Capítulo 23

9.3K 1.1K 117
                                    

Suspiró cansada. Le dolía la espalda, tenía los pies y tobillos hinchados, su panza estaba muy grande a sus ochos meses. Ya no faltaba nada para que naciera su hija.

Había perdido el interés por salir a dar paseos, como meses anteriores solían hacer con Boit. Lo único que quería, era que la niña naciera, ya no soportaba su panza.

—Ensalada de frutas —sonrió el castaño entrando a la habitación.

—Gracias —le dijo tomando el tazón.

Boit la ayudó a sentarse, acomodando los almohadones detrás de su espalda, para que estuviera más cómoda.

Se sentó en los pies de la cama, y tomó sus piernas, colocándolas sobre sus muslos para masajear sus pies.

—Luces tan cansada.

—No puedo dormir bien, la niña ya está muy grande, y a veces no puedo respirar.

—Ya falta menos —sonrió suavemente—. Ya pronto la bebé estaré con nosotros, y podrás sentirte libre de nuevo.

—Sí, ya quiero que nazca —le dijo cerrando los ojos.

—Ey.

Abrió los ojos, y observó la tierna sonrisa en el rostro de Boit.

—Yo... Yo sólo quiero agradecerte por esto, Kiha. Tú estás haciendo un gran trabajo para traer a nuestra hija, y es un regalo maravilloso.

—Tú eres él que está haciendo todo —pronunció bajo.

—Como tú cuando me encontraste —rio bajo—. Era un pobre diablo en medio del desierto. Si no me hubieras ayudado, hoy no tendría la dicha de esperar a mi hija.

Ella sonrió levemente, y miró hacia abajo.

—Ojalá Umie nazca como tú, con tu olfato sensible, y esa super vista que ustedes tienen. Recuerdo cuando Sula vino a la tribu de mujeres, me contó que ustedes pueden saber de quién es una cría por su olor.

—Sí —murmuró, apretando sus dedos en las sábanas.

—Sería genial poder hacer eso. De ese modo, nunca perdería de vista a la bebé —rio—. ¿Cómo es que huele? ¿Huele a nosotros dos?

—Es... Una mezcla —pronunció bajo—. Luego de nacer, a medida que pase el tiempo, adquiere su propio aroma, es difícil de explicar.

—Entonces, mientras esté en tu panza, y hasta que sea más grande luego de nacer, olerá como ambos.

—Sí Boit.

—Wou, que fascinante es poder sentir eso. Ustedes son increíbles... ¿Has pensando cómo podría ser ella? Dicen que la mayoría de los bebés nacen con los ojos azules, y tal vez ella también. Cómo yo tengo los ojos azules, por ahí a ella les queden.

—Boit... ¿Te molesta si duermo un poco? Me siento muy cansada.

—Claro que no —sonrió, ayudándola a acostarse—. Descansa, cuando menos lo pienses, la bebé estará aquí con nosotros.

El castaño salió de la habitación, y Kiha no pudo evitar llorar en silencio. ¿Qué iba a hacer si la niña se parecía a Giel?

***

Kiha se encontraba cursando las treinta y ocho semanas se embarazo, aún le faltaba casi un mes para la fecha de parto, cuando comenzó a sentir un dolor punzante en la parte baja de su espalda.

Se quejó, e intentó acomodarse mejor en la cama, para tener una posición más cómoda. Pero al cabo de varios minutos, el dolor persistía, y al aparecer, se estaba haciendo más fuerte.

KihaWhere stories live. Discover now