16

2.5K 256 5
                                    


Bajé las escaleras y seguí las instrucciones de Sabrina, pasillo izquierdo conforme bajas, segunda puerta. Llamé antes de entrar.

Era una habitación sencilla, aunque lo que más destacaba de ella, aparte de las cortinas blancas era la mesa del centro.

-Tiene hambre Sofia?

-Si – sonreí tímidamente y me senté donde él me indicó.

-Me gustaría saber más sobre usted – habló mientras servía la comida en mi plato.

-Vengo de las Highlands, del clan McDouglas.

-Eres la mujer del Laird por lo que puedo entender – asentí – que es lo que te trae aquí con un niño pequeño?

-Una pelea con mi marido – dejó el cubierto en su plato dispuesto a escucharme – fuimos a la Isla de Sky y ahí mi marido descubrió que tiene dos hijos – como me dolía esta situación – el caso es que por diferencias a como criarlos y a que se esperaba de ellos, me pidió que abandonara la isla y con eso también abandoné nuestro hogar.

-Vaya. Lo siento

-No se preocupe – sonreí tristemente – y usted Dave?

-Mi mujer Lisa, se encuentra junto a su madre, está enferma y quería ir a cuidarla.

-Lo siento – resoplé aliviada, este desconocido tenía una mujer .

-Gracias – sonrió – lleva ya tres meses fuera y creo que hasta que su madre no descanse, no volverá. Sus padres?

-Mis padres murieron, solo tengo una hermana pero está en España.

-Guau, me han dicho que es un país muy bonito – sentí nostalgia.

-Sí, lo es.

Terminamos de cenar y nos despedimos. En mi habitación le agradecí a Sabrina el cuidar a Connor y me eché a dormir.

Las semanas siguientes pasaron entre vueltas al parque y al precioso jardín que tenían ahí. Observé como mi pequeño crecía por momentos, como me buscaba a cada rato y la dependencia que tenía de mi, de su madre. Ahora, ahora era cuando echaba en falta más a la mía. Ahora era cuando necesitaba un consejo, un recuerdo o una simple discusión con alguien que fuera mi familia, con alguien que llevase mi sangre, pero.... Ellos ni siquiera habían nacido todavía.

Miré la cama donde se encontraba Connor durmiendo, rodeado de cojines. Sonreí tristemente y pensé en que nunca más podría volver a mi tiempo, en que nunca dejaría a alguien tan pequeño, a alguien que había crecido en mi interior, solo.

Siempre estaría a su lado, incluso muerta, pero en este momento no pensaba morir. Debía seguir adelante aunque fuera un mundo desconocido para mí. Debía hacerlo por mi pero sobre todo por este niño risueño.

Llamaron con suavidad a la puerta, sabía que era Sabrina antes de abrir, era la única que venía a buscarme siempre y la única que llamaba así, teniendo en cuenta que Connor podría estar durmiendo.

-Señora, la esperan en el comedor.

-Gracias Sabrina – me acerqué a la cama y besé la frente pálida de mi bebé – volveré enseguida.

Me fui al mismo comedor donde estos días me alimentaba mientras tenía una conversación muy formal con Dave. Llamé y cuando me dieron permiso para pasar vi a Dave con un vaso de whisky en la mano y detrás de él, de espaldas a la puerta se encontraba otro hombre.

-Ahora vuelvo – él se apartó y salió de la habitación, dejándome bastante confundida.

-Por qué? – miré a ese hombre sin entender nada, pero no contesté, no hasta que se giró.

Lo que jamás te he dichoWhere stories live. Discover now