era más que obvio, mi cuerpo ardía en excitación, sabia muy bien que no podía detenerme no me quedaría con las ganas.

-Tranquilo podemos hacerlo así, solo no te corras dentro- acaso eso salió de mi boca, rayos mis mejillas se tornaron rojas.

-Cariño eso es lo que más deseo no podré evitarlo- bajo hasta mi abdomen, acaricio mis muslos y dio inicio a una guerra entre sus dedos y lengua dentro de mis pliegues.

-oh...-No tenía cabeza Santo dios esto si que terminaría muy bien. No puedo creer que sin su miembro pueda llegar a tocar el cielo.

Frotó su miembro en mi entrada, me miro y colo su frente con la mía, beso mis labios para atrapar aquel gemido desgarrador de mi garganta al sentir el tamaño de su pene abriendo paso para entrar. Podía sentir la manera en que me abría.

-¿Estas bien?- preocupado por el tamaño de su amigo que habitaba ya dentro de mi esbozo con aquella preocupación y excitación.
Solo moví mi cabeza mientras mordía mi labio para simular aquel ardor entre mis piernas.

-Esto... Es increíble- su voz me decía que lo estaba disfrutando, sus gemidos delataba lo bien que se sentía dentro de mi  y eso era música para mis oídos.

Y para que describir todo aquello si la lluvia y mi ventana empañada fueron testigo de aquella escena retratada en mis sábanas.

Cappuccino Anthony Santos-Romeo SantosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora