Un rayo de esperanza

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El coliseo rugía, cada insecto del público gritaba de emoción ante la batalla inminente, un espectáculo que prometía ser sangriento y emocionante, justo lo que deseaban ver, además de que era el regreso triunfal de la domadora de dioses, la mejor guerrera que hubiera pisado aquella arena alguna vez.

—Y por nosotros nadie grita —se quejó el pequeño escarabajo que correspondía al nombre de Gotita.

—Creo que no. —Contestó Goliath.

—Pero nosotros le demostraremos de lo que somos capaces, pronto esas ovaciones serán para nosotros ¿Cierto Goliath?

—Cierto Gotita.

—Bien, pues entonces al ataque hermano mío. Saca tu arma y aplástala.

Obedeciendo al comando de su hermano, el enorme escarabajo corrió hasta sus oponentes con su gigantesco aguijón en alto.

En ese instante Tamy había terminado de retirar el bozal de Ali.

Por primera vez en mucho tiempo, la murciélago veía su boca libre cuando no era hora de comer. Decidida a comunicar todo aquello que llevaba semanas tratando de explicar gritó.

—Yo soy hem...

Lamentablemente no pudo terminar la frase, pues la domadora la apartó de un empujón para salvarla del ataque de Goliath.

—!Deja de perder el tiempo Godo! ¡Esto es una batalla! ¡Si no quieres morir lucha! ¡Ataca!

En ese momento el gigante se presentó detrás de la domadora y Ali tratando de ayudar, soltó una llamarada de su boca. El escarabajo bloqueó las flamas con su grueso aguijón, mientras que Tamy se vio obligada a esquivar.

—¡Pero no me ataques a mí idiota! —De pronto su voz tomó un tinte de pánico— ¡Cuidado!

La pequeña no pudo reaccionar a tiempo, Gotita con una velocidad abrumadora apareció detrás de Ali y la golpeó con su aguijón haciéndola caer al suelo.


De espaldas contra el piso, observó cómo el pequeño escarabajo se acercaba a ella con el filo de su aguijón apuntándole a su corazón, este golpe tenía intenciones asesinas.

Aterrada arrojó numerosas bolas de fuego contra su atacante, sin embargo los años de experiencia y su velocidad natural hicieron que esquivar los proyectiles fuera una tarea sencilla. Ya estaba a punto de alcanzar a la murciélago cuando nuevamente la hormiga la salvó golpeando a Gotita. Pero ni bien hubo completado su tarea, recibió un castigo de parte del gigante quien la atacó con su colosal arma.

—¡Nadie toca a mi hermano! —Gritó Goliat.

Si no fuera por su armadura, Tamy habría acabado con una herida mortal en su cuerpo, sin embargo recibió un golpe tan fuerte que quedó tendida en el piso retorciéndose de dolor. Los gritos del público no tardaron en hacerse presentes.

—¡Miren a esa patética hormiga! ¿En serio está es la domadora de dioses de la que tanto se hablaba? Debe ser otra hormiga que robó su armadura.

—¡La domadora no era tan débil! Esto es una estafa.

—Peleando sola seguro que lo haría mucho mejor. Esa cría que anda con ella es un estorbo ¡Que se muera ya!

Tamy se puso de pie una vez más, a través de su yelmo no se podía ver el rostro de preocupación que tenía. Su lógica le gritaba que se olvidará de la cría y la usara como cebo para sobrevivir aquella batalla, pero su corazón le obligaba a aferrarse a la vida de esa criatura, simplemente no quería verla morir.

Soltó una risa amarga y miró a su bestia con pena, tenía fuerza pero no demasiada experiencia en batalla, probablemente no sobreviviría a ese encuentro, pero si las cosas debían ser así, estaba decidida a ser la primera en morir.

cuentos de hallownestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora