8

3.2K 295 4
                                    


-Maldita sea Sofia – unos brazos me alzaron, abrí los ojos y vi a Connor – porque me pones las cosas tan difíciles.

-Yo?

-Shhhh – me puso un dedo en la boca – no protestes. Parece que estás buscando enfermarte.

Me montó delante suya encima de su caballo y me llevó al castillo. No me había mojado mucho, pero él me sentó delante del fuego del salón y la abuela aparecía con un caldo en la mano.

-Toma niña, bebe esto.

Cogí el plato de sus manos y me lo tomé muy despacio.

-Abuela, nos puedes dejar solos? – ella asintió y se retiró.

-Qué quieres saber?

-Me da igual, por donde quieras.

-Mi madre, era la prometida del Laird pero mi abuelo firmó un pacto con otra casa. Ella cuando lo supo, cuando supo que mi padre debía casarse con otra mujer estaba embarazada de mi. Retrasó su boda, engañó a su mujer diciéndole que yo era hijo de otro matrimonio y a mi madre la metió como ama de llaves. No sé realmente mucho sobre lo que sucedía entre ellos, nunca he preguntado.

-Entonces Desiré no era tu madre ¿

-No, las tumbas de los Ewan, son mi padre y mi hermano, fruto del matrimonio de Desiré y mi padre.

-Y?

-Su tumba? – asentí – la puse ahí, necesitaba ir a algún lugar y despedirme de ella, necesitaba saber que estaba cerca, aunque está vacía. Tu ramo terminó ahí, si, pero no como tu crees, sino como una despedida. La noche que fui al cementerio, voy cada vez que se cumple un año más.

-La sigues queriendo? – mi corazón se cerró en un puño

-No lo sé – lo miré – no quiero mentirte, no sé lo que siento. – asentí y tragué el nudo que tenía en la garganta. – Ahora me toca a mi, por que no me dijiste que estabas embarazada?

-Porque estaba dolida, aparte de enferma.

-No alces más la voz por favor Sofia, no a mi.

-Perdón. – agaché la cabeza

Los días volvieron a ser como los de antes.

-Sofia – la abuela se asomó por la puerta de la habitación – debes coger una gallina hija.

-Qué? – estaba alucinando la vieja, les tenía miedo.

-Que debes coger una gallina. Gallina vieja, buen caldo.

-No, yo no me meto ahí.

-Venga hija, Eva no puede ahora y quiero preparar mi cocido.

Puñetera vieja, utilizaba los mismos métodos que yo de chantaje. Ea, pues me ha tocado meterme donde las gallinas. Me subí el vestido un poco para no tropezarme con él, dejando a la vista las pantorrillas. Me metí en el corral de las gallinas y vi al gallo.

-Puto gallo cabrón. Esta es mi venganza.

Me tiré encima de él, joder si que era fácil. Le até las alas con la cuerda que me dieron y como me dijeron, y bien sujeto me lo llevé a las cocinas.

-Lo he traído – grité victoriosa – tengo al bicho que me despierta.

Las pocas mujeres que estaban ahí se quedaron alucinadas. Connor comenzó a partirse de risa y Eva y la abuela se estaban aguantando, de momento.

-Hija, pero te dije una gallina vieja.

-Te traje al gallo – miré mal a Connor que se le salían las lágrimas de las risas.

Lo que jamás te he dichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora