no es por presumir, pero soy una maldita perra.

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Las pesadillas lo atacaban. Ya ni siquiera trataba de pelear contra ellas. Siempre habían sido constantes en su vida, al menos desde que su padre comenzó a beber y su hermano murió. Soñaba con los golpes, con el congelador en el sótano donde lo encerraba para castigarlo y en las noches sin comer. Después su padre había muerto, pero las pesadillas permanecieron. Luego, se hicieron esporádicas.

La razón tenía nombre y apellido. Terra Whittemore. La chica más feroz, segura de si misma y apasionada que Isaac había conocido. Terra era un torbellino que arrasaba con todo. Había arrasado con su corazón al menos.

La razón por la que Isaac había dejado de tener constantes pesadillas era porque estaba feliz. Por primera vez desde que podía recordar, era genuinamente feliz.

Ahora, que su situación con Terra era tensa, tenía pesadillas todas las noches.

Isaac estaba completamente bañado en sudor cuando abrió los ojos, su cuerpo aun sacudiéndose repasando mentalmente los terribles sueños que se habían apoderado de su mente.

Su vista fue al ventilador en el techo, dando vueltas. Lentamente, se sentó, sus pies tocando la alfombra sucia de la habitación del motel.

La ansiedad recorría su cuerpo. La anticipación que algo iba a pasar le había imposible concentrarse. Luego, escuchó la voz. La voz de su padre.

Dame la llave de 11 milímetros, le ordenaba. Era un recuerdo. Isaac le había pasado la equivocada.

¿Qué diablos haces? Esta es la del 14, idiota. ¿Sabes la diferencia entre el 1 y el 4, estúpido?

De alguna manera, las palabras dolían igual que los golpes.

Es un tornillo.

—Lo siento, no... —intentó decir Isaac, en voz alta—. ¿Qué quieres que haga?

Quiero que te calles. Cállate.

—Cállate —empezó a jadear Isaac, su voz rompiéndose—. Cállate. Cállate. ¿Qué hago? No puedo arreglarlo ahora. No puedo arreglarlo ahora. No puedo arreglarlo. No puedo arreglarlo.

No puedo ni mantenerlo cerrado. Agarra las cadenas.

—¿Qué? Agarra las cadenas. Entra. Dije que entres.

¿No me oyes, hijo? Entra al maldito congelador. ¡Entra!

—¡Entra! —rugió Isaac.

Su corazón latía a mil por segundo. Gateó de vuelta a la cama, tapándose los oídos con la cobija. El miedo lo consumía. Cuando abrió los ojos, estaba de nuevo en el congelador,encerrado. No podía respirar. No había oxígeno. Estaba encerrado y nunca saldría de ahí. Dios mío, iba a morir. Iba a morir. No podía respirar. No podía... 

right here /teen wolf |far away #2|Onde histórias criam vida. Descubra agora