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No fui consciente de lo muchísimo que necesitaba ese tipo de despertares hasta que abrí mis ojos y la primera imagen que descubrí fue verla descansando plácidamente a mi lado. Desde mi perspectiva podía admirar, anonadada, los párpados cerrados de la rubia y su respiración acompasada y relajada que me transmitía tanta paz. Acaricié su vientre totalmente desnudo con cariño y toqué la punta de su nariz con mi dedo índice varias veces hasta que conseguí que la arrugara. Me hizo tanta gracia ese adorable gesto que volví a repetirlo hasta que emitió un gruñido cansado. No pude aguantar más y dejé escapar una carcajada divertida que la sobresaltó y la obligó a entreabrir los ojos con pesadez.

La primera visión del día que supe que iba a recordar durante mucho tiempo fueron esos ojos color miel que tan loca me volvieron en su día y tan dichosa seguían haciéndome a día de hoy. Era una mirada mágica, penetrante, magnética.

-Déjame cinco minutitos más, porfi. –gruñó girándose hacia el otro lado.

-Albii. –protesté alargando la "i" y echándome encima de ella para aplastarla con cuidado de no hacerle daño. –Que tenemos que ir al 24 horas todavía, que hoy venía tu familia a comer para despedirnos.

-¿Pero qué hora es? Si seguro que es súper temprano, exagerada. –protestó aún adormilada.

-Bella flower, son la una y media de la tarde.

-¿¡Qué!? –se levantó a toda prisa y miró la hora de su móvil para corroborar mi información. -¡Ostias, Natalia! ¿Pero por qué no me has despertado antes? ¡Qué llegarán en menos de una hora!

Reí al ver como se vestía a toda prisa y de forma bastante torpe en consecuencia del sueño. –Pues porque con la mala ostia con la que te sueles levantar me daba miedo que me tirases la lámpara de la mesilla a la cabeza.

Ella respondió tirándome un cojín a la cabeza.

-Auch. –se quejó de repente llevándose una mano al muslo.

-Agujetas, ¿no? –sonreí devolviéndole el cojín que ella misma me había lanzado.

-Creo que nos pasamos anoche, mi amor. –al fin, Alba se lanzó a mis labios para darme los buenos días que tanto había esperado.

-Pues yo volvería a repetirla mil veces más. –susurré mordiendo el lóbulo de su oreja juguetona. Un escalofrío por su parte fue su respuesta. –Pero ahora mismo no porque como entre tu madre por esa puerta en este momento nos va a subir a Instagram y tampoco es plan.

Justo una hora después el timbre sonó por todo el piso junto a unos murmullos por detrás de la puerta de entrada. Corrí a abrir yo puesto que la ilicitana se estaba encargando de ultimar el almuerzo, que no era poco. Claro que, quizá hubiésemos acabado antes de prepararlo si Queen no hubiese tirado al suelo los platos con la tortilla de patatas. Pero, ¿cómo íbamos a reñirle si era la más mimada de la casa?

-¡Ay! ¡Hola cariño, cuánto tiempo! Dios mío si yo creo que estás más alta y todo. ¿Cómo te va cielo? Tienes una cara de felicidad que te la como, por dios. –saludó eufórica mientras me abrazaba la Rafi, que era como la llamábamos siempre cariñosamente.

-Oye mamá, podrías dejar que el resto también saludásemos a Natalia, creo yo. –Marina se acercó a mí y ambas nos achuchamos con fuerza.

-Tu hija está en la cocina, Rafi. –informé mientras saludaba también a Miguel Ángel.

Los Martínez Reche corrieron prácticamente a la cocina para saludar a Alba y empezar a bombardearla con preguntas acerca de su viaje a Los Ángeles, aunque este no hubiese sido el primero.

-Bueno, qué. ¿Nos has traído algún recuerdo o algo de allí? –preguntó su padre mientras nos sentábamos a la mesa y empezábamos a devorar el primer plato que Rafi se había encargado de traer preparado.

Lost on Waves // AlbaliaWhere stories live. Discover now