Y: You are mine (Eres mía)

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Respiró hondamente una vez que logró calmarse tras ver el resultado de aquella prueba. Encerrada en el baño del departamento que compartía con Gaara, había decidido deshacerse de aquella duda que la estaba matando de una vez por todas. Tras cinco años de relación, jamás imaginó que un día terminaría en aquella situación, que le provocaría un miedo y un nerviosismo tan grande el sólo hecho de ver una rayita en ese pequeño artefacto que sostenía en sus manos.

—No puede ser… –susurró cuando se dio cuenta de que sus sospechas eran ciertas, de que estaba embarazada; iba a tener un hijo de Gaara.

Durante todo el día estuvo pensando en cómo iba a decírselo, cómo iba a enfrentarlo con este problema. Cuando él llegó por la tarde de su práctica profesional, la vio sentada viendo la televisión. Sabía que ella estaría esperándolo ya que hoy no tenía que trabajar en el hospital (Matsuri era enfermera), pero desde que la vio, notó que lucía un poco preocupada.

—Ya llegué, amor –avisó el pelirrojo, dejándose caer a un lado de ella y soltando el maletín que traía consigo sobre el piso.

—Hola –le saludó Matsuri con un leve beso en la mejilla. No podía negarlo; verdaderamente estaba aterrada de la reacción que podría tener Gaara ante esta noticia, pero estaba segura de lo que ambos tenían, así que nada malo debía pasar.

—¿Te pasa algo? –cuestionó él, preocupado por su amada novia. Sin querer metió una mano a su bolsillo, encontrándose con la pequeña cajita que contenía el anillo que hace dos semanas había comprado, pensando en pedirle que fuera su esposa, pero por un motivo u otro, no había podido dárselo.

—No –respondió Matsuri —. ¿A ti te pasa algo? Te noto extraño.

En ese instante Gaara se decidió; lo haría ahora.

—Matsuri… –le miró profundamente a los ojos —. ¿Te casarías conmigo? –le preguntó, sacando de su bolsillo la pequeña cajita para mostrarle el anillo. Los ojos de Matsuri se humedecieron por la emoción, por la felicidad que le daba aquella propuesta.

—Claro que sí –respondió —. Te amo, Gaara.

—Y yo a ti –dijo él, poniendo delicadamente el anillo en el dedo de su novia, para después besarla en los labios —. ¿Tenías algo que decirme? –la vio asentir con la cabeza —. ¿Qué es?

—Vamos… vamos a tener un bebé…

Los ojos del pelirrojo se abrieron como platos y sintió que una gran alegría y emoción se apoderaban de su pecho. No podía creer esto; no podía creer que sería padre, que Matsuri le daría un hijo.

—¿Un hijo? –cuestionó —. ¿Vamos a tener un hijo? –ella sólo asintió con la cabeza nuevamente, dejando escapar algunas lágrimas de felicidad, mientras que Gaara volvió a besarla con toda esa emoción contenida, queriendo dejarla escapar de una sola vez. Sin pensarlo dos veces alzó a Matsuri entre sus brazos y la llevó hasta su cuarto, dejándola suavemente sobre la cama —. Matsuri, gracias –le dijo, cubriendo el pequeño cuerpo femenino con el suyo —. Te amo demasiado…

—Y yo a ti, Gaara, te amo…

Gaara acarició sus labios suavemente, desapareciendo la distancia que había entre sus rostros, dejando que el calor se esparciera por toda la habitación. Quería que ella fuese suya para siempre, que le amara por siempre, incluso más allá de esta vida. Si existían entonces las otras vidas, ella debía volver a ser suya, por la eternidad y por el resto de la existencia del mundo.

—Eres mía… –le susurró al oído —. Y serás mía siempre… siempre…

—Siempre… –respondió Matsuri, dejándose hacer por él una vez más, dejándose amar, siendo sólo de él.

Para siempre.

Fin

Momentos de AmorWhere stories live. Discover now