Conflictos

6.9K 939 154
                                    

13 de junio de 1974

Steve por fin regreso como tal a la mansión.

Había venido durante sus periodos de celo, pero generalmente pasaba del frente de la mansión a su ala especial y se quedaba allí hasta que su celo finalizaba y se regresaba inmediatamente al frente de batalla.

Después de su caída al hielo y de la lucha con HYDRA, pensó que el mundo finalmente encontraría su estabilidad y dejaría atrás el camino de la guerra, pero estaba muy equivocado.

La guerra fría con la unión soviética tenían al mundo dividido y además de todo ello, estaba la intervención de Estados Unidos en República Dominicana y la guerra en Vietnam, eventos en los que debía involucrarse al mismo tiempo, ya sea liderando tropas, infiltarndose u obteniendo información.

A raíz de ese mismo conflicto, es que había fracturado su brazo y en vista de que así no podía luchar, fue regresado por tres días a la mansión, periodo en el que su brazo debía curarse completamente.

Generalmente le gustaba sentirse útil, pero no tenía duda de que regresar era lo mejor. No había visto a Tony en meses y quería saber cómo estaba y cuánto había crecido en todo este tiempo.

Además, quería hablar con él. Se había enterado que había ingresado a la escuela y que se encontraba en un grado avanzado, debido a su gran inteligencia. No era sorpresa para nadie, puesto que Tony había demostrado ser un genio, sin embargo, no dejaba de ser un logro sorprendente para un niño de su edad.

******

Steve llegó a la mansión de manera silenciosa y sorpresiva, y bastaron unos escasos minutos, antes de que se escucharán pequeños pasos corriendo en su dirección.

—¡Steve!— gritó el castaño con emoción, tan pronto lo vio, abrazando sus piernas.

—Tony, qué gustó verte, como has crecido ¡Estas muy grande!— respondió con gran emoción, mientras levantaba al menor con su brazo bueno y lo abrazaba contra su pecho, notando no solo, que el olor del menor había empezado a hacerse presente, también que su olor lo hacía sentirse cómodo, por alguna razón.

Tony olía a chocolate, chocolate amargo, para ser exacto y si quisiera ir un poco más allá, podía detectar notas de pino en su olor.

—solo crecí cuatro centímetros en el último, Steve, no es para tanto— respondió despreocupado, quitándole peso al asunto, mientras se aferraba al cuello del mayor, respirando su aroma.

—para mí es mucho, Tony, llevo mucho tiempo sin verte— respondió el rubio, agachándose para tomar su equipaje con su mano, y enderezarse, encaminandose a su habitación.

—pudiste verme, pero simplemente no quisiste hacerlo— respondió con el mismo tono, pero Steve sabía que había algo más en su tono, además de que su afirmación lo dejo en seco.

—¿Cómo es eso?— preguntó curioso y asombrado.

—a veces pienso que olvidas que soy un alfa— respondió, antes de resoplar y continuar —siento tu olor, se exactamente a lo que hueles, Steve, es de hecho, uno de los olores que más reconozco y no es especialmente suave como para no notarlo. Viniste aquí aproximadamente tres veces en el último año y estuviste por tres o cuatro días en cada una de esas visitas, además, papá siempre regresaba impregnado de tu olor— explicó rápidamente y con molestia, sorprendiendo al rubio más de lo que ya se encontraba y causándole un escalofrío al que no le encontró explicación alguna.

—Tony... No es tan fácil como piensas que es. Yo... No podía verte, te habría lastimado y no me digas que no, porque he visto a alfas mucho más grandes y fuertes que tú ser lastimados cuándo estoy... en estado inconveniente— respondió avergonzado y con dolor, mientras terminaba de recorrer la distancia de la sala a su habitación y dejaba al menor y a su equipaje sobre la cama, sentándose después al lado del castaño, que lo miraba serio.

El Alfa Perfecto Para MiOnde histórias criam vida. Descubra agora