Bienvenidos a Casa

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Ali abrió los ojos y gritó asustada. No reconocía el lugar donde se encontraba y sabía que dejar el cuarto de la domadora era peligroso, no eran pocos los que querrían matarla si la pillaban desamparada.

Inmediatamente comenzó a buscar a su dueña por todos lados, su mente era un torbellino de confusión y miedo que no parecía cesar. Hasta que una caricia y una voz le devolvieron la calma.

—Tranquila Ali, nadie te va a hacer daño. —Dijo Hornet en tono cariñoso.

Ali se tranquilizó y miró a su alrededor, dándose cuenta de que era Hollow quien la estaba acariciando. Además, ya no se encontraba en los ruinosos cuartos del coliseo, estaba en la casa de Bocasucia, acostada encima de la mullida cama de Hornet, sin bozales, sin cadenas y con total libertad para moverse y hablar.

—¿Estás bien?

—Shi...

—Me alegro. Es algo temprano, aunque en el coliseo todos solían madrugar, supongo que estás acostumbrada ¿Tienes hambre? ¿Qué te gustaría comer? Lamentablemente llevamos un mes fuera y todo lo que había en la despensa se estropeó, así que tendré que ir a comprar suministros ¿Crees que puedas esperar un poco?

Ali no respondió, solo se quedó mirándola en silencio. En realidad cualquier cosa estaba bien para ella, llevaba casi dos meses comiendo porquerías, la esperaría lo que fuera necesario si con eso podía volver a probar un buen estofado o una tortilla.

—Esperaba un poco más de entusiasmo ¿Sabes? —Frunció el ceño—. Oh bueno, supongo que te animarás luego de comer algo.

Hornet no le dio mayor importancia y se levantó de la cama para salir a comprar. Aunque primero le dio un vistazo a la cochinilla que dormía cerca de la cama en el suelo, en un nido hecho de almohadas y mantas. Por la expresión de su rostro, no se podía decir que aquello le resultará placentero.

Hornet lo comprendía, Quirrel estaba acostumbrado a dormir en el piso enrollado en una bola, pero con la profunda herida que le había hecho, enroscarse le resultaba doloroso, así que se veía obligado a dormir estirado. Habían tratado de hacerlo sentir más cómodo con las almohadas y las mantas, pero para él no era lo mismo y por ello había pasado una pésima noche. Al final solo por agotamiento había logrado conciliar el sueño muy tarde en la madrugada.

Una ligera sonrisa se asomó en el rostro de Hornet. Era bueno tener a Quirrel de vuelta, tenía tantas cosas que contarle, seguro que él también, pero ya habría tiempo para eso, por ahora lo dejaría descansar.

Pasaron unos pocos segundos luego de que Hornet se fue cuando Hollow se acercó a Ali y comenzó a moverla. Era su forma de invitarla a jugar mientras esperaban a su hermana, pero contrario a ocasiones anteriores, está vez la murciélago no reaccionó, lo miró con desánimo y permaneció en su lugar recostada. El contenedor comprendió los deseos de su amiga, por eso se limitó a sentarse a su lado y acariciar su espalda.

Ali agradeció que su guardián fuera tan comprensivo, porque en esos momentos no tenía ánimos para jugar, ni para nada en realidad. Luego de todo lo que había pasado solo quería quedarse acostada en esa suave cama y dejar el tiempo pasar. Sentía como que no tenía fuerzas para moverse, ni ganas de nada. Era raro, jamás le había pasado algo así ¿Debería preocuparse? Tampoco tenía fuerzas para eso.

Estar en casa, abrigada, cómoda, sin ataduras y rodeada de gente preocupada por su bienestar era como un sueño, de hecho ahora todo lo vivido parecía un sueño lejano, pero no, eso había sido real, las cicatrices de su espalda lo demostraban. Suspiró dejando que la sensación de vacío la embargara mientras recordaba el caótico día anterior.

Escapar del incendio del coliseo no fue el final de todos sus problemas, pues ahora debían enfrentar el tener a la tía Horny y al tío Quirrel inconscientes ahogados por todo el humo que habían tragado, y no saber cómo despertarlos. Los pequeños no tardaron en entrar en pánico, afortunadamente el fantasma del rey pálido supo cómo calmarlos e incluso como despertar a los dormidos.

cuentos de hallownestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora