Capítulo 30

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Ümügülsüm sultán.

El viaje había sido largó y agotador, según Halil agha el sultán tenía conocimiento sobre mi error, había tratado de ocultar a mi pequeña niña de todos pero gracias a la víbora de la valide todos sabían ya, si había tenido una pequeña bebé, una bastarda a como le dicen de otro hombre, pero no sabía con exactitud de cuál.

Sabía que la muerte era mi castigo pero era madre de varios Príncipes, el no podía hacerme eso a mi, a la madre de Isfendiyar y Onur, la pequeña niña se llamo Mahidevran, era una pequeña rubia de ojos verdes muy hermosos, lástima que mi lujuria y deseos no me dejaran disfrutarla más tiempo.

El carruaje paro y con el mis nervios aumentaron, Hoşyar había ganado, había logrado sacarme del camino.






—Sultana madre—llegaron Mihrişah y Rukiye

—Vengan sientense—sonrío

—¿Tiene algo?—dijo Mihrişah con duda, se le veía cansada y sin vida.

—Tonterías, ¿noticias?

—Ümügülsüm ha llegado,y sus hijos también ¿que pasará con ellos?—dijo Rukiye y Hoşyar suspiró con miedo, el sultán era capaz de todo.

—No lo se, pero quiero que pase lo que pase jamás dejen a sus hijos sólos —suspiró y recibió a sus demás nueras.







—Mi hermosa Ümügülsüm—sonrió el sultán con hipocresía

—Su Majestad—hizo reverencia

—¿Quieres desayunar conmigo?—murmuró

—Claro—susurró y vio cómo las criadas ponían todo en la mesa

—Dime, ¿cómo están mis hijos y nietos?—miró cómo servían el jugo y luego cómo está tomaba de el.

—Están muy bien, ansiosos de verlo—susurró y comenzó a sentir que le faltaba el  aire —Su majestad.

—Querida Ümügülsüm—se puso de pié y sonrió al ver cómo ella se retorcia en el suelo— ¿Me explicarías por favor sobre Mahidevran Hanim?—susurró en su oido—Si es que quieres despedirte de tus hijos—le enseño el frasco

—Querida Ümügülsüm—se puso de pié y sonrió al ver cómo ella se retorcia en el suelo— ¿Me explicarías por favor sobre Mahidevran Hanim?—susurró en su oido—Si es que quieres despedirte de tus hijos—le enseño el frasco

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—Lo siento—dijo entrecortadamente

—No te escuche querida—sonrió

—Perdóneme, piedad—sollozo

—¿Y tu la tuviste al acostarte con otros? ¡Ramera!

—¡Piedad! Por nuestros hijos—susurró

—¿Nuestros? Quién me asegura que no son de otros—suspira y le dio el frasco, ella tenía que morir de otra forma—Aghas, lleven la a los calabozos, traigan a sus hijas e hijos.








El Sultanato de Mustafa el cruel© Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon