Capítulo 8.

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Un recuerdo que Louis atesora con felicidad es su primer concierto.

Había viajado con sus compañeros de clase a Armthorpe, una ciudad a unos cuantos kilómetros de Doncaster. Foo Fighters era una de sus bandas favoritas y se estaba presentando con su más reciente álbum.

Ese día, se besó con un ardiente chico desconocido durante This Will Be Our Year. Obtuvo su número en un trozo de papel arrugado junto con un beso en la mejilla al finalizar la presentación, el cuál se le escapó de las manos cuando se dirigía a la salida y tuvo que atravesar el mar de personas.

Louis nunca volvió a ver a ese chico de nuevo, pero ese beso junto la adrenalina de estar siendo aplastado por las barras de seguridad, la emoción y los gritos de los fanáticos, eran recuerdos que jamás iba a olvidar. Aún puede recordar la sensación exacta del sudor recorriendo su cuerpo y el palpitar de sus pies adoloridos. Él recuerda como su garganta desgarrada no se rendía, gracias a esa conexión con las personas desconocidas a su alrededor y la unión de todos al cantar a una sola voz junto al vocalista.

El éxtasis que sintió al escuchar Everlong en vivo es algo que siempre vuelve a revivir cada que reproduce la canción.

Hoy, sin embargo, el efecto no es el mismo.

Cuando la canción suena a todo volumen en su habitación, lo único que Louis desea con todas sus fuerzas es que la voz de Dave Grohl se calle para siempre y lo deje seguir durmiendo.

Arrepentido de haber cambiado a Abba, trata de ajustar sus ojos a la falta de luz. La tarea se vuelve inútil y con su mano derecha tantea la mesa de a lado, soltando un suspiro de alivio cuando encuentra sus anteojos fácilmente. Espera hasta que sus ojos se acostumbren a la luz para ver el nombre del contacto.

Gruñe cuando ve que se trata de un número desconocido.

Las únicas personas que lo llamaban eran su madre, sus amigos y ocasionalmente, también los molestos cobradores. Había abonado a todas sus cuentas de inmediato para no tener que preocuparse por ellos hasta el mes siguiente, así que no tiene la mínima idea de quién demonios podría estar llamando si no se trata de ninguno de ellos.

Louis acepta la llamada de todos modos, solo en caso de que se trate de una emergencia.

"¿Quién habla?", contesta con brusquedad, aún estando medio dormido.

"Primero que nada, buenos días."

Sus lagañosos ojos se abren. "¿Liam?", Louis carraspea, en un intento de que su voz no salga tan aguda.

"Sí, soy yo", Liam confirma y es posible percibir su hostilidad a través del teléfono. "Dios, que falta de modales."

"Era un número desconocido, pudiste ser un criminal", Louis frota un puño contra sus ojos mientras suelta un bostezo. Su cara aún apoyada en la superficie blanda. "Además, ¿días? El sol todavía no ha salido."

"Así que no eres una persona matutina", Liam chista, el fondo llenado por una voz femenina que se escucha levemente a la distancia. "Debí imaginarlo por tu falta de puntualidad."

"Oye", Louis se levanta sobre su antebrazo, frunciendo el ceño por la acusación. Escucha un jadeo entrecortado. "Aún falta mucho para la hora de entrada, ¿por qué siquiera estás despierto tan temprano? ¿qué está mal contigo?"

Liam hace una pausa para tomar aire. "Louis–", él dice con dificultad. "son las cinco de la mañana."

"Eso es demasiado temprano", Louis se queja y entierra la cara en su almohada. Escucha por la bocina de su celular un gemido, seguido de una maldición baja. "¿Qué fue eso?", su rostro se levanta y sus cejas se arrugan. "¿Y por qué suenas tan agitado? ¿qué diablos estás...?", la comprensión de la situación llega. "¡Oh, mi Dios!", Louis jadea en su mano. "¿Estás teniendo actividades mañaneras mientras hablas conmigo?"

El Diablo Viste De GUCCI || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora