Capitulo 4

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Soy despertada por unas manos que no se comparan en nada con la sensibilidad a la que Fernando Almeida me estaba sosteniendo en mis sueños

-Alma, no tenemos plata ni nada para comer y tenemos que ir a clases -Cecilia estaba parada frente a mí, estoy segura de que antes de acostarme cerré la puerta de mi habitación con llave. Miro mi despertador, las 6:30 de la mañana, es extraño que aun siga durmiendo.

-Anoche pidieron comida, y ni siquiera tuvieron la decencia de dejarme algo. Porque no revisas tu billetera, seguro encontras algo -me levanto de la cama con Cecilia siguiendo mis pasos.

-Eso lo pago mi papá

-Bueno anda y pedile a él, yo no soy tu madre Cecilia, no tengo que mantenerte.

-No, pero nuestra madre si y si ella no tiene no puede darme, así que o le das a ella o me das a mí.

-Hasta donde se las obligaciones legales con un hijo son hasta los 18 años, vos y tu hermana incluso son un año mayor que yo, dos adultas hechas y derechas nadie tiene obligación con ustedes. Consigan un trabajo.

-Estamos concentrándonos en nuestros estudios -Se lo dicen a la chica que trabajo y estudio tres carreras al mismo tiempo -Por favor, Alma, solo esta vez

-No, tal vez si hubieran limpiado el desastre de esa fiesta me levantaría descansada y de buen humor, pero no solo me despierto cansada por haber limpiado ese desorden, también estoy hambrienta porque no fueron capaces de dejarme algo, y le sumamos que tu voz es lo primero que escucho.

-Se supone que hoy mandan a la nueva empleada, no tenías que limpiar nada. Tampoco te pongas así de pesada - 1,2,3,4,5... contar no me calma...6,7,8,9,10. No tengas un ataque Alma.

- ¿Cuánto tengo que darte para que te vayas?

-Con 1000 pesos me arreglo.

-Te vas a tener que arreglar con 300, no pienso darte más -agarro mi billetera y saco los únicos billetes que me quedan, se los entrego y la empujo hasta que sale de mi habitación. Nota mental: colocar un pasador en la puerta.

Esta mañana tengo la entrevista con Fernando y sus socios. Y por primera vez me encuentro preocupada sobre que vestir en una reunión. Elijo un pantalón tiro alto y una blusa cruzada blanca con un blazer a juego con el pantalón. Me pido un taxi y en cuanto me avisan que ya está en la puerta bajo. Le pido al taxista que me deje en un restaurante ubicado a unas cuadras de la constructora así puedo desayunar antes de la reunión.

Elijo una mesa pegada a la ventana, una camarera llega con un menú pero no hace falta que la vea, se exactamente lo que quiero pedir -Te pido una taza de las grandes de café con leche, el pan de campo con manteca y mermelada de arándanos, un jugo de naranja exprimido, y si todavía tienen de esa ensalada de fruta casera que tenían la semana pasada te pido también eso, gracias -la camarera se retira y mientras espero me pongo a revisar un mail con cambios que me pidió un cliente.

- ¿Me puedo sentar con vos? -la voz de Fernando me distrae, lo tengo parado frente a mí, en jeans y campera de cuero.

-Si - en verdad tengo que mejorar mi capacidad de hablar en frente de el -antes de sentarse se acerca y me saluda con dos besos en la mejilla.

- ¿Ya ordenaste?

-Si

-Veo que por las mañanas tampoco sos muy habladora -llama a la camarera y le pide solo un café negro con dos medialunas -Amo las media lunas en Brasil son difícil de encontrar ¿siempre desayunas acá?

-No, por lo general no estoy muy presente en la empresa.

- ¿Pero es tuya?

-Si, pero desde que mi padre murió mi tío se hizo cargo, y dado que lo hace muy bien no me parecía justo sacársela cuando cumplí la mayoría de edad.

La nueva cenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora