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Me acerqué a la cocina donde Bonnie estaba preparando los últimos detalles de la cena.

-He preparado patata hervida, vacuno y un postre de limón y galletas que es mi especialidad.

-Gracias Bonnie, seguro que todo estará delicioso – cogí un vaso y me eché vino, bebiéndomelo de trago.

-No es bueno ahogar las penas en el alcohol lady.

-No, penas no estoy ahogando. – me miró sin entender – estoy tratando de tragarme las sorpresas.

-Fue una buena mujer – se limpió las manos en el paño que llevaba en el bolsillo del delantal – siempre le pedí que hiciera lo correcto, que avisase al Laird pero ella por miedo o quizás por puro egoísmo no lo hizo. Se quedó viuda al poco tiempo de casarse y al año y medio después, dio a luz a Arthur y a Megan.

-Sinceramente, no sé como tomármelo.

-Con calma mi señora, deberá tomárselo con calma.

-Brindo por tu sabio consejo – me bebí el tercer vaso de trago y ella prácticamente me lo arranco de la mano.

Cenamos en silencio, bueno, yo le estuve dando vueltas a la comida todo el tiempo y esta noche no pegué ojo. Durante la mañana se escucharon los preparativos del entierro. Vi al cura entrar varias veces en mi casa. Me comencé a vestir, me puse un vestido marrón y me dejé el pelo suelto. Bajaba las escaleras cuando un niño gritó desde lo alto. Era Arthur.

-Quieres bajar? – él asintió y yo volví a subir las escaleras y darle la mano para que apoyándose en la barandilla de piedra y sujeto, cogiera confianza – mi nombre es Sofia, vale? – él asintió y corrió hacia los brazos de Connor que estaba ahí, hablando con el cura. Me imaginé donde había pasado la noche mi marido y más ahora, después de ver la muestra de cariño que el niño acababa de tener con su padre.

-Todo está preparado – yo asentí – vamos.

Nos dirigimos a la pequeña capilla donde el cura estuvo dando un sermón bueno y luego varios hombres, incluido Connor, decidieron llevar su ataúd a cuestas hacia el cementerio que se encontraba detrás. En un agujero en la tierra, al lado de una cruz que tenía marcada Arthur, ahí dejaron su caja. El niño se acercó y tiró el primer puñado de tierra encima de la caja de su madre y luego fuimos los demás.

Camino a casa, íbamos Collin, el niño agarrado de la mano de Connor y yo.

-Se ha ido en paz – miró al pequeño y a mi marido.

-Por lo menos eso puedo hacer Collin, son mis hijos también.

Al llegar yo me retiré, dejando a los dos hombres solos. Subí arriba y me puse un vestido más sencillo junto a una camisa blanca y luego fui a buscar a Bonnie.

-Te puedo ayudar en algo? – esta se asustó

-Pues claro que no. Dónde se ha visto que la señora de la casa esté en la cocina.

-Bonnie, como no esté ocupada me tiraré de los pelos – ella entendió y asintió.

-Ve y riega las flores, quizás eso mantenga tu cabeza ocupada y te agote el cuerpo, así esta noche dormirás.

-Gracias.

Me dirigí a la parte trasera de la casa y me encontré un hermoso jardín que en este caso debía ser regado con el agua del pozo que había en el medio. El jardín era cuadrado pero hicieron varios caminos de piedra y en el medio era el pozo hecho para que pareciese una fuente. Cogí los cubos que tenía al lado y comencé a llenarlos de agua tirando de la cuerda que tenía. Comencé a llevar los cubos y a regar las plantas. Era ya la hora de comer cuando terminé de hacer eso y realmente estaba exhausta.

Lo que jamás te he dichoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن