Capítulo 8

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Una semana había pasado desde que habían salido de su casa, para dirigirse a Eritma. Y al parecer, finalmente estaban cerca. Habían aromas que jamás se borraría de su mente.

Y sentía que ya estaba muy cerca, para continuar ella también el resto del camino que restaba. No quería encontrarse con nadie, y mucho menos, con Sula.

—Boit.

El muchacho se detuvo, y se giró para mirarla, curioso.

—¿Qué ocurre?

—¿Ves el camino que aparece adelante?

—Sí.

—Si apresuras un poco el paso, antes del atardecer llegarás a la tribu. Ya estamos en Eritma.

Una gran emoción se apoderó de él al escuchar aquello, pero, se fue disipando poco a poco, al recordar que ella no iría con él, que su travesía, llegaba hasta allí.

Kiha se agachó junto a Hammie, y le acarició suavemente la cabeza, recibiendo una lamida en su rostro, y que se le parara en dos patitas, moviendo la cola.

Sonrió afligida, por más que quisiera no demostrarlo, y le dio un suave beso en su cabeza.

—Recuerda lo que te dije ¿Sí? Y pórtate bien, no busques más lagartijas, tonto —sonrió.

Se puso de pie, y observó a Boit.

—No les hables de mí, diles que de alguna forma, recordaste cómo llegar hasta aquí. Tú mamá jamás te olvidó, reconocerá tu aroma.

—Gracias Kiha, por todo lo que has hecho por mí. Yo no sé cómo podría recompensarte.

Ella negó con la cabeza, restándole importancia.

—Sólo no le digas que me viste, y está todo saldado —le dijo en un tono tranquilo.

—Em... ¿Volveremos a vernos? Ya sabes... Hammie te extrañará.

—No creo —le dijo mirando al cachorro—. Cuídalo mucho, es un buen lobo, y muy leal por lo que parece.

—Lo haré, lo cuidaré bien. Pero ¿Tú no volverás a tu casa? Quizás alguien pueda acompañarme para verte, si tú no quieres venir aquí.

—No, ya he vivido mucho tiempo allí —le dijo tomando las cosas que Boit había estado cargando—. Es momento de que busque un nuevo lugar donde vivir.

—¿Hacia que lado irás?

—¿Por qué?

—Sólo para tener una idea de dónde buscarte.

—No lo sé, sólo caminaré. A dónde deba llegar, llegaré —sonrió levemente—. Cuídate Boit, e intenta que no te maten.

—¿Qué no me maten? —preguntó confundido.

—Por Sula —explicó.

La vio girarse para irse, y quiso tomarla de la muñeca, pedirle que se quedara... Pero no lo hizo. Sólo se quedó viendo como aquella pequeña mujer, se perdía entre los árboles.

Miró hacia abajo al escuchar a Hammie llamarla, como los cachorros cuando lloran, antes de ladrar y estirar de la soga, para intentar seguirla.

Boit lo tomó en brazos, y sonrió suavemente, acariciándolo.

—Ey, ella debía irse, pero la volveremos a ver ¿De acuerdo? —le dijo en un tono suave, retomando su camino—. Ahora tendremos una nueva casa, y conocerás a otra muchacha que también te querrá.

***

Frotó dos piedras, y encendió algo de fuego, antes de sentarse frente a él. Acercó la carne al mismo, y observó cómo lentamente comenzaba a cocerse.

Después de haber estado más de dos semanas con Boit, y un poco más de una con Hammie, los extrañaba. Sería extraño volver a acostumbrarse a estar sola.

A no escuchar otra voz más que la suya propia en su cabeza. Boit solía ser muy charlatán, y Hammie siempre andaba ladrando, correteando por ahí.

Se abrazó las piernas, y respiró profundo, sintiendo como algo se estrujaba dentro de su pecho. Volvía a sentirse sola, ese sentimiento que la había acompañado desde que tenía memoria.

Cerró los ojos, y hundió su rostro entre sus rodillas, respirando profundo. A veces, hay personas que están destinadas a pasar sus días sin compañía, como ella.

Suspiró, y se reincorporó para tomar un trozo de fruta, mientras esperaba que la carne estuviera lista. La masticó un par de veces, y frunció el ceño antes de escupirla.

—Mierda —pronunció con asco, sintiendo su estómago revuelto, por las náuseas.

***

Escuchó unos gruñidos cerca, y se detuvo, apurándose a tomar en brazos a Hammie. Sabía que aquellos gruñidos pertenecían a ellos, y no a bestias.

—Hola, soy Boit, hijo de Tog y Saia —explicó en un tono calmo, sintiéndose realmente nervioso, e intentando que no se notara—. Fui secuestrado hace veinte años, cuando sólo era un niño. Ese día, Sula estaba conmigo.

Unos segundos después, un tipo alto y musculoso salió a su encuentro, luciendo molesto.

—¿Quién eres?

—Mi nombre es Boit, acepto si quieren mantenerme alejado de la tribu, por seguridad. Pero hablen con mi mamá, su nombre es Saia, y mi padre Tog, ellos les confirmarán lo que les estoy diciendo... En serio esperé mucho tiempo para regresar aquí.

El muchacho lo observó con el ceño fruncido, y luego levantó una de sus manos.

—Weibs, ven aquí.

Un muchacho de cabello negro y ojos del mismo color, apareció en ese momento, mirando expectante a ambos hombres. Especialmente al humano, que lucía sorprendido.

—Weibs, éste extranjero dice ser hijo de Saia y Tog ¿A caso tus padres te hablaron alguna vez de un tal Boit?

El joven cambió la expresión de su rostro, por una de sorpresa.

—¿Boit? ¿Tú eres Boit?

—Sí ¿Conoces a Tog? ¿Es algo tuyo? Tú... Realmente te pareces a él.

—Sí, Tog es mi padre —le dijo aturdido, sin poder creer que ese tipo de ahí, fuera el hijo que su madre les había contado que había perdido.

***

Se sentía terrible, y aparentemente, tenía fiebre. Se sentía pesada, hinchada, cansada, y sólo había caminado un par de horas no más, no lo entendía.

Se acurrucó entre sus mantas, y se masajeó suavemente el vientre. ¿Habría comido algo que le había hecho mal? De seguro era esa maldita fruta del mediodía, que le había provocado náuseas.

Se sentó en la cama para buscar algo de agua, y tuvo que detenerse por un momento, quedándose quieta, tomándose de la frente.

Un fuerte mareo le había dado al levantarse de aquella forma tan repentina. Y no lo comprendía, sus heridas ya estaban sanadas, no tendría que tener fiebre. ¿La habría picado algún insecto sin notarlo?

Volvió a acostarse y se cubrió los ojos con su antebrazo, respirando suavemente.

—Bien Kiha, morirás sola en medio de la selva.

...

Hasta aquí por hoy ❤️💕

KihaWhere stories live. Discover now