Capítulo X: Rostro de querubín.

841 87 20
                                    

Lame mis labios, sorprendiéndome por el repentino beso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lame mis labios, sorprendiéndome por el repentino beso. Se lo devuelvo con ganas, aunque me siento extraño. Cuando se separa, sus ojos me ven sin emoción alguna, dejándome con un sabor a tabaco en mi boca. Un hilo de saliva se queda pendiendo entre nosotros. No hay sensualidad, sólo calentura.

—Eso es ser inesperado —se limpia las comisuras de sus labios, con sus dedos.

—Jodidamente molesto, también —suelto con sarcasmo tintando mi voz.

Rubén rueda sus ojos, alejándose de mí, mientras vuelve a tomar su cigarrillo, dándole una calada profunda, mirando hacia otra parte de la pista.

—Ese niño nos ha estado mirando desde que te besé —avisa él, señalando con el mentón a alguien en la pista.

Reconozco rápidamente a Sebastián, con sus ojos mirando hacia acá con el ceño fruncido, no logro reconocer su emoción, por las luces neón alumbrando todo el lugar, pero él sigue pegado a la chica que lo sacó a bailar hace un rato. Parece un tanto ebrio, y no puedo evitar sonreír con socarronería, hallando despertar algo más que sólo una mirada en Sebastián.

—Si quieres divertirte con alguien más, puedes. Yo también lo haré —suspira Rubén, sin importarle mucho que quiera irme de su lado, cuando estamos en una cita.

Aunque, ni siquiera yo sé cómo funciona una cita, y la verdad es que poco me interesa si a Rubén no le gusto como persona, sólo busco algo físico por un tiempo antes de perder el interés y desecharlo. Pero, viendo las cosas con el morocho, creo que será más probable que él me tire antes.

Se levanta de mi lado, tirando el cigarro al suelo, y pisándolo con su talón, perdiéndose entre el gentío, las voces melódicas, y el humo del tabaco en el club.

Vuelvo mi vista hacia Sebastián, pero ya no está en el mismo lugar que lo vi hace unos minutos atrás, por ello mismo me levanto de mi asiento, caminando hacia el lado contrario a Rubén, pero también pasando entre la gente para poder llegar a la barra, donde un barman está sirviéndole bebidas a unas chicas, y éstas les sonríen con coquetería. Poco me interesa aquello, porque me encuentro con Sebastián, tomando un vaso de tequila, frunciendo todo su rostro cuando la bebida pasa por su garganta. Está parado, aun cuando hay asientos para estar más cómodos, sin embargo no parece deprimido, ni siquiera enojado, sólo se ve demasiado relajado para su propio bien.

Me siento a su lado en silencio.

— ¿Sabes? La última cosa rara que tenía en mente en mi vida, era verte saliendo con un chico, besándote con él cuando eres el mayor mujeriego en C. —el tono de su voz delata lo tan ebrio que está, pero no lo suficiente para hacerlo tambalearse. Sus ojos me miran de reojo, suspirando.

—Y la última imagen que tenía en mente, era la tuya tomando tequila. —Me encojo de hombros, apoyando uno de mis codos en la barra. Me encara, poniendo una expresión seria, lamiéndose sus labios.

Destruyendo a Bruno (Desamores #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora