Cuando empecé a temer de mí

39 2 3
                                    

Muchas veces nos preguntamos, ¿cuál es peor demonio que puede existir?, muchos se sorprenderían si les dijera que somos nosotros mismos.

¿Por qué les digo esto con tanta firmeza? pues porque podría decir que yo soy prueba de ello.

La vida es una ruleta que gira y de la cual nos guste o no, no tenemos ningún control.

Nunca esperas un día despertar y darte cuenta que ya no eres quien creías ser.

A veces en nuestra vida jugamos diferentes roles unas veces somos amables, otras descortés, unas veces somos amorosos pero otras destruimos.

El reconocer que no somos lo que creemos ser, es el primer paso para entender nuestra propia naturaleza como personas.

Nadie se imaginaria que un niño inocente lleno de amor y compasión. Un día fuera una persona llena de rencor e indiferencia.

¿Si te estas preguntando si ese niño soy yo? Pues estas en lo cierto...

Pero con esto no te estoy invitando a temerme, al contrario te invito a descubras junto a mí, porqué digo que somos los peores demonios.

Sé que muchos podrán no saberlo, pero los seres humanos somos las únicas criaturas vivientes que sabemos lo que es "la maldad", porque somos los únicos que aun sabiendo que algo es malo, lo hacemos de igual manera.

Cuando descubrí eso por mi cuenta, fue cuando empecé a temer más de mí que de los demás, porque tú no puedes hacerte responsables de las acciones de los demás, pero sí de las tuyas.

¿Nunca han matado un insecto? sé que sí. Pero ¿han sentido algún remordimiento al hacerlo? creo que todos estaremos de acuerdo en que no. Para nosotros son menos que nada.

Ahora ¿han herido en algún momento a una persona? sé que muchos concordaran conmigo al decir que si, en algún momento hemos dicho o hecho algo hiriente, pero ¿han sentido remordimiento por ello?

Es allí el punto en el que el demonio dentro de nosotros va creciendo, si has sentido remordimiento o por lo menos te has arrepentido, tu demonio aun no te ha ganado la batalla, pero si no es así, ese mismo demonio, si no le pones atención, terminara por devorar cada atisbo de tu alma brillante, hasta solo convertirte en una sombra sin pensamiento.

Pero ¿ese demonio están malo como parece? pues podría decirte que no, pues ese demonio más que un enemigo es nuestro compañero y aunque no lo veamos siempre esta allí, presente. Una personificación oculta de todo aquello que somos y que tememos ver.

Esa persona toxica, envidiosa, cruel y hasta inhumana, pero también es aquel que nos hace fuertes, resistente a los daños y nos hace avanzar.

Pero depende de ti, que lado de ese demonio quieras usar. Tú decides sin ser alguien toxico o fuerte alguien envidioso o resistente.

Dentro de todos existe esa dualidad entre maldad y bondad, pero para noticias de todos, nuestro lado bueno es el que se rinde más rápido de los dos, y muchas veces no nos queda otra, que cerrar las puertas de nuestro corazón y mente. Darle la bienvenida a ese demonio, hacerlo sentir en casa y que arregle lo que tenga que arreglar.

Pero no hay que dejarle que se quede para siempre, aunque sea cruel, es el quien nos muestra la verdadera cara de las cosas, el que nos dice que no todo es blanco, negro o gris, que existen muchas más cosas que las que podemos ver a simple vista.

Entonces cuando sientas a ese pequeño demonio rondando no tengas miedo, pues él no llega sin necesidad de hacerlo. Siempre tendrá algo que decirnos o enseñarnos.

Empieza a temer de ti, cuando descubras que ese demonio te puede hacer sentir poderoso, pero si no logras controlarlo, te llevara a un camino de soledad y oscuridad, se alimentara día y noche de todo lo que pueda brillar en ti, se sujetara a tu alma con colmillos y garras llenas de veneno.

Es allí cuando tú pasaras a ser su prisionero.

Lo mejor que podemos hacer es dejarlo jugar, pero siempre con una mirada atenta y detenerlo a tiempo.

Las personas somos tan complicadas o simples como decidamos serlo, muchos me dirán malvado cuando les digo que si algo te pega, lo mejor que puedes hacer es devolver el golpe con el doble de potencia.

Sé que muchas personas, pensaran lo contrario. Pero se acuerdan cuando dije que la ruleta de la vida gira y no podemos hacer nada. Es allí cuando les digo tu vida no es igual a la mía, pero hay algo que es si idéntico para todos, no podemos controlar su curso, pero si podemos escoger qué camino seguir.


Es lo mismo con ese pequeño demonio, podemos escoger como y cuando usar sus habilidades.

Muchos creen que está mal devolver un golpe. Y yo te digo, ¿qué pasa cuando dejas que te golpeen y no te defiendes? ...

Exacto lo seguirán haciendo hasta que no tengas fuerzas para hacerlo, lo seguirán haciendo hasta que ya no tengas voluntad de hacerlo.

Y ¿qué es eso?

Si no más que los demás demonios gritándote que debes reaccionar.

Pero no me mal entiendan, un golpe no es la solución a los problemas. Pero hay un lado oculto de la moneda. Ese demonio siempre nos obligara hacer cosas que quizás no queremos hacer, allí es cuando entra nuestra razón.

La razón es la única capaz de frenar y calmar a ese ser oscuro hambriento que vive en cada uno de nosotros. Yo te digo que devuelvas un golpe con el doble de potencia pero con inteligencia y razonamiento, no podemos dejar que ese demonio haga su voluntad o todos terminaremos vacíos.

No debemos dejar que dos fuerzas iguales compitan una contra la otra, porque terminaran una alimentándose una de la otra y solo obtendremos un monstruo de mayores proporciones.

Aprende de tu demonio lo que tengas que aprender y luego déjalo que se marche o puedes dejarlo que se quede, total a la razón le hace falta a quien vigilar.

Les dije que era un niño lleno de amor y compasión, luego me volví alguien lleno de rencor e indiferencia.

¡Sí! eso fue porque cuando deje a mi demonio ponerse cómodo, me gusto como se sentía, por un tiempo deje de sufrir, llorar, decepcionarme, huir. Pero también deje de reír, disfrutar, alegrarme, me volvió alguien que se estaba secando. Y fue allí cuando me senté hablar con ese diablillo que jugaba día y noche en mi mente y corazón, sin descanso.

Y fue el quien me dijo, que solo yo podría detener su avance, que él no quería hacerme sentir como me sentía, quería que lo detuviera, pero que no podría controlarse porque le gustaba lo que hacía.

Fue cuando comprendí que ese demonio es a lo llamamos naturaleza humana. Y no podemos escapar de ella pero si controlarla y hacer de ella nuestra mejor aliada.

Fue cuando descubrí un nuevo despertar en mí, ahora sé que no todo lo que siento y pienso es malo o bueno, que puedo amar y odiar, querer y despreciar, reír y llorar pero también aprendí que nosotros somos quienes construimos nuestro propio ser.

Y que estamos llenos de cosas buenas y cosas malas pero todo en conjunto nos hace los maravillosos seres que somos.

Por eso la próxima que escuches a ese demonio susurrando, no lo calles, escucha atentamente lo que tenga para decir quizás, después de todo tenga razón.

Por Kelvin E. Lopez

Confesiones de una mente abandonadaWhere stories live. Discover now