A: Almuerzo

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Tenía tanta hambre, por salir temprano de casa aquella mañana, había olvidado su almuerzo sobre la mesa de la cocina y ahora no tenía qué comer. No es que fuera muy glotón, pero hasta una persona como él podía experimentar los molestos síntomas de no haber comido por horas, revolviéndole el estómago.

—Demonios –susurró, con el ceño fruncido.

Caminó hasta la cafetería de la escuela, a ver si tenía, aunque sea un poco de dinero para comprar algo con que alimentarse, sin embargo, al rebuscar en sus bolsillos, se dio cuenta de que no traía la billetera. Lo que es peor aún, cuando regresó al salón a buscarla entre sus cosas, tampoco estaba, la había olvidado también.

¿Es que podía irle peor el día?

—Me muero de hambre –masculló entre dientes, molesto y con las manos en los bolsillos. Sintió como su estómago volvía a sonar, demandando algo de alimento. Cerró los ojos con fastidio.

—Etto... -una dulce vocecita se escuchó a su lado, tímida, bajita. Abrió los ojos y miró a su costado, divisándola. Era mucho más baja en estatura que él, tenía el cabello castaño claro y sus ojos eran increíblemente negros y brillantes —. Etto... G-Gaara-kun...

—Matsuri –la nombró. Era su compañera de clases, una chica que siempre lo trataba demasiado bien para ser normal, era muy atenta con él —. ¿Se te ofrece algo?

Ella asintió levemente con la cabeza, sonrojada, extendiéndole un paquete envuelto en una manta roja.

—E-es para ti, escuché que no... que no tenías almuerzo y yo... lo hice especialmente para ti –confesó, con las mejillas aún más rojas que antes.
El chico la miró con sorpresa... ¿Ella le había traído un almuerzo? ¡Pero si llegaba como caída del cielo!

—Gracias –dijo, recibiendo el ofrecimiento y de paso, tocando las suaves manos de la muchacha, quién tembló ante su contacto. Una vez él tuvo el bento en su poder, la castaña hizo una leve reverencia y se marchó corriendo, mientras él la veía desconcertado.

Tomó asiento y abrió el paquetito, encontrándose con un delicioso menú que le abrió más el apetito, pero cuando dio la primera probada, tuvo que pestañear al comprobar aquel extraordinario sabor. Cerró los ojos y los volvió a abrir, mirando hacia la puerta del aula vacía.

—Con que Matsuri –murmuró, para luego seguir ingiriendo la comida.
Si ella cocinaba así, entonces olvidaría más seguido su almuerzo.

"Dicen que a un hombre se le conquista por el estómago"

.....

Hace no mucho, noté que una chica ya había subido mi historia a este sitio. La verdad es que yo no le di mi permiso, pero ella aclaró que la hiatoria era mía, así que no le vi el problema. Aún así, me agrada más la idea de hacerlo yo misma.

Nos estaremos viendo. <3

Momentos de AmorWhere stories live. Discover now