Capítulo 9. Parte II

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Llegan a casa cuando los últimos rayos del sol tiñen un manto dorado en el cielo.

La camioneta de Gemma era exactamente la misma a la de Harry, la única diferencia eran los dos asientos para niños acomodados en la parte de atrás, donde Belmont y Margot podían viajar sin ningún riesgo. Gracias a eso, Louis logra estacionarse frente a la casa sin ningún problema.

Apaga el motor después de detener la radio y se quita el cinturón después de sacar las llaves de la cerradura. Se gira después, solo para encontrarse con una de las escenas más lindas que sus ojos hayan visto jamás.

Belmont y Margot habían caído dormidos en sus respectivos asientos de bebé, con sus piernas flojas y sus pequeñas cabezas colgando. El rubio tenía el peluche presionado a su cara, mientras que la castaña mantenía una de sus manos acurrucada bajo su mejilla. Las facciones de ambos eran serenas y de sus bocas salían leves respiraciones que dejaban en claro el profundo cansancio por el que habían quedado rendidos. Ellos se veían tan tranquilos que si Liam y Niall pudieran verlos de esa manera, no serían capaces de resistirse a esas caritas angelicales.

No sería extraño, la ternura que irradiaban unos infantes era comprensible. Ellos podría conmover a cualquiera pero, extrañamente, lo que terminó por enternecer a Louis fue el hecho de que Harry también se había quedado dormido en algún punto del camino.

Él había viajado en la parte de atrás, como le era costumbre, en medio de sus dos sobrinos. Su cabeza caía inclinada junto a la de Belmont, pero mantenía una de sus grandes manos al ras de la diminuta mano libre de Margot. Se estaba abrazando a sí mismo con su otro brazo, mientras su pecho subía y bajaba en un ritmo constante. El entrecejo que siempre mantenía en su cara estaba completamente relajado, mostrando algo más que la dura expresión que a diario se esforzaba a tener. Se veía tan en calma y en paz, que ni la luz dorada del atardecer pudo perturbar la tranquilidad que bañaba su rostro.

La escena era tan linda, que Louis tuvo que recuperarse de ella antes de intentar despertar al Editor.

"Sr. Styles", dice despacio, después de haber sacudido sus pensamientos. "Harry", susurra, pero ninguno de los tres se mueve. "Hey", Louis intenta otra vez, picoteando con su dedo índice la rodilla del rizado. "Harry, hemos llegado."

No obtiene nada.

"Harreh", Louis intenta otra vez. "Oye, Harry, Harry... ¡Harry!"

Harry se sobresalta por eso último, su mano volando a su pecho. Sus ojos bien abiertos vuelan a todos lados antes de caer en Louis, luciendo perdido y desorientado.

"¿Qué?", exclama, casi con miedo.

"Uhm...", Louis se encoge, apenado por ocasionar esa reacción. "Hemos llegado."

Él mira a su alrededor, reconocimiento llenándolo poco a poco.

"Oh."

"Lo siento. Te quedaste dormido y no sabía sí—"

"No", Harry baja la mirada. "No estaba dormido, yo...", carraspea, quitándose una lagaña del lagrimal. "Yo estaba descansando los ojos."

Lo dice en un tono tan reprochante que Louis tiene que morder una sonrisa.

"Claro", murmura. "Quieres... ¿quieres que te ayude con los niños?"

Harry mira a sus costados, apenas dándose cuenta de sus sobrinos en su quinto sueño. Él asiente, su cara volviendo a suavizarse.

"Lleva a Belmont", pide con voz ronca. "Yo llevaré a Margot."

Después de darle una afirmación, Louis sale de la camioneta para abrir la puerta del lado de Belmont. Desabrocha su cinturón, batallando solo un poco en levantar el pequeño cuerpo con cuidado. Los brazos del niño le rodearon el cuello instantáneamente, aún estando inconsciente. Cierra la puerta y se reúne con Harry del otro lado, que espera por él ya con la niña en sus brazos.

El Diablo Viste De GUCCI || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora