Capítulo 8

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Subir los 13 pisos luego de correr no fue de mis mejores ideas, incluso Dogo parecía abatido, su lengua prácticamente tocaba los escalones y me miraba con recelo de reojo

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Subir los 13 pisos luego de correr no fue de mis mejores ideas, incluso Dogo parecía abatido, su lengua prácticamente tocaba los escalones y me miraba con recelo de reojo. Pero oye, mi trasero quedaría en la nuca de tanta escalada. En el único momento que parecí recuperar la energía fue entre el piso 11 y el nuestro en el que corrí como si me llevara el diablo esquivando muebles y arrastrando al pobre Dogo detrás de mí.

Gracias a todos los cielos el camino estaba despejado, pero algo me esperaba más allá.

Al llegar a los primeros escalones de nuestro piso sentí vidrios romperse, más bien, estrellarse. Algo estaba pasando, el terror invadió mi cuerpo sin saber qué hacer. Me quedé estupefacta a metros de mi puerta decidiendo si debía correr lejos o investigar. De inmediato un grito furioso me hizo ir por la segunda opción.

Dogo comenzó a ladrar tratando de correr hacia dentro del apartamento, pero en cuanto atravesé la puerta todo se congeló, hasta él.

Mi hermano estaba destruyendo todo el living frenéticamente, sillones dados vuelta, plumas de los almohadones regadas por doquier, y los adornos de cristales de la mesa ratona hechos añicos por el piso. Lo que sea que pasaba era grave, nunca antes había visto a Lolo así. El pavor atravesó mi cuerpo como una ráfaga.

—¿Qué pasó? —pregunté anonada sin poder evaluar el daño del lugar mientras detenía a Dogo junto a mí impidiéndole que fuera con mi hermano por miedo a que se lastimara.

—¡¿Qué paso?! Esta mierda pasó —caminó velozmente hacia mí mostrándome la pantalla de su celular, pero con la inquietud de su brazo no pude identificar nada, solo una imagen borrosa antes de que el aparato explotara contra la pared exaltándome. —¡Maldita prensa amarillista! —estalló antes de centrarse nuevamente en la destrucción de uno de los sofás.

Okey, entonces el problema eran los paparazis, algo habían inventado de él. ¿Qué podía ser? Normalmente se centraban en atrapar a jugadores en aventuras, meterse en problemas familiares o relaciones en el equipo y estaba segura que Lolo no podría entrar en ninguna de las usuales. Jamás lo habían atrapado teniendo una aventura, el tema familiar había sido zanjado desde un principio y nunca tuvo ningún problema en el equipo excepto...de él nadie se había enterado y no tenía ningún sentido ahora.

¿Qué puede ser? ¿Qué lo puso tan frenéticamente violento? Él no era así. ¿Qué habían inventado? ¿Qué podía ponerlo así? ¿Nuestros padres habrán salido a hablar? No, lo dudo, ellos querían tan lejos a los paparazis de su vida como nosotros, ellos no podían haber sido.

Antes de seguir emergiéndome en este bucle de sospechas y suposiciones tomé le celular de mi bolsillo mientras encerraba a Dogo en la cocina para que se tranquilizara y evitara que saliera lastimado con todo esto.

Ni bien puse el nombre de mi hermano en el buscador de noticias cientos de páginas saltaron con el mismo título: el próximo chico Attitude.

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