Capítulo 4.

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Después de volcar por completo su armario, diferentes pruebas y un dramático momento de frustración, Louis decide optar por unos sencillos pantalones de tela de pana. Son negros y están un poco desgastados. Le arrastra unos centímetros en el suelo pero esta bastante seguro que estuvieron de moda en los años 90's.

Toma la primera camiseta que encuentra al ver la hora de su despertador en la mesita de noche. Es una camiseta roja con patrones cuadrados que luce más como un sweatter navideño que una camiseta adecuada para trabajar. Le resta importancia, no puede demorarse más en su atuendo si quiere llegar a tiempo.

Nunca antes se había preocupado por como luce o lo que las personas puedan opinar de él. Siempre le gustó su estilo; sencillo y sin mucho esfuerzo. Se dice así mismo que la apariencia no lo es todo, pero inconcientemente esta tratando de lucir bien hoy. Se odia un poco al no poder evitar el extraño sentimiento de aprobación. Se coloca sus gafas, sacude el flequillo de su frente y suspira a su reflejo en el espejo.

Como sea, esta listo para su primer día de trabajo en Brightness.

Solo ha conseguido un par de horas de sueño, dando vueltas en la cama toda la noche con una extraña sensación en el pecho. Se levantó más de tres veces con la escusa de haber escuchado algo en la sala de estar y más de una vez al baño sin realmente tener ganas de ir. Sabía que solo era su mente jugando con él.

A pesar de la terrible noche, ha despertado de buen humor. Los nervios no se han esfumado por completo pero el día de hoy pinta a ser uno bueno.

Sale de su hogar, no sin antes darle un beso de despedida a Collin (que aún esta cómodamente dormido en la cama), y emprende el camino que tomará de hoy en adelante.

El edificio se ve menos intimidante que el día de ayer una vez que lo visualiza. Louis lo toma como una buena señal.

El vestíbulo es visible desde fuera gracias a las amplias puertas de cristal, mostrando una multitud de personas envueltas en sus rutinas diarias. Es un lugar elegante, muy alejado a lo que esta acostumbrado. Aún así, es agradable.

Es cuando empuja las puertas que todo se ve exactamente como ayer.

Las personas perfectamente vestidas están tan sumergidas en sus propios asuntos como para prestar atención a su llegada. Los zapatos de tacón haciendo TicTac por todo el lugar, el bullicio, el sonido de los teléfonos y el constante timbre del ascensor, rompen con la ilusión de serenidad que parecía haber desde afuera.

Por un momento, solo se queda allí. Parado en medio del mar de personas antes de hacer su camino hacía el ascensor.

Una señora mayor y regordeta entra juntó a él. Se ve pulcra y aseada, su cabello fijado en un impecable peinado. Louis se hace a un lado para darle espacio, captando la sonrisa que ella le regala después de recorrerlo sutilmente con la mirada. Ironicamente, esa ha sido la observación más amable que le han dado a su persona hasta el momento.

"Nunca te había visto por aquí, querido," Ella suena genuinamente emocionada. Su tono de voz, fuerte y grave, no concuerda con la dulce aura que transmite. "¿Eres nuevo o algo así?"

Los ojos de Louis parpadean a lo que ella sostiene en sus brazos. Una carpeta con el logo de la revista le hace darse cuenta que probablemente esta hablando con una de sus nuevas compañeras. Se apresura a presentarse.

"Mi nombre es Louis, y hoy es mi primer día de trabajo."

"Bienvenido, Louis," Su sonrisa se hace más grande, las tiernas arrugas en su cara acentuándose aún más. "Yo me llamo Olivia, y soy los ojos de este horripilante lugar."

El Diablo Viste De GUCCI || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora