Capítulo 6

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La fiesta había sido

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La fiesta había sido...interesante. Luego del "intercambio" en el baño simplemente seguí la noche como si nada. Bueno, un poco más relajada para ser sincera, realmente me había sacado un peso de encima. Todas estas tensiones que tenía por lo que podía pasar se habían ido volando dejándome liberada. Las cosas habían salido mucho mejor de lo que pensaba. Jamás se me hubiese ocurrido que me saldría con eso, el recuerdo todavía me sacaba alguna risa. El chico era hilarante. Mi hermano-novio, já. La cosa más loca que alguna vez me habían dicho.

Después de tanto tiempo perdido dándole vueltas al asunto en mi cabeza sobre lo que podría pasar entre Silas y yo, tuve que darle la razón a Cata. Él no le diría a nadie, extrañamente no me costaba confiar en él. También convengamos que tampoco saldría nada bueno de eso y Silas debería saberlo. Mi hermano parece una persona muy tranquila, de hecho lo es, pero cuando se enojaba era alguien completamente diferente. Mejor no conocerlo así.

Lo que pareció ser una pequeña charla había llevado un gran rato. Cuando salí en busca de Cata, no la encontré por ningún lado. Pregunté a algunos chicos si la vieron, pero habían desaparecido por arte de magia. Finalmente me rendí y me relajé con un par de chicos en los sofás hasta que no soporte más la charla banal y me puse a bailar.

Odiaba cuando quedaba en el medio de una discusión sobre la última cartera de Channel, o el zapato de Valentino, o el vestido de Vuitton. Cada vez que empezaban a hablar de diseñadores mi cerebro se desconectaba. Había demasiado cosas mejores por hacer que gastar un dineral para competir en el grupo de esposas. No gracias. Algunas "señoras" retrasaban el feminismo cien años.

Todavía estoy tratando de descifrar de qué hablan con sus respectivos maridos/novios. Los chicos hacen demasiadas idioteces cuando se guían solo por sus pollas. Un par de pechos puede desviarlos de lo importante.

La fiesta había terminado con los primeros rayos del sol, los pocos chicos que quedaban eran los que vivían en el edificio y se arrastraron hacia sus casas como pudieron. Había sido un desmadre, casi todos terminamos en estados deplorables, y me incluyo completamente. Jugar al beerpong no había sido una de mis mejores ideas, en especial teniendo tan mala puntería. Mi hermano terminó llevándome a cargas hasta mi cama porque no había chance de que pudiese subir la escalera sola. Si fuese por mi hubiese dormido en el mismo piso, cuando estás ebrio no se ve ni la mitad de incómodo de lo que es.

Había dormido como un angelito. Podría haber explotado una bomba a mi lado y jamás me hubiese enterado, ventajas del alcohol. Recién después del mediodía me desperté con la incesante necesidad de bañarme. Siempre me pasaba lo mismo, después de una fiesta y las necesarias horas de sueño para reponerme comenzaba a sentirme sucia y tenía que bañarme. Simplemente no podía seguir durmiendo.

Luego de una relajante y larga ducha decidí bajar en busca de comida antes de que mi estómago se terminara comiendo a sí mismo. Mimí, la señora que mantenía el orden en esta casa, me había dejado yogurt con cereales mezclados con manzana en la heladera. Esta mujer era un ángel, hasta me había dejado un par de paracetamol contra la resaca, no sé qué haríamos sin ella.

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