Capítulo 4

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—Una semana después—

—¿Te duele mucho?

—No, sólo es algo molesto —le dijo la castaña, pasándose ungüento por sus heridas, que ya habían comenzando a cicatrizar.

—Se ven mucho mejor —sonrió Boit.

—Sí, no están tan mal —pronunció bajo.

No es que le molestaran las cicatrices, tenía varias por su cuerpo, pero ninguna era tan visible como aquellas. Prácticamente, le cubrían tres cuartos del abdomen y el vientre, en sentido diagonal, desde el lado derecho, cinco dedos por debajo de su pecho, hacia el lado izquierdo, por encima de su cadera.

—¿Quieres que te ayude a vendarte?

—No, hoy las dejaré al descubierto. Las heridas ya no están abiertas, y así secarán más rápido.

—Mm, puede ser —le dijo inseguro.

—Cuanto antes sanen, más rápido podré llevarte a Eritma.

—Sí —sonrió—. Pero primero quiero que tú estés bien.

—Estoy perfecta —le dijo poniéndose de pie, tomando su lanza—. ¿Vamos? El almuerzo no llegará sólo a nuestra mesa.

—Creo que esta vez podría cazar yo —ofreció el castaño, siguiéndola.

—Sería una buena opción, ya que si vas a buscar a Sula, tendrás que pelear.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Sula tiene decenas de pretendientes por año, que se disputan por ella, para ver quién acaba en su cama por dos semanas —le dijo atándose en el cabello, mientras salían de su oasis, dirigiéndose al árido desierto.

—¿E-En serio? No creí que ella... Fuera de ese tipo.

—¿Ese tipo?

—Sí, que hiciera participar a machos para la puesta. Es decir... Ya no es una muchacha joven tampoco.

—Joven o no, es una princesa, y como tal, muchos se pelean por tenerla, para que los elijan. Sin contar con el hecho de que es muy hermosa.

—Estoy seguro que debe ser una mujer bellísima —sonrió Boit, recordando a aquella hermosa niña que él había conocido.

—Se —murmuró Kiha, tomando su lanza nuevamente.

***

Mientras se asaban dos grandes pescados, Kiha estaba tejiendo una tela, para hacerle una nueva prenda a Boit. Vivir con ese muchacho, era como vivir con un niño.

Entendía que vivieran en el desierto ¿Pero como hacía para ensuciarse tanto? No lo entendía, si prácticamente no hacía nada, más que respirar.

Levantó la cabeza, y lo buscó con la mirada, hacía más de media hora se había ido por unas frutas, y aún no había vuelto. La castaña rodó los ojos, y se bajó de la roca donde se encontraba sentada.

—Boit —lo llamó, mirando a los alrededores.

Unos minutos después, lo vio llegar con una gran sonrisa, y algo envuelto entre sus brazos.

—¡Kiha! —exclamó con una gran sonrisa.

—¿Dónde estabas? ¿Y las frutas?

—Kiha, estaba por traer las frutas, cuando escuché un cachorro llorar. ¡Y mira lo que me encontré! —le dijo con una gran sonrisa, descubriendo a un pequeño cachorro gordito y peludo color café, que como mucho, tendría un mes de edad.

—¿Por qué te trajiste a ese cachorro aquí? Devuélvelo a dónde estaba, si sus padres lo rastrean, tendremos problemas —le dijo con el ceño fruncido.

—Pero estaba sólo, y en la selva seguramente se lo comería alguna bestia.

—No puedes cambiar su destino, déjalo dónde estaba.

—No puedo dejarlo, Kiha —le dijo con una expresión afligida—. Mira que pequeño es, apenas tienes dientitos.

—Y sus padres enormes colmillos y garras, déjalo dónde estaba —pronunció inflexible.

—No puedo hacerlo —murmuró—. Morirá si lo hago, quizás su madre también esté muerta ya, por eso estaba solo.

Y a la castaña no le gustaba para nada la idea de tener aquel cachorro allí, porque sabía lo peligroso que era.

***

Encendió unas velas que usaba para iluminar su carpa, ya que la noche pronto llegaría y ya estaba oscureciendo, y observó cómo Boit jugaba con el cachorro.

Ese pequeño apenas caminaba, y no negaría que era gracioso verlo intentar llegar a Boit, alcanzarlo, ladrándole... Y ver aquello, le hizo recordar que a ella jamás le dejaron tener una mascota.

Para su pueblo, los animales sólo eran para comer o usar de abrigo, nada más. Pero Kiha sabía que existían otros pueblos y tribus que tenían animales domesticados, y les eran muy fieles y leales.

—Boit, ya deberías entrar. El sol pronto se ocultará, y si no quieres que un escorpión te pique a ti o al cachorro, será mejor que vengas adentro.

—Tienes razón —sonrió tomándolo en sus manos, recibiendo lamidas por todo su rostro por parte del can, haciéndolo reír.

Entró a la carpa, y Kiha roció con un líquido especial las paredes y la puerta, para evitar que los escorpiones se acercaran. También lo había hecho con las mantas y camas, especialmente la de Boit.

Sirvió en dos cazuelas un poco de sopa, y luego le dio una al muchacho, que ya estaba sentado en su cama, mientras el cachorro daba vueltas por las mantas, mordiéndolas y gruñendo.

—Parece que está lleno de energía —rio el castaño.

—Sí, es algo tierno —le dijo la joven, dándole un sorbo a su caldo.

—¿Cómo crees que deberíamos llamarlo?

—¿Es macho o hembra?

—Macho.

Kiha lo miró por un momento, y luego le arrojó un trozo de carne, que el pequeño masticó desesperado, antes de devorarlo en cuestión de segundos.

—Hammie (comer) —sonrió divertida.

—¿Hammie? —preguntó sonriendo.

—Sí, es lo que único que ha hecho desde que llegó, comer.

Río bajo y asintió con la cabeza.

—Me gusta como suena, Hammie.

Kiha se levantó por un momento, y tomó a Hammie, observándolo con una suave sonrisa, antes de recibir una lamida por parte del cachorro, y que le moviera la colita.

—Pues sí que eres lindo.

—Sí, y será un gran lobo —sonrió emocionado Boit—. Esperó a Sula le guste.

La sonrisa se borró de los labios de la joven castaña, y lo miró confundida.

—¿Es para ella?

—Yo quiero estar con ella, y viviré en Eritma cuando tú me lleves. Es por eso que espero que a ella le guste.

—Claro, seguro querrá hacer un abrigo con él —le dijo devolviéndole al cachorro, para tomar nuevamente su cazuela.

—Yo creo que exageras —sonrió dándole un trozo de carne a Hammie—. De seguro también lo querrá.

...

KihaWhere stories live. Discover now