Capítulo 6

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Miró el cielo y se detuvo, haciendo que Boit también lo hiciera, mirándola curioso.

—¿Qué ocurre?

—Este es un buen lugar para hacer una tienda, en unas horas anochecerá.

—Oh, tienes razón —sonrió, bajando las cosas que él llevaba.

Kiha comenzó a tomar los troncos a utilizar, y empezó a clavarlos, al igual que el muchacho que la imitó.

—Oye ¿Podrás volver luego tú sola?

—Por supuesto que sí —le dijo molesta.

¿Por quién la trataba? ¿Una inútil?

—No quiero decir a qué no puedas volver sola, sino a que sería peligroso a que lo hicieras. Tal vez puedan acompañarte luego de regreso a tu casa.

—Boit, hace dos años vivo sola, y he recorrido gran parte de la isla sola. No me pasará nada, y si alguien se atreviera a intentar propasarse conmigo, me defendería.

—Lo entiendo, pero es que tú eres tan pequeña, y los machos tan grandes... Me es imposible no pensar que pudieran dañarte.

La castaña lo ignoró, y siguió con otro tronco. Boit era igual a los demás, subestimándola sólo por su apariencia.

***

El castaño estaba echando unos leños al fuego, mientras preparaba un estofado para ambos. Ese había sido el acuerdo, Kiha cazaba algo para la cena, y él debía prepararla.

¿A Sula también le gustaría que él hiciera aquello? Se preguntó con una suave sonrisa, pensando en la morena. ¿Cómo se vería ahora? Kiha le había dicho que era bonita, y él no dudaba aquello.

Dentro de la tienda, la jovencita apretó los puños sobre sus muslos, respirando profundo, intentando controlarse. Si Boit no fuera humano, ya habría sentido el cambio hormonal que se estaba produciendo en ella.

Y no sabía que hacer, porque no podía dejar a Boit solo, alguna bestia terminaría asesinándolo. Y si ella se quedaba con él, tampoco sabía que podía llegar a pasar.

Hammie entró a la tienda, moviéndole la colita, y parándose en dos patas contra ella, para que lo tomara. Y la castaña lo hizo, acostándolo en sus muslos, para acariciarlo luego.

—En serio espero que esa estúpida te cuide y quiera —pronunció en un tono bajo—. Si eso no ocurre, y Boit no te defiende, búscame ¿De acuerdo? —le dijo acariciándole la cabeza y el cuello.

Era un hecho que en una semana no volvería a ver a Hammie... Ni Boit. Y volvería a su solitaria vida. Tal vez ella también tendría que buscarse una mascota.

Vio como la tela que cubría la entrada se abría, y era Boit, sonriendo con dos cazuelas humeantes.

—¿Quieres que comamos aquí adentro o afuera? Esto ya está listo, y no sólo huele delicioso.

—Aquí adentro está bien.

—Bien —le dijo entrando, sonriendo.

Le dio una de las cazuelas a Kiha, y luego dejó otra en el suelo con carne cocida para Hammie, que la devoró hambriento, como si llevara días sin comer.

El muchacho salió por un momento, y regresó con su porción, sentándose en lo que sería su cama.

—¿Te gusta? ¿Sabe bien?

—Sí, eres bueno en esto.

—Gracias, me encanta cocinar. Cuando vivía con los humanos, hice un curso de cocina. Incluso trabajé un tiempo en un restaurante.

—¿Qué es eso?

—Es un negocio, como una casa grande, con muchas mesas y sillas, donde las personas van a comer.

—Ah —murmuró, tomando un trozo de carne.

—¿Te gustaría conocer el mundo humano?

—No lo sé, nunca lo pensé realmente.

—Creo que sería una buena experiencia para tí, hay tanto para aprender afuera de la isla —sonrió—. Es más, creo que podríamos viajar alguna vez juntos ¿Quieres?

—¿Tú y yo? —preguntó confundida.

—Sí, y Sula, si es que quiere venir también —le dijo sonriendo, antes de tomar un poco de caldo.

Era imposible no ver el brillo en su mirada cuando hablaba de ella, cuando la nombraba. El amor que sentía por ella era real, tan sincero.

Kiha no dijo nada, sólo siguió comiendo, sin hambre.

—Oye, Kiha, luego de que me dejes en Eritma ¿Vendrás a visitarme?

—No —respondió tajante, sin titubeo alguno.

—¿Por qué no? ¿Y podría ir entonces yo a visitarte?

—¿Por qué harías eso? A ti lo único que te interesa es ver y estar con Sula.

—Porque... Porque extrañaría verte también, o saber de ti. Eres la única que ha sido amable desde que llegué, y que se preocupó por mí.

—Cuando estés con Sula, te olvidarás completamente de mí. Recuérdalo.

***

Se despertó al escuchar que alguien se quejaba, y al girarse, descubrió que se trataba de Kiha.

—Kiha, despierta —le dijo en un tono calmo.

Se acercó a ella, y al tomarla del hombro para intentar despertarla, sintió su piel quemar.

—Kiha, creo que tienes fiebre —pronunció preocupado, tocándole la frente.

La escuchó hacer un sonido extraño, una especie de ronroneo.

—Kiha.

La joven castaña abrió los ojos y lo observó, sintiendo como su pulso se aceleraba, al igual que su respiración.

—Boit —ronroneó en un tono pesado.

—¿Te sientes mal?

Se sentó en la cama y lo tomó de la mano, llamándolo, de aquella forma típica de su raza. Qué si él fuera un macho de su especie, lo entendería.

—¿Qué tienes? —preguntó confundido, al ver como las mejillas de ellas comenzaban a tomar un tonalidad rojiza, y sus ojos se volvían completamente negro, por la dilatación de sus pupilas.

Ella volvió a producir aquel sonido suave, y lo empujó, subiéndose encima de él.

—¿K-Kiha?

La muchacha negó con la cabeza y se inclinó hacia él, frotando su mejilla contra la de Boit, frotando su entrepierna con la de él, jadeando al sentir su miembro, apretándose contra ella.

—N-No, Kiha —pronunció bajo, desconcertado.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba actuando de ese modo?

Y cerró los ojos, tomándola de las caderas, al sentir que ella le daba una lenta lamida en el cuello, erizándole la piel.

—N-no hagas eso —pronunció en un tono profundo, apretando sus dedos en su suave piel.

—Mío —ronroneó, meneándose contra su entrepierna, cerrando los ojos al sentir como él se endurecía bajo ella.

La tomó del rostro, y suavemente guió sus labios hacia los de él, para besarla. Ni siquiera sabía porque lo estaba haciendo, y ni quería pensarlo en ese momento.

...

KihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora