Tɪᴍᴇʙᴏᴍʙ /ᴄᴀɪᴜs ᴠᴏʟᴛᴜʀɪ/ ✓

Capítulo [1.11]

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Aly se quedó allí, besando a Caius, quien se quedó quieto como una estatua. Con el tiempo, Aly se enojó porque no estaba respondiendo.

"Sabes que esto sería mucho más interesante si respondieras". La morena murmuró sensualmente en la oreja de los reye rubio antes de morderla suavemente. Eso pareció provocar un incendio interno en el rey porque en un segundo tenía a Aly inmovilizada contra un árbol y su boca atacaba violentamente a la de ella.

Las manos de Aly se enredaron rápidamente en el pelo como la nieve de Caius, mientras que él la agarró por la cintura. Él era sorprendentemente amable, obviamente no habiendo olvidado que ella todavía era humana.

Cuando la lengua de Caius intentó acceder a la boca de Arden, ella decidió negarlo juguetonamente, provocando que un gruñido saliera de su pecho mientras sus manos podían encontrar el camino hasta el dobladillo de la camisa de Aly e ir debajo de ella, trazando líneas frías en su cálido estómago. La morena se quedó sin aliento ante la sorprendentemente agradable diferencia de temperatura y el vampiro no perdió la oportunidad de deslizar su boca en la de Aly, explorando su boca completamente.

Los dos continuaron allí apasionados por varios minutos antes de que Aly tuviera que alejarse jadeando para respirar.

"Santa mierda". Arden murmuró para sí misma y el rey rubio se rió de su respuesta.

El sonido era tan hermoso en la tierra que hizo que Aly cesara todo movimiento y simplemente mirara fijamente al hombre frente a ella, su compañero. Sus oidos bebieron el sonido angelical y la morena se propuso hacer que Caius se riera tanto como fuera posible.

"Santa mierda de hecho mi amor". Caius respondió y su elección de palabras hizo que los ojos de la morena casi salieran de sus cuencas.

"¿Vaya Caius Volturi se ríe y maldice? Es mejor que en Navidad". Aly dijo con una leve risita que hizo que Caius sonriera.

Por instinto el se acercó y le dio un ligero beso inesperado en los labios. La morena respondió de inmediato, suspirando felizmente en el beso.

"¿Y eso?" Preguntó Aly, su voz un tanto soñadora.

"Simplemente me gusta besar a la cosa más hermosa que he visto". Cayo respondió encogiéndose de hombros. La declaración en sí hizo que Aly se convirtiera en gelatina, y con ese sentimiento, Aly supo que se estaba enamoranda.